Tu perdón es mi salvación

MINUTOS INFERNALES

-Cariño, no voy a permtir ese comportamiento-. Dijo Oswaldo con palabras suaves, pero llenas de rabia. Lourdes lo observó con ojos bañados de lagrimas a causa de la fuerza realizada por el vómito. -No vuelvas a hacerlo de nuevo-. Dijo. Lourdes no entendía a que se refería. De repente la tomó del cabello. -No escaparás Lourdes, no escaparás de mi, si eso es lo que intentas-. Dijo, viendo la carretera, pero sin soltarle la cabellera; Lourdes pensó en que cada minuto que Oswaldo perdía más la cordura y temía mucho más por su vida y la de él mismo. 

Lourdes cerró los ojos, estaba demasiado débil para discutir o para algo tan sencillo como asentir; solamente oraba por que el hombre de la gasolinera haya comprendido sus señales y haya leido lo escrito en la camiseta. De repente Oswaldo se salió de la carretera y tomó una carretera de tierra; el corazón de Lourdes palpitó de prisa, sus esperanzas cada vez más desaparecian; si el hombre hubiera llamado a la policia, ellos buscarian en la carretera principal; encontrarla en un lugar tan alejado era cada vez más imposible.

-Cielo- Dijo. -Necesito que bajes del auto cariño-. Oswaldo se había estacionado en una área boscosa, junto a un río. -Sus palabras eran dulzonas y llenas de malicia. Lourdes se negó, se quedó sentada en el asiento del auto. -Te estoy hablando mi vida-. Las palabras sonaron más impacientes. -No me bajaré del auto Oswaldo, hasta que me digas que piensas hacer-. 

Oswaldo bajó la mirada y se acercó lentamente hacía Lourdes y con un movimiento rápido la tomó de ambas manos. -Suéltame-. -No cariño, desde ahora en adelante, harás lo que yo te diga, cuando yo te diga-. Lourdes intentó soltarse de sus manos, pero él la tenía tomada con fuerza. Él bajó la mirada a sus senos y empezó a besarlos. Lourdes insistía en que la soltara, él tomó su boca a la fuerza y la besó con brusquedad, Alma trajó a su mente aquellas sombríos recuerdos del pasado, estaba a punto de ser violada de nuevo; sin embargo está vez no pensaba rendirse, iba a luchar hasta el último momento por evitarlo. Alma aprovechó para morderle con fuerza; ese movimiento consiguió un golpe en el rostro que la hizo caer del auto, ya que la puerta continuaba abierta. Lourdes tomó fuerza de flaqueza  y se levantó lo más de prisa que le fue posible para huir, pero Oswaldo ya estaba de nuevo frente a ella. La tomó del cabello y le habló muy cerca del oido. -Quítate la ropa perra-. Lourdes sintió como esas palabras la desgarraban por dentro; aquel hombre que ahora la ofendía de tal manera, había sido aquel con el que un tiempo atrás iría al altar y con el que pensaba formar una familia. -Si fuera ese desgraciado no te negarías ¿verdad?-. Ella no contestó, quería guardar sus energías para luchar, pero ahora ya no con simples palabras, con todas las fuerzas de su ser....

Lourdes corrió, pero sus energias no eran suficientes y Oswaldo la alcanzó con facilidad, tomó su blusa y la desgarró, ellá lo tomó de los cabellos, pero él hizo lo mismo y con la fuerza del movimiento ambos cayeron al suelo. Oswaldo luchaba por despojarla de su ropa, ella por quitarselo de encima. 

-Deja de luchar mujer, que hagas lo que hagas, serás mía, me perteneces-. Ella continuaba su lucha con uñas y dientes, -no te pertenezco ni lo haré jamás-. 

Lourdes tenía unos segundos analizando su siguiente movimiento, cuando con todas sus fuerzas, le dio un certero golpe a su atacante con una piedra que obtuvo al caer al suelo. Oswaldo gritó de dolor y se tomó rápidamente la cabeza, de nuevo lo golpió, sabía que él reaccionaría y que ella perdería su oportunidad de escapar. Oswaldo cayó al suelo gimiendo de dolor.

Lourdes se pusó de pie e intentó subir al auto y escapar, pero no encontraba las llaves, por lo que decidió hacerlo corriendo, cada segundo era valioso y no podía dejarlo ir.  Había recorrido unos cuantos metros, cuando escuchó un ruido estruendoso y luego un calor infernal que entraba  por su espalda, instantes después caía al suelo, completamente inconsciente. 

 




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