-La hemos encontrado- Dijo el policia al otro lado del teléfono; Arturo había sido contactado por uno de los policias que lideraban la búsqueda. Ambos primos se miraron, no había nada que decir, Arturo aumentó la velocidad y 5 minutos después estaban estacionándose junto al resto de patrullas, sin embargo observaron que también estaba llegando una ambulancia. El corazón de Fernando palpitó con fuerza, había una esperanza, si Lourdes hubiese estado muerta, no hubiese habido necesidad de llamar a la ambulancia; el INACIF era el responsable del levantamiento del fallecido.
Fernando corrió detrás del enfermero, quien ya llevaba una camilla sobre el hombro. El área estaba restringida con cintas de seguridad, pero Fernando evadiendo las cintas llegó hasta Lourdes, que se encontraba boca abajo, sobre sus espalda corria hilos de sangre. Fernando la observó y pensó que era la peor pesadilla de su vida, deseó ser él quien estuviera en su lugar, deseó haber llegado antes y evitarlo; sin embargo los policias lo tomaron de los brazos, Fernando gritaba que debía ayudarla, estaba totalmente descolocado, quería ser él quien la levantara del lugar; no quería separarse de ella. -Tranquilízate- dijo Arturo, -deja que los paramédicos hagan su trabajo-. Sin embargo Fernando insistía en acercarse. -Señor, si usted no se tranquiliza, tendremos que sacarlo de aquí-. Arturo lo tomó de los hombros. -Amigo, no la ayudas si estás en estas circunstancias, tranquilízate por favor-. Fernando tenía el rostro bañado en lagrimas, se recostó sobre el hombre de su primo. -Si ella muere, yo muero con ella-. Arturo lo abrazó con fuerza. -No lo hará, tu chica es fuerte, solo confía, ella saldrá de ésta!!!-. -Ahora vamos, tenemos que seguir a la ambulancia hacía el hospital.
Los paramédicos colocaron a Lourdes sobre la camilla, tomaron sus signos vitales, los cuales eran débiles, pero aún vívia y eso era esperanzador.
Editado: 06.04.2020