Tu perdón es mi salvación

UNA LUZ EN LA OSCURIDAD

2018

Lourdes se sentó muy nerviosa en la sala de espera, no sabía si huir o quedarse esperando para saber lo que sucedería con Fernando. En ese momento los padres de él se acercaron a ella. Estaban muy afectados, habían recibido una llamada telefónica del hospital, para informarles lo que sucedía con su hijo, ellos ya estaban cerca, por lo que en cuestión de pocos minutos pudieron hacerse presentes. -Mi niña, ¿qué es lo que sucede?- La señora Camposeco la tomó de las manos, con tanta familiaridad, que ella sintió una opresión en el pecho, no sabía si era satisfacción, agradecimiento o incertidumbre. Lourdes les relató lo sucedido, sin darles detalles de lo que ella estaba diciendo en ese momento al joven cuando despertó. 

En ese instante la enfermera salía de la habitación, ellos se apresuraron a preguntar por el estado de salud de su hijo; la enfermera les indicó que podían ingresar y verlo, Fernando se encontraba con el médico. Los padres del joven se dirigieron a toda prisa y cuando estuvieron frente a él, rodaron las lagrimas de ambos. -Cariño, no sabes cuanto me alegro que hayas despertado, nunca había estado tan asustada en mi vida, temía tanto perderte-. La señora Camposeco se acercó al joven, acarició su rostro y besó sus manos, Fernando la observaba verdaderamente confuso y sin decir ninguna palabra. La señora Camposeco deseó con todo su corazón que al escucharla, lo que los médicos habían dicho de la amnesia  de su hijo hubiese desaparecido, pero no era así; él no la reconocía.

-Hijo, no te preocupes, todo estará bien, ésto es efecto del accidente, pero te recuperarás, nosotros te ayudaremos-. Las palabras del padre de Fernando eran seguras, firmes.... paternales. El joven asintió. -Espera hijo, tienes que ver a tu amiga, ella te ayudará a recordarlo todo. -Ixmucané, ¿donde estas?-. Finalmente Lourdes había decidido desaparecer, no podía enredarse más en este enrollo; ver al chico la había afectado tanto, la ayuda de su familia era lo mejor en este momento, él no necesitaba de ella, y, quería aceptar que ya había hecho su labor, ayudarle cuando la necesitó; por tanto caminaba por el pasillo del hopital hacía el estacionamiento, cuando escuchó la voz del señor Camposeco que la llamaba, iba bastante agitado, había corrido para alcanzarla. -Muchacha, ¿porqué te vas?-. Lourdes no supo que responder. Él agregó: -Regresa por favor, ayuda a Fernando a recordar parte de su vida-. Ella intentó excusarse, pero él ya la llevaba tomada suavamente de la mano, de regresó a la habitación. -Muchacha, gracias, sabemos que tú serás de mucha ayuda para nuestro hijo-. La mirada del hombre provocó en Lourdes cierto grado de culpa, él confiaba en ella, sin embargo ella cobardemente estuvo a punto de desaparecer unos minutos atrás.

Cuando llegaron a la habitación, Lourdes observó que Fernando miraba directamente a la puerta, como si estuviera esperando a alguien, quiso creer que era a su padre, sin embargo la miraba del joven se fue directamente a los ojos de ella; sus hermosos ojos grises la observaban interrogantes y ella sintió una opresión en el vientre, aún estando enfermo, el chico poseía esa habilidad de desordenarles las ideas y de hacer que su corazón latiera más de prisa . -Hijo, ella es tu amiga, te prestó auxilio cuando te accidentaste, te ha visitado todo el tiempo, ella también podrá ayudarte ....- -Esta bien papá, les agradezco su ayuda-. Sonrió tristemente. -¿Creen posible que pueda conversar con mi amiga en privado por un momento? Ellos asintieron y se alejaron conversando con el médico-. 

Lourdes se quedó de pie, frente a él, casi tan desorientada como él; sabía que tendría que responder muchas preguntas y no estaba dispuesta a responder con la verdad; no podía desenterrar el pasado, no estaba preparada.

-Acercate por favor-  Ella timidamente se acercó y él con un gesto le pidió que se sentara junto a su lado. -Quiero agradecerte por toda tu ayuda, no logro recordar nada, sin embargo quiero agradecerte por haberme prestado auxilio y acompañado durante estos días-. Sonrío timidamente. Ella asintió. -Sin embargo Ixmucané, logró percibir que no es de tu agrado estar aquí y no quiero que te sientas forzada....- Ella se apresuró a contestar,  sin embargo de sus labios salieron frases tan confusas que Fernado sonrió ante la confusión. -Esta bien Ixmu, no estoy ofendido-. Ella respiró profundo, estaba demasiado nerviosa, necesitaba estabilizar su corazón y sus ideas. -No es así Fernando, simplemente que no me siento muy bien....- -Entonces amiga mía, vete a descansar, no quiero que enfermes por mi culpa-. Esas palabras fueron como la gota que derramó el vaso, se sentía más culpable que antes, estaba mintiendo, cada vez más y ella no acostumbra hacerlo, pero ahora, utilizaría ese recurso para ayudar a ese hombre que estaba necesitando tanto su ayuda. 

-Esta bien Fernando, que quieres que te diga-. Él sonrió. -Cuéntame un poco de mi vida-.  




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