Tu perdón es mi salvación

NUNCA SOLA

Lourdes abrió los ojos lentamente, había tenido una pesadilla que le provocaba que su corazón latiera de prisa, pero no podía recordarla claramente...sin embargo conforme fue despertando se dió cuenta que se encontraba en un lugar desconocido, sus manos estaban atadas por lado frente, provocándole un dolor intenso, sus pies también estaban atadas y en ese momento fue comprendiendo que lo que había soñado también era una realidad; había sido secuestrada cuando se encontraba en la playa y luego había sido sedada y trasladada a algún lugar que no reconocía. El cuarto era pequeño, pero bastante limpio, con una  cama mediana en el centro, un mueble de ropa, una mesa de madera y una silla ejecutiva; parecia una habitación ocupada por un hombre, ya que habían algunos artículos de pesca recostados sobre la pared y una guitarra; sobre una mesa de noche observó algunos portaretratos y su sorpresa fue mayor cuando reconoció sus fotografias, una era antigua, parecía tener unos 20 años, la otra era muy reciente, tanto que podía recordar cuando había estrenado el vestido que lucía en ella; era la de la presentación de su sobrina en la iglesia; sintió una extraña sensación en el estomago al darse cuenta que había estado siendo vigilada y que aquella persona e incluso la había fotografiado sin darse cuenta; tuvieron que pasar varios minutos para que se pudiera reponer de la sorpresa que ésto le había provocado.

En la otra habitación se podía escuchar voces de hombres jugando animadamente videojuegos; además Lourdes comprendía que no se encontraba lejos de la playa, podía escuchar el ruido del mar a corta distancia. De repente escuchó un gemido doloroso que provenía del suelo; hizo un movimiento lento; ya que en la situación en la que se encontraba no le era para nada fácil la movilidad.

Finalmente logró estar frente a la persona y su sorpresa fue enorme al darse cuenta que éste se encontraba golpeado; con la ropa rota; de su cabeza brotaba un hilo delgado de sangre; ella le habló bajito, no tenía fuerzas ni para levantar la voz...el hombre levantó el rostro y pudo ver aquellos ojos con circulos morados a causa de la golpiza que le habian propinado. Todo su cuerpo se erizó al entender de quien se trataba; Fernando estaba frente a ella completamente irreconocible y entonces comprendió que en los últimos segundos que estuvo consciente antes del secuestro, aquel que había gritado había sido Fernando. Lourdes lloró en silencio, se acercó a él y le habló bajito: "Fernando, ¿estás bien? "- Él no contestó. -Fernando, escúchame-. Pero de nuevo no recibió respuesta. Estuvo unos minutos más insistiendo; hasta que de repente la puerta se abrió; ella miró inmediatamente aquella figura delgada; ya era tarde, debía ser las 6 o 7 de la noche. Lourdes no podía distinguir a la persona, hasta que éste se colocó frente a ella y  escuchó su particular voz....de nuevo su cuerpo se erizó al descubrir de quien se trataba... -"Hola muñeca"-.
 

 

 




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