Cuándo llegó la noche me preparé, me puse un vestido con mangas y unas botas altas que llegaban a mi rodilla; todo era de Sol, es julio, refresca, y ayer solo tuvimos un breve verano. Sol me aliso el pelo, ya creció bastante luego de haberme cortado por los hombros, no me maquille demasiado solo lo útil y básico. Me despido de Sol y salgo afuera, veo el auto de Paolo pero no lo veo a él, siento una presencia detrás de mí, iba a voltear pero dos manos taparon mis ojos, sabía perfectamente que era Paolo
~Tormenta, se que eres tú - comentó con obviedad y él echa una risita que me erizo la piel
~Es raro que vuelvas a llamarme así Pastelito - dice y saca de mis ojos su mano, lo volteó a ver y como siempre luce perfecto, lleva una gabardina negra y con unos pantalones negros, todo era negro menos sus ojos que brillaban con intensidad, la luz de la luna alumbra por sus perfecta cara – Deberíamos irnos, tiene que ser una buena noche, al menos eso espero
Lo último dijo al casi susurró, ya tenía un mal presentimiento, accedí a su cita por la razón de saber una respuesta de parte de él, yo sabía que nada de esto sería bueno, solo me traerá decepción pero no me sorprendería que sucedería algo así, pero por ahora pensaré positivo y la estaré tranquila, se que él se irá nuevamente. Nos subimos al auto y nos dirigimos a la carretera, recuerdo lo último que me dijo Sol:
–Si no encuentras la respuesta correcta puede ser que no estés formulando la pregunta adecuada–
Y pienso: —¿Cuál es la pregunta adecuada, realmente quiero una respuesta
Siento una mano agarrar las mía, sacándome de mis pensamientos, miro la mano de Paolo junto con la mía y luego alzó la mirada a sus ojos estos me miran un tanto triste
~¿Estás bien? estás muy callada y pensativa, me preocupa - inquiere y suelta mi mano para volver a poner en el volante, me quedó dudosa y luego reaccionó
~Estoy bien, estaba pensando cosas sin importancia - respondo y miró por la ventana. Estábamos raros, yo lo sentía y se que Paolo también, no se porque pero mi corazón late fuerte y en el fondo siento tristeza, lo vuelvo a mirar y este luce igual que yo, con una cara de preucupado y disgustado, sin pensar dos veces agarró su muñeca - ¿Puedes estacionar el auto? - asiente un poco sorprendido, para en la esquina y me mira - A ti te pasa algo, si estás depremido nuevamente sólo dilo, sabes que tienes una amiga - recibo una mueca como respuesta y luego una leve risa sarcástica
~Estoy bien, sólo que, bueno no importa - dice negando y yo le gruño - hay problemas en la empresa y me deja angustiado, pero tranquila no dejaré que me arruine - me da una sonrisa cálida y yo agarró con mis dos manos su cuello y lo acercó a mí
~Eres un idiota, ¿sabés?
~Lo sé, me repites muchas veces - reímos y emprendemos nuevamente camino, luego de varios minutos paramos y Paolo estaciona en la calle - Bueno, caminaremos a partir de aquí - bajamos y caminamos, entramos en un callejón oscuro y agarró el brazo de Paolo - ¿Tienes miedo? realmente eres una pequeña niña - lo miro mal y lo suelto, este ríe y vuelve agarrar mi mano y entrelaza con la suya, me quedó observándolo y este da vuelta a mirarme - Te protegere, niña bonita - eso me hizo sonrojarme, por suerte es oscuro y no lo va a notar, seguimos caminando hasta que llegamos a un campo de fútbol pero el seguía caminando más rápido - Falta poco, ¡vamos! - Paolo me tira, apurandome, cruzamos un montón de plantas colgantes y para- Es aquí
Miró el lugar abierto, está lleno de lapachos blancos, el pasto está repleto de sus hojas blancas, es hermoso, a lo lejos veo una iluminación bajo un árbol y una mesa acompañada de dos sillas
~Es otro de mis lugares favoritos, pero este es más, aunque creó que no, tengo otro lugar mucho más favorito - lo miró curiosa
~¿Cuál es? - este sonríe cabizbajo y luego me mira
~¡Ven! que se enfría la comida que hice - este agarra mi mano y me lleva donde el árbol iluminado, me hace sentar en la silla y luego se sienta él, abre la tapa que estaba por el plato y también la suya - ¡Tagliatelle al funghi porcini! - exclama con acento italiano y yo lo miro raro
~Es pasta - digo analizando el plato, asiento lentamente - tiene hongos - asiento otra vez lentamente - ¿Me quieres envenenar? - Paolo echa una carcajada y niega
~No, las pastas es lo único que se me da bien, y no es venenoso - contesta y se agacha para sacar dos copas y una botella de vino - Sólo por hoy te permitere tomar, ¡ah sí!, una copa basta - me apunta serio y luego empieza a servir
~Que mal ejemplo das, se supone que para ti soy una niña, que mala enseñanza profesor - digo negando y este deja la botella en la mesa y me observa fijo
~¿En serio piensas que enseño mal, alumna mía? - su mirada baja a mis labios - Tus labios me dicen lo contrario - nos quedamos mirándonos seriamente - Mejor empecemos a cenar, que podría confundirme y comerme otra cosa - La comida estuvo bien, siempre me dio asco los hongos aunque nunca los había probado, con Paolo aprendí y descubrí muchas cosas que no sabía y creó que eso fue lo mejor de estar con él, tomé la copa de vino pero me sabía amargo, hice una cara asqueada
~¿Ves?, el alcohol no es para ti, el alcohol no es bueno - comenta y yo le alzó una ceja interrogante
~¿Acaso tú,no la estás tomando? eres una paradoja dices eso pero estás haciendo lo contrario, del dicho a hecho - expongo y él me sonríe de lado
~Me encanta serlo, me encanta romper las reglas - toma su vino y alza la copa cómo festejo - ¡Salud!
~¡Salud! - chocamos copas y di un trago, la noche se tornó tranquila, se escuchaba a los grillos, el viento soplaba por nuestras caras, era un viento que te abrigaba con su brisa, un viento arropador y daba tanta paz. La luna estaba en su máximo esplendor, las hojas caían lentamente al suelo, la noche era maravillosa, era como una orquesta todos tocaban una melodía, todos encajaban en un mismo tono, me encantaba, más la atenta mirada gris sobre mí que daba un poco de emoción a esta noche, todo estaba resultando bien