-¿Estás bien?- Lourdes asintió con una hermosa sonrisa; ya eran las 11:00 A.M., sin embargo el tiempo se había detenido para ellos, se habían hecho el amor de diferentes maneras y aún sentían que no era suficiente. Ella se encontraba recostada sobre el torzo de Fernando, dibujando pequeños circulos en el brazó de él. Fernando hizo un movimiento rápido y se posesionó sobre ella. Lourdes se quejó dándole golpecitos sobre el hombre. -"Parece que no te cansas"- Él le guiñó el ojo. -Jamas me cansaría de tí, no sé que me hiciste en el pasado, pero lo que haces conmigo en el presente es realmente exquisito-. Sus palabras se interrumpian, únicamente en el momento en que posesionaba sus labios sobre la piel desnuda de ella. Lourdes estaba sonrojada, y pensaba en su interior, que a su edad era lo más fabuloso que había vivido; ni en sus mas dulces sueños podría haber imaginado un momento así; no habían complejos, ni escenas negras del pasado, había disfrutado aquellos momentos al lado de él, como que hubiese sido la primera vez, su primera experiencia íntima, mejor de la que pudiese haber imaginado.
-¿Ahora díme cariño, dime la verdad; porqué no me dijiste desde el principio lo que sucedía entre nosotros?-. Las palabras de Fernando la hicieron salir de su ensueño inmediatamente y un profundo temor se apoderó de ella, no sabía si era correcto decirle toda la verdad. Estaba segura que Fernando se sentía completamente responsable de la violación, porqué aunque no fue el autor de ella, había sido la razón por la que aquellos habían llegado a su pueblo; temía que la verdad dañara lo bonito que había empezado entre ellos. Lo pensó por unos instantes, no podía permitir que ésto acabara tan rápido, sentía que ambos habian sufrido lo suficiente y merecian gozar de su dicha aunque fuera un breve tiempo, antes que la verdad volviera a salir a la luz.
Ella sabía como podía hacerlo olvidar temporalmente la pregunta, por lo que empezó a besar seductoramente el cuello de él, bajando lentamente hacía sus pezones, automáticamente observó como el cuerpo de él se contraía a su contacto; ella sonrió, nunca se consideró una mujer sexy y seductora, sin embargo aquel hombre había despiertado en ella, tanto sentimientos como sensaciones que jamás creyó sentir...era feliz, completamente e incontablemente feliz.
Fernando y Lourdes habían dormido unas horas y cuando observaron el reloj colocado en la pared de la habitación ya eran las 2 de la tarde. Entre risas y caricias tomaron una ducha y salieron de la habitación, caminaron hacia un pequeño restaurante de comida típica, Fernando aprovechaba cada momento posible para acariciar a Lourdes, además la observaba como tratando de atraer a su memoria recuerdos del pasado, ella lo comprendía, debía ser dificil no poder recordar nada de tu pasado.
El mesero los acompañó hasta una mesa colocada frente a la ventana del restaurante en el cual se podía apreciar la belleza de los volcanes. El teléfono de Fernando sonó y se disculpó con Lourdes, para atender la llamada de su madre; él habló por unos minutos y ella apreció el paisaje que tenían frente a ellos, al mismo tiempo en que su cabeza y corazón trabajaban incensamente para tomar una decisión.
-¿Fernando?-. Él levantó la mirada, leía la carta del menú. Lourdes se contrajo y colocó ambas manos sobre los costados de la silla, estaba muy nerviosa, había pensado en un pequeño movimiento y no sabría si iba a funcionar, sabía que estaba siendo egoista, sabía que no era parte de su naturaleza actuar así, pero, deseaba de todo corazón seguir sientiendose feliz; sabía que ambos lo necesitaban y que lo merecian; después afrontaría el precio de su decisión.
-Dime amor-. Los ojos azules de aquel hombre la miraban atentamente y tuvo que tragar saliva para poder continuar con su cometido; tenía miedo, pero también estaba decidida... -Quiero hacer un trato contigo-. Él sonrió e inmediatamente mostró sus hermosos hoyuelos. -Díme mi hermosa negociadora, soy todo oidos!!!-. Ella extendió su mano y lo colocó sobre la mano de él. -Quiero que me des un tiempo para contarte todo nuestro pasado juntos, todo aquello que no recuerdas..- Él la observó un poco confuso; sin embargo ella continuó. -Sé que puede sonarte una tontería, pero quiero que me des un tiempo para .....- Él tomó su mano fuertemente y observó que temblaba; sintió una fuerte preocupación por ellas, temía que algo muy delicado hubiera sucedido, pero no iba a permitir que nada manchara lo que estaba pasando entre ellos dos, aunque con ello tendría que obviar conocer parte del pasado, por tanto, se incorporó para depositar un dulce beso en sus labios. -Cariño, escuchame-. Fernando tomó el rostro asustado de Lourdes con ambas manos, a pesar de las miradas de los clientes y empleados del restaurante y añadió. -No sé que te tiene tan asustada, sin embargo si tú consideras que lo mejor es que no hablemos del pasado, yo lo respetaré y tu tendrás el tiempo que necesitas para decidir en el momento en que quieras hablarlo, ahora, solo disfrutemos de esto maravilloso que estamos viviendo, no hay nada más que quiera que sea estar a tu lado, no hay nada más que desee que escuchar tu hermosa voz que me acaricia, no hay nada que desee que verte sonreir y si obviar por un momento esta conversación te hace feliz, yo lo respetaré-. Cuando Fernando terminó toda la frase, ella pudo volver a respirar, sentía que su vida dependia de lo que él tenia que decir; pero ahora podía sonreir. Ella lo besó y le agradeció. -Ahora come cariño, que aún tenemos una noche por delante-. Ella abrió los ojos como platos y él le guiñó el ojo con malicia; ambos sonrieron.
Editado: 06.04.2020