Fernando llegó al hotel aún con Lourdes en brazos, la chica balbuceaba, se quejaba de él, deseaba que la soltara y que se alejara de su lado; sin embargo él no se alejó, al contrario, tomó delicadamente sus cabellos y los colocó firmes en un rollo; luego se dispuso a desvestirla, de repente una oleada de calor bajó por todo su cuerpo y en su mente aparecieron varias imagenes, la chica lo exitaba, pero él con un fuerte movimiento de cabeza trató de alejar los pensamientos de su mente, la desvistió a pesar de las constantes quejas de ella y la llevó hacía la ducha, la chica profesó una maldición cuando el agua bajó por todo su cuerpo. -Quedate quieta Ixmu....prometo que después del baño te sentirás mejor-. Él no estaba preparado para lo que ocurriría en ese momento; Lourdes lo rodeó rápidamente con sus brazos y se acercó a su boca, Fernando podría sentir su respiración. -Estúpido, no ves que no deseo que me bañes, tampoco deseo que dejes de mirarme con pena y sino que me veas como una mujer-. Fernando abrió los ojos como platos, sabía que la chica aún estaba sufriendo los efectos del licor, sin embargo sus palabras eran firmes, totamente diferentes a las que había pronunciado durante el camino de regreso al hotel; tragó saliva, deseaba con todo el fervor de su ser besarla, sumergirse en su boca y hacer realidad las imagenes que habían surgido en su cabeza, unos minutos antes, cuando la ayudó a desvestirse; sin embargo Fernando sabía que jamás se aprovecharía de ella, no, no lo haría, aunque tuviera que luchar contra su propio cuerpo y mente. Sin embargo ella lo tomó desprevenido, lo beso intensamente, lo obligó a abrir la boca y le ofreció sus labios, el sabor era dulce, también podría sentir el sabor del licor, pero el sabor natural de ella, era la que encendia sus sentidos, él lo sabia...disfrutó el beso, lo disfrutó con todos sus sentidos encendidos, pero algo en su interior lo obligó a parar...esa era una dura prueba, pero no se aprovecharía de ella. La tomó sin mucha delicadeza y la envolvió en una toalla, a pesar de las quejas de ella, la llevó hacía la cama, la depositó en ella y luego la cubrió con sus sábanas; de prisa se levantó de la cama y se dirigió hacía el lobby, sabía que podía hacer una llamada y pedir la taza de café que necesitaba para la chica, pero....necesitaba alejarse por unos instantes de ella, de lo contrario iba a sucumbir a sus deseos.
Unos minutos después el mesero llevó el café, Lourdes se había quedado dormida y él sentado frente a ella la observaba dormir; tuvo que hablarle y moverla varias veces para que la chica despertara, finalmente la obligó a beber el café y la ayudó a recostarse nuevamente; sabía que debía dejarla descansar, el siguiente día podrían hablar, cuando ella ya estuviera mejor.... iba a ponerse de pie cuando escuchó la voz de Lourdes, un poco adormitada: -Fernado-, él contesto: -Quedate a mi lado por favor-. Fernando sintió que su corazón palpitaba de prisa, era todo lo contrario a lo que había pensado hacer, necesitaba alejarse, sin embargo ella lo invitaba a quedarse. -Creo que lo mejor es que duermas-. Ella se quedó callada unos instantes y el pensó que finalmente se había dormido; estaba a punto de alejarse cuando ella habló nuevamente -No quiero estar sola, por favor quedate, por favor, no me dejes-. De nuevo su corazón latió de prisa, hasta el punto que sentía que iba a salirse del pecho. -Por favor Fernando-. -Esta bien Ixmu; pero duérmete-. Ella asintió torpemente y él tomó una sábana e intentó recostarse en el sofá. -Fernando-. -hmmmm- -Ven aquí, quedate conmigo, en la cama-. Él suspiró, aunque no recordaba nada de su pasado, creyó que esa era la peor lucha interior que había afrontado en su vida. -Esta bien, pero por favor duérmete-. Ella asintió nuevamente. Fernando tomó la sábana y se recostó lentamente a su lado, no levantó la sábana que cubría la desnudez de la chica; tampoco intentó de nuevo tocarla y ayudarla a vestirse; prefería que ella lo hiciera por la mañana; por lo que se recostó encima de la sábana y con la que había tomado del closet se cubrió. Ella hizo un movimiento lento y recostó su cabeza sobre el torzo de Fernando, él cerró los ojos; disfrutaba esa sensación. -Extrañé todo este tiempo tu olor-. Fueron sus palabras. Fernando interrumpió su estado de concentración y abrió los ojos sorprendido. -¿Que dijiste Ixmucané?-. Él repitió la pregunta un par de veces, pero ella ya dormía profundamente. Se quedó sorprendido y con muchas preguntas en su cabeza, ahora más que nunca deseaba que él día apareciera, que ella despertara sobría y que pudiera explicar cada una sus preguntas.
Editado: 06.04.2020