AÑOS ATRÁS
-Hola hijo-. Sophia regresó de la iglesia y encontró por el caminó a Fernando que regresaba de darse un baño en el mar. -Hola abuela-. -¿Te parece si preparo algo para desayunar?-. Él asintió y recordó que hace mucho tiempo no compartía la mesa en el desayuno con la familia, usualmente los sábados salía de fiesta y de copas con sus amigos y regresaba a casa muy temprano por la mañana, luego dormía hasta el mediodia. Sus padres ya estaban acostumbrados, por lo que desayunaban temprano y luego se iban a sus respectivas actividades de fin de semana. Fernando podía regresar a su habitación después de comer y continuar durmiendo hasta la hora que le apeteciera. Sin embargo este era el primer sábado en que se había ido antes de la medianoche a su habitación, y, además había estado sobrio. -Abuela, que acostumbras hacer los días domingos?. Ella sonríe. -¿Sábes amor?, a pesar de ser una anciana con una agenda bastante ocupada- Sophia le guiñó un ojo, - Los domingos es mi día de descanso, me quedo en casa, tejiendo, leyendo o simplemente salgo a caminar por la playa-. -Y...¿usualmente lo haces sola?- Sophia comprendió la razón de la pregunta. -Sí, usualmente lo hago sola o busco a otra de mis amigas ancianas para que pueda acompañarme, el ejercicio es muy bueno para nosotras-. Sophia quiso ayudar a su nieto y contestar aquellas preguntas que él deseaba hacer y no se animaba. -Lourdes es una chica muy linda ¿sábes?, me acompaña durante las tardes de lunes a sábado, e, incluso me ha dicho que sí necesito su ayuda los días domingos podría venir a casa, pero, ella es joven y necesita hacer actividades de jovenes, además, el domingo es un día familiar, su familia es muy unida y es el día en que todos pueden reunirse, por lo que no veo justo privarla de un día especial, por tener que venir a acompañarme-. El asintió y ella continuó. -Lourdes es una chica preciosa, sus padres la han educado muy bien, es muy servicial, dulce y entregada a todo lo que hace; participa activamente en las actividades de la iglesia, y, por lo que me he enterado es muy buena estudiante. Hace unos días platiqué con su papá y me contó que estaba ahorrando para poder enviarla a estudiar leyes, desde niña ha querido estudiar para ser abogada y sus padres quieren cumplir el sueño de su hija-. Fernando se sorprendió ante toda la información proporcionada por su abuela y pensó que era una chica muy madura, tenía claras sus metas, y, él, que tenía los medios económicos, y estaba a 2 meses de iniciar la carrera, aún no estaba seguro si era una buena idea estudiar Administración de Empresas. Aunque era claro que lo hacía más para hacer feliz a sus padres, porqué, debido a que era el único hijo de la pareja, él sería el que quedaría a cargo del negocio familiar; una cadena de gasolineras y de supermercados alrededor del país. Fernando continuaba escuchando a su abuela en silencio. -Aunque ¿sábes cariño?, pienso que talvéz Lourdes podría terminar eligiendo ser monja-. Los ojos de Fernando crecieron como platos, pero inmediatamente se dió cuenta de que demostraba mucho interés e intentó mantener la postura. -¿Porqué lo dices?- -hmmm...primero, porque en su familia ya hay personas religiosas...segundo: porque encuentro en ella muchas cualidades para ser una religiosa, además, no tiene novio-. Fernando sonrío y agradeció que su abuela observaba su plato de comida y no pudo notar la felicidad en el rostro de él.
Por la tarde y cansando de dar vueltas por la casa como bestia enjaulada, tomó su motocicleta y dió vueltas por el pueblo, encontró hermosas chicas que conversaban sentadas en los sillones que rodeaban el pequeño parque, algunas le sonreían y otras lo observaban fascinadas; pero, la sensación de ser deseado por alguien, ya no le producía el mismo efecto que un poco tiempo atrás. Finalmente llegó al lugar, a donde su corazón le pedía estar. Estacionó su motocicleta lejos de la casa, para que no notaran su presencia, luego se colocó la gorra y los lentes oscuros y se sentó bajo un árbol, desde ese lugar podía observar a la familia conversar y reir. Todos estaban reunidos alrededor de varias mesas, que habían sido puestas con el fin de que todos comieran juntos. De repente vió salir con una olla en las manos a la chica que había deseado volver a ver, desde el momento en que un día anterior se había alejado de ese lugar. Llevaba puesto un short rosa corto, una blusa con tirantes color blanco, su cabello estaba trenzado y se encontraba descalzada. Caminaba rápidamente hasta la mesa y sonreía. Fernando pensó que eso era a causa de su falta de zapatos y del calor que emanaba el sol sobre la arena. Una mujer corrió a su auxilio y tomó la olla de sus manos, ella sonreía y Fernando pensó que era la sonrisa más bella que había visto en su vida. Se quedó mucho tiempo observando la escena, nadíe notó su presencia. Luego recibió un mensaje de texto en su teléfono celular y lo contestó rápidamente, era su padre que lo saludaba y le deseaba que estuviera disfrutando de sus vacaciones. -Hola Fernando-. El saludó lo desconcertó y por un momento no pudo responder, frente a él estaba Lourdes que le sonreía. -¿Que haces aquí?