Ya no escribo para que me leas,
ni para que no me olvides.
Puestos a decir toda verdad,
ahora te digo,
que escribo para no olvidar.
Para poder recordar.
Porque pasa la vida
y cada vez estás más lejos.
Cada día más.
Y aunque me alegro
de la tierra de por medio,
no puedo zafarme de un tiro
de todos mis recuerdos.
Ni del ideal adolescente
de amor y pasión
que dejaste en mi mente.
En días como hoy,
mi pituitaria huele
a la señorita rebelde.
A orquídea amarilla
disecada por el tiempo.
A vainilla líquida,
con tilde.