Tu perdón es mi salvación

EXTRAÑO ENCUENTRO

2017

-¿Hija, que te sucedió?- Lucía se alarmó al observar el esparadrapo de mariposa en el rostro de su hija. -Cálmate mamá, solo me tropecé y caí en el asfalto, luego unas personas me auxiliaron, no es algo delicado, estoy bien, no te preocupes-. Lourdes intentó calmar a su madre, pero ella estaba bastante afectada al ver el estado de su hija. -Lamento no haber llegado a tiempo-. -Pero ahora podemos irnos papá a realizar la mudanza-. -No, no irás a ningún lado Lourdes María, regresarás a casa a descansar-. Indicó su madre con aire autoritario. Lucía aún no aceptaba la realidad, su hija era una mujer de casi 27 años, ya no era la chiquilla que ella protegía desde que era una bebé. Besó a su madre en la mejilla, se tomó del brazo de su padre y se alejó de prisa, Lucía se fue bastante molesta de regreso a casa con Gerardo, su hijo menor.

-Hija, no contraries a tu madre, ella te ama y solo quiere lo mejor para tí-. -Lo sé papá, pero ya no soy una niña, soy una mujer y puedo cuidarme sola-. GuiñÓ el ojo a su padre. -Aunque me encanta ser la consentida de papá-. Con ello el tema quedó zanjado, su padre ya no insistió más, su hija sabía como hacerlo olvidar cualquier tema serio, y, él se sentía feliz con las estrategias de su amada hija.

Después de unas 2 horas de actividad, Lourdes volvió a sentirse mal, se sentía muy débil y cansada, pero comprendía que era producto de la tristeza que guardaba en su interior, cada minuto, venían muchas imagenes a su cabeza, momentos felices al lado de Oswaldo, y, ello aumentaba mucho más su pena; por lo que decidió alejarse un rato del grupo, ya que pronto podría notar su estado de ánimo y en general su estado de salud; caminó a una tienda cercana y pidió una coca cola, necesitaba azúcar en el cuerpo. Se sentó en una silla a las puertas de la tienda y de nuevo imágenes vinieron a su mente, su corazón palpitaba de prisa, ahora, los recuerdos no eran únicamente de una época reciente, su memoria se trasladaba 10 años atrás.  De pronto observó que el mismo vehículo en el que se conducía Alberto, el caballero que le había prestado auxilio por la mañana, pasaba lentamente frente al sitio en el que ella se encontraba. Se puso de pie de prisa he hizo señales para que el vehículo se detuviera, sin embargo el efecto fue todo lo contrario; el conductor aceleró y se alejó de prisa. Si antes su corazón estaba lleno de dudas, ahora éstas se habían incrementado, hasta el punto de olvidarse por un momento de su pena, y, buscar las respuestas a las preguntas que se agrupaban en su cabeza. 

AÑOS ATRÁS

Fernando regresó a casa inquieto, no se arrepentía de haber besado a Lourdes, valió la pena, la sensación fue mágica e indescriptible, pero ahora, su preocupación consistía en encontrar la manera de que ella lo perdonara. Pensó en regresar a su casa por la mañana, pero después lo consideró mejor, podría provocarle problemas frente a sus padres, por lo que no tuvo otra opción que esperar la hora en que ella llegaría a casa de su abuela. Caminó unos cuantos metros, ya que quería evitar que su abuela notara lo que estaba sucediendo entre ellos, no por lo que pudiera pensar de él, sino porque quería nuevamente evitar a Lourdes un momento complicado frente a su amiga.

-Lulú, espera-. Fernando se acercó a Lourdes, quien lo observó con mirada molesta. -Déjame pasar Fernando-. -Lulú, quiero perdirte perdón....- Ella lo miró con sus dulces ojos cafés, y, a él le pareció que cada vez esos ojos eran mucho mas hermosos, aunque ahora lo observaran con deseos de desaparecerlo de la faz de la tierra. -Mira, si con ellos me dejarás en paz....te perdono, pero déjame pasar, llegaré tarde a casa de la señora Sophia-. -Espera-. La tomó del brazo y se acercó a ella -De corazón Lulú....perdóname de corazón....sólo lo dices para que deje de fastidiarte....pero yo te pido sinceramente perdón y espero que tú me lo ofrezcas de la misma manera, es importante para mí que me perdones, no pude dormir pensando en que estabas molesta conmigo, y, para mí es importante que tu aceptes mis disculpas y me permitas demostrarte que no haré nada que pueda ofenderte-. Puso todo su corazón en ese argumento, deseaba que ello surtiera efecto en el corazón de Lourdes; porque sinceramente le afectaba mucho que esa chica ya no quisiera dirigirle la palabra. Lourdes lo meditó por un momento y finalmente aceptó. -Esta bien Fernando, pero con la condición de que no vuelvas a tratar de sobrepasarte conmigo-. Él lo juró de una forma cómica, y, con ello hizo sonreir de nuevo a Lourdes.

Ambos caminaron hacía la casa, conversando de las fiestas nocturnas en la playa. Ella le comentó que no participaba de forma frecuente, porque ultimamente había mucho licor y hasta drogas; pero él le aseguró que sí aceptaba acompañarlo un sábado por la noche, se divertirian mucho y él cuidaría de ella. Ella lo dudó y él no quiso insistir por ahora, ya había logrado mucho por esta vez y no quería volver a estropearlo.




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