-. Aún continuaba sin responder, se puso de pie y se enfrentó a los hermosos ojos cafés que desde hace unos días aparecían en sus sueños. Finalmente contestó: -Hola Lulú, ¿como estás?-. Ella giró los ojos, pero luego sonrió dándose por vencida. -¿Te pregunté ...que haces aquí?. Ella sonreía, no estaba molesta, parecía divertida. -Pues conociendo un poco el pueblo, pasaba por aquí....- Ella lo interrumpió. -¿Quieres tomar algo?-. El observó el grupo de gente y ella sonrió nuevamente. -No estás obligado a entrar, aquí está tu bebida-. Extendió su mano y le entregó una coca cola. Él le agradeció y luego añadió: -¿Quieres ir a dar un paseo?-. Ella giró y observó a su familia que no había advertido su ausencia. -¿Por la playa?-. El asintió. Ambos caminaron por la pequeña calle, pero Lourdes aún continuaba descalza. De repente empezó a sonreir y a dar pequeños saltitos. Fernando se colocó frente a ella y le pidió que subiera en su espalda, ella se negó, pero ante la emergencia finalmente aceptó, ya no soportaba el calor en sus pies. Fernando corrió con ella en la espalda, ambos sonreian, cuando llegaron a la playa, él la colocó suavemente en el suelo. -Gracias Fernandito-. Él hizo un gesto de desagrado. -¿Fernandito?-. - Sí tu me dices Lulú, yo te diré Fernandito, ¿de acuerdo?-. Él lo negó, estaba en total desacuerdo y le dió una serie de razones por las que no debía llamarlo así, pero ella continuaba riendo alegremente, ignorando toda excusa. Caminaron por un rato en silencio. Fernando estaba bastante nervioso, extraño en él, acostumbrado a estar solo con una chica, sabía como manejar la situación, pero, en este momento era diferente, se encontraba al lado de la primera chica que provocaba una tremenda revolución con solo mirarlo, además, no era la típica chica con la que él solía tener citas. Ella era completamente diferente. Lourdes también se encontraba muy nerviosa, y, a pesar de ser una chica muy segura de sí misma, ahora se sentía todo lo contrario, al lado de ese chico tan atractivo, de esa mirada penetrante, con esos hermosos ojos grises que la miraban y hacían que su corazón palpitara de prisa. Finalmente Fernando rompió el silencio. -¿Supe que te gustaría ser abogada?-. -Ella contestó rápidamente. -Me encantaría, pero, todo depende si logramos ahorrar el suficiente dinero para que pueda trasladarme a la capital e ir a la universidad-. -¿y cúal es tu proyecto profesional?, ¿te gustaría trabajar en la capital o poner una oficina aquí?-. -Me encantaría poner una oficina aquí, uno de mis grandes sueños es proporcionar asesoría legal gratuita a personas de escasos recursos-. De nuevo Fernando se sorprendió ante su comentario. Le pareció que esa chica era una caja de sorpresas. Luego hizo una pregunta, ya que el tema lo tenía bastante intrigado. -y....¿tu novio que piensa al respecto?-. Lourdes contestó rápidamente. - No tengo novio- y sus mejillas se tornaron de un color rojo intenso. Fernando para evitarle más sonrojo, corrió hacía el agua y se lavó las manos, ello permitió que Lourdes pudiera tranquilizarse de su agitación. -Pues me parece que los chicos de este lugar, o están ciegos o tienen muy malos gustos-. Ella sonrió, ya estaba preparada para un comentario así. -No lo sé, pero es un tema que no me afecta en lo absoluto-. -Ahora, regresemos a casa, notaran mi ausencia, no he avisado que saldría-. Caminaron juntos de regreso a casa de Lourdes; pero antes de que se separaran, ya que Lourdes prefirió que su familia no notara que estaba con un chico, porque luego harían todo tipo de preguntas. Fernando se acercó a ella y la miró directamente a los ojos. -¿Sábes Lulú?, tus ojos me tienen hipnotizado-. Las palabras le salieron del fondo del corazón, ella abrió los ojos como platos y no pudo responder. El deseo fue tal que Fernando ya no lo pensó mas, se acercó lentamente a su boca y rozo sus labios con los de ella, pero él deseo creció mucho más en su interior he hizo espacio para adentrase en lo profundo de su boca, sus labios eran cálidos y su interior lo era aún mas. La besó lentamente; estaba hechizado por la sensación que le producía estar tan cerca de ella y deleitarse en su boca. De repente sintió un fuerte empujón y la interrupción del beso. Se quedó quieto ante la reacción y la mirada de Lourdes. -Pensé que eras diferente, pero veo que eres el típico chico que aprovecha cualquier oportunidad-. Ella estaba molestaba, sus ojos tenían un brillo diferente, Lourdes se alejó de prisa, Fernando intentó detenerla. -Espera Lulú, no quise ofenderte-. Ella siseó con el dedo. -No vuelvas a llamarme así, y, espero que tampoco vuelvas a acercarte a mí. Ustedes, chicos de ciudad y con dinero, pretenden venir aquí y hacer lo que les de la gana.....- Él intentó darle explicaciones y hacerla comprender que no quería aprovecharse de ella; pero ella furiosa se alejó corriendo. Él observo como ingresaba a su casa y se perdía entre sus familiares. Se quedó un rato más, saboreando la dulce sensación que aún permanecía en sus labios.
Editado: 06.04.2020