Tú, pequeña mentirosa

Capítulo 3: Amira.

Capítulo 03: Pedante pero atractivo.

 NarraAmira.

Cualquier persona normal estuviera apurada si tuviera una reunión con una empresa muy importante en menos de media hora. ¿Yo? Yo me tomo todo mi tiempo. Tal vez así se le vayan las ganas al tal Aarón ese por firmar aquel contrato conmigo. Estaba más que segura que aquel hombre que tanto insistía en mi participación en su empresa, era un pervertido y me quería para algo más que profesional. Si ya conozco bastante bien a los de su clase.

«¡Y lo peor de todo es que seguro tenía más años que mi abuela! ¡Ugh, que pedófilo!»

Ahora menos ganas tenía de ir.

Mi celular vibró en la mesita de al lado, me estiré con pesadez al estar en el mueble. La televisión estaba encendida mientras veía una serie que había empezado a ver hace días.

—¡¿Dónde demonios estás?! —La voz de April casi me rompe los tímpanos—. ¡Tenías que estar aquí hace más de 10 minutos! La reunión ya está por empezar.

Bajo el volumen de la televisión y me meto unas botanas a la boca.

—¿En serio? —pregunté, haciéndome la somnolienta y soltando un falso bostezo—. ¡Oh, Dios! ¡Que tarde es! Perdona, me quedé dormida —mentí—. Cómo ya es muy tarde, podríamos cancelar la reunión.

—Amira, ya sé por dónde vas...

—Sabes que odio la impuntualidad, me haría quedar mal con el Sr. Lander. Y, sería un mal ejemplo para la empresa, así que dile que tuvimos unos percances y que no pude ir.

Creo que en vez de ser modelo se me hubiera dado mejor ser actriz.

Sonreí por mi pequeña travesura.

«Me desharía de esa vieja plaga que tanto me molestaba»

—¿Ah, sí? Está bien, Amira, si quieres jugar sucio, jugaremos sucio —Oh, no, estaba entrando en su otra personalidad de maniática controladora—. Te daré diez minutos para que estés aquí. O sino... —dijo, dejando las palabras en el aire.

No me gustaba la parte psicópata y despiadado de mi manager.

Tragué grueso: —¿O sino qué? —pregunté con altanería, aunque por dentro estuviera temblando peor que un Chihuahua.

—... o sino le daré tu dirección a Hazel.

Puta madre.

—Golpe bajo, April, bastante bajo —Y colgó.

Crucé las grandes puertas de la gran empresa. Mis manos trataban de cubrir mi cara con la bufanda que tenía sobre mi cabeza y mis lentes de sol que yacían en mis ojos, buscando, de alguna manera, pasar desapercibida de una persona en específico. Al llegar a recepción, di los datos que necesitaba y me dejaron pasar, con una mira juzgante, pero lo hicieron. Me coloqué frente al ascensor y pulsé el botón del piso, liberando mis pulmones de todo el aire que tenía retenido, aunque aún no estaba fuera del campo de batalla del todo.

«No me quería encontrar con él».

Y, como si todo fuera un juego malo y frío de la vida, él apareció a mi lado. Llevé mis manos a la bufanda y traté de cubrir lo más que pude mi cara con mis manos.

Mi ex novio, Hazel Dell, a quien no había visto hace cuatro meses.

«¡Mataría a April por hacerme pasar por esto!»

Estaba parado a mi lado, sumergido entre unos papeles que traía en las manos. Recordé que esa fue una de las razones por lo que lo nuestro no funcionó. Era un obsesivo con el trabajo. Vi de reojo, como su mirada recayó en mí. Mis manos empezaron a temblar. Cerré los ojos con fuerza, pidiéndole al Dios que se encontraba allá arriba que el hombre que estaba a mi lado no se le ocurriera reconocerme.

«Mierda, mierda, mierda».

«Sabía que no debía haber venido, ¡lo sabía!»

—Disculpa —Se inclinó hacia mí, tratando de ver mi cara, pero giré mi cabeza, evitando todo contacto visual con él. «Me va a descubrir, me va a descubrir»—. Perdona, pero me resultas muy familiar, ¿nos conocemos?

«Diosito lindo, si estás allá arriba, pido perdón por las veces que le corté las rosas a la vecina solo porque siempre andaba de chismosa con mis madres, ¡sólo tenía cinco años!»

—Espera, creo que ya sé quien eres —habló, y juro que sentí mi alma desprenderse de mi cuerpo.

«¡Está bien! ¡Prometo ir más a la iglesia!»

—¡Hazel, el gerente te necesita en la oficina! —Escuché gritar a una persona detrás de mí.

—¡Voy en seguida! —gritó de vuelta, no sin antes echar una última mirada hacia mí y luego marcharse del lugar.

Ahí mi alma volvió a mi cuerpo. Entré en el ascensor apurada. No quería saber si volvería o algo. Mataría a ese tal Aarón una vez lo tuviera en frente, y que decir de lo que le haría a April.

Una vez el ascensor se detuvo en el piso correspondiente a la reunión, pude respirar en paz. Me dirigí a recepción y una vez lo hice, noté como algunos empleados me miraban raro y lo entendía. Había llegado a la empresa con una sudadera que llegaba a mis muslos y unos jeans desgastados, mi chongo estaba desarreglado y no traía nada de maquillaje encima aunque éste no se notara por la bufanda y los lentes. Si ese viejo quería algo raro conmigo, con mis fachas se le quitarían las ganas.




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