Tu perdón es mi salvación

UN DOLOR INFERNAL...

AÑOS ATRÁS....

-Te extraño-. Lourdes leyó el mensaje de Fernando, había transcurrido un día desde que Sophia se había ido  a visitar a su amiga enferma y él y ella no se habían visto. Lourdes estaba en los preparativos del retiro espiritual, había mentido a Fernando para evitar un nuevo conflicto, le había dicho que tenía actividades que realizar en casa y que le habían sido asignadas por sus padres y no saldría de ella el resto del día. -Yo también te extraño amor, nos veremos mañana, Te amo-. 

Fernando no había salido de casa, se sentía cansado, abatido, debía tomar una decisión con relación a sus amigos, sin embargo ellos querían, ruido y fiesta sin restricciones. Él decidió hablarles de lo que sucedía, pero ellos tenían otros planes. Habían pensado dar un paseo en motocicleta por el pueblo y ver chicas. Fernando pensó en acompañarles pero al regresar hablarles seriamente de lo que estaba pasando y pedirles que regresaran a la ciudad. 

Los 3 muchachos conducian frente a la iglesia, José Luis hizo señales a Fernando, para que observara hacia el atrío de la iglesia, cuando observó a Lourdes que sonrería, estaba rodeada de varias monjas y juntas colocaban objetos de cocina y cajas en una furgoneta. Fernando paró inmediatamente y observó la escena. Lourdes se miraba muy feliz y cómoda con sus acompañantes. Fernando sintió una opresión extraña en el pecho y luego se alejó. 

Al llegar a casa le envió un mensaje. -Lulú, ¿como te ha ido?, ¿piensas salir de casa?-. Ella contestó unos minutos después. -No cariño, aún estoy ocupada haciendo algunas cosas con mamá-. Se sintió realmente molesto o talvéz mucho más decepcionado; ella no era una mentirosa y él lo sabía. El motivo debía ser muy importante para que ella eligiera ocultarle la verdad. Los chicos se acercaron a él con una hielera llena de cervezas, estaban sentados frente al mar observándo las olas. Tomó una, dos, tres..... y después ya no recordó el número. 

Lourdes sentía una sensación extraña, no le gustaba mentir, mucho menos al hombre que tanto amaba, pero necesitaba hacer eso, desde niña siempre había deseado participar y era el momento de hacerlo; por lo que tampoco le diría a su chico a donde iría. 

Ya era de noche cuando finalizaron con los preparativos y Lourdes regresó a casa, llamó a Fernando pero él no contestó, por lo que prefirió esperar hasta el siguiente día y poder verlo.

A la mañana siguiente Lourdes lo llamó de nuevo y el contestó -Hola-. -Hola cariño, ¿estás bien?-., -Si lo estoy, ¿y tú?- Su voz sonaba extraña, talvéz molesta. -¿Aún dormías?-. -Sí-. Contestaba con monosílabos y ella estaba sumamente extrañada, su chico era un hablador, alegre y siempre muy atento con ella. -Me gustaría que nos vieramos dentro de una hora, quiero hablar contigo-. -Esta bien, te veo en la playa-. 

Cuando Fernando llegó al sitio en el que siempre se encontraban, ella ya estaba allí, se puso de pie y lo abrazó, sin embargo la respuesta no fue la de siempre, él aceptó el abrazo pero con mucho menos efusividad que en otras veces. -¿estás bien?-, -sí, lo estoy-. Ella lo tomó de la mano y le ofreció sentarse a su lado. Él le cuestionó sobre sus actividades del día anterior y ella mintió de nuevo. La molestia de Fernando aumentaba y debía irse o iba a estallar, se sentía desilucionado, molesto...... -Lulú, debo irme, iré con los chicos a almorzar, están esperando por mí-. Ella asintió, sin embargo, a pesar de que creyó que no era el momento adecuado, debía decirle que el siguiente día saldría de viaje, estaría en el retiro espiritual por 2 días. Él la observaba con mirada fija, sus ojos brillaban, mucho más que de costumbre. -Fernando, saldré por 2 días, haré un viaje con mi abuela a visitar a un familiar-. Él asintió, sabía que mentía, pero no la cuestionaría, debía averiguar la verdad.  Ella le dió un beso dulce y casto y añadió. -Te extrañaré cariño, portáte bien, te llamaré cuando vuelva....y... quiero que sepas que te amo, con toda mi alma y las fuerzas de mi ser-. Acarició su rostro y por alguna extraña razón sintió que ese momento debía prolongarse. Tomó la mano  de él y la colocó sobre su pecho. -Tu vives aquí, quiero que lo sepas y que nunca lo olvides-. Él la observó extrañado. Luego ella se alejó, giró y le envió un beso con la mano. 

Fernando deseaba gritar, patear y hacer cualquier cosa que aliviara su frustración. No podía concebir que para ella fuera algo tan importante como para tener que mentirle. No durmió durante toda la noche, y, a primera hora se levantó, tomó su motocicleta y se estacionó en un sitio en el cual podía ver la iglesía pero que él no podía ser visto. Media hora después observó que Lourdes se acercaba con una maleta, su padre la había acompañado, él le dió un beso en la mejilla, le dijo algo al oido y luego se alejó. Las religiosas que estaban junto a la furgoneta le dieron la bienvenida, le ayudaron a guardar la maleta y le presentaron a otras 5 chicas que estaban con ellas; luego todas subieron a la furgoneta y se alejaron. Lo que más temía se había hecho realidad y en ese momento creyó firmemente que ella estaba decidida, solamente debía encontrar la manera de decirle que su relación había llegado a su fin, que seguramente lo haría al regresar de su dichoso evento.




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