Tu perdón es mi salvación

EL SECUESTRO

Las horas habían transcurrido y Lourdes había orado, limpiado las heridas de Fernando que aún se encontraba desmayado y no había probado alimento, estaba tan absorta en lo que hacía, que había olvidado a los dos hombres que había escuchado en la otra habitación, de repente la puerta se abrió y los 2 hombres ingresaron de nuevo cubiertos con pasamontañas; se acercaron a Fernando y lo levantaron de un solo movimiento, Fernando empezó a despertar; el primer hombre lo detuvo y el otro le dio un fuerte golpe en el estomago. Fernando soltó un gemido de dolor y Lourdes gritó -déjenlo-. Ellos sonrieron y lo golpearon de nuevo. Lourdes tomó el plato que contenía la fruta y lo lanzó fuertemente contra el hombre que golpeaba a Fernando, el plato golpeó el brazo de aquel y cayó al suelo, haciendose en muchos pedazos; el hombre soltó un fuerte grito, enfurecido soltó a Fernando que cayó en los brazos del otro y se acercó a ella; cada vez mas furioso la tomó de los hombros y le gritó. -Puta, ¿que has hecho?-. Intentó golpearla, pero el segundo hombre gritó. -Suéltala estúpido-; no es por ella que hemos venido. Lourdes estaba muy agitada, pero algo en su cabeza se encendió, le pareció conocer esas voces. -Después nos encargaremos de ella-. Ambos discutian y eso le permitió a Lourdes acercarse a Fernando que empezaba a despertar y a quejarse, estaba en el suelo al lado de la cama, ella le cubrió la boca para evitar que hiciera algún ruido, no quería que ellos al saber que estaba despierto quisieran continuar haciéndole daño.  -Imbécil, sábes que ese estupido la quiere para él-. -No me importa la perra, solo quiero el dinero y cobrarme con ese hijo de puta por todo lo que nos ha hecho-. Lourdes nunca se había sentido tan confusa en su vida; deseaba proteger a Fernando, pero también quería descubrir de quienes se trataba...y parecía que cada vez la situación era mas clara.

Fernando observaba a Lourdes totalmente confuso, ella continuaba cubriéndole los labios y se acercó lentamente a hablarle al oido -cállate por favor; cierra los ojos y no te muevas-. Él  no obedeció, el miedo era tal en los ojos de aquella, que necesitaba ayudarla, pero su cuerpo le dolía como nunca, era seguro que tenía algún miembro de su cuerpo roto, porque el dolor era cada vez más intenso. 

Los hombres se alejaron de la habitación sin mirar a aquellos, continuaban discutiendo sobre el dinero y la situación de Fernando y Lourdes. 

Cuando estuvieron solos, ella descubrió la boca de Fernando y con los ojos aún inundados de miedo dijo: -Estamos secuestrados Fernando y tú estás muy lastimado-. Él hizo todo su esfuerzo por moverse, pero no le fue posible. -Lulú, no te preocupes, yo te protegeré-. Lourdes cerró lentamente los ojos, aquel hombre continuaba siendo su protector, aunque en esas circunstancias, esa labor era imposible. -Lourdes, perdóname- Dijo....y cerró lentamente los ojos. Se habia desmayado de nuevo y en ese momento un pequeño hilo de sangre había salido de sus labios. 

 




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