Nuevas cosas que pensar
Y cuando menos lo pensé, aparecio el y todo en mi, olvido tu nombre.
3 años atrás, New York
Camine a paso veloz en dirección a mi oficina, mientras tarareaba una simple pero hermosa cansion, era importante llegar a hacer todas aquellas cosas pendientes que deje antes de irme, mire a mi alrededor mis empleados me miraban atónitos, solo me limite a rodar mis ojos.
Indiferencia, eso era lo unico que sentia.
–Señorita Davis, el inversionista llegará en 15 minutos –dijo mi secretaria caminando a todo prisa a mi costado.
Quise maldecir, no lo hice, al menos no en voz alta.
–Prepara todo, voy para allá –murmure , supe que se había ido cuando deje de escuchar su irritante voz a mi lado.
Después de varios agobiantes minutos, llega sin ninguna molestia mas a mi oficina y por un momento creí que las distracciones se habían acabado, sin embargo supe que estaba equivocada, cuando me encontré con la agradable sorpresa de una visita, definitivamente mi día empezaba a ser caótico.
Ahí estaba sentada en mi escritorio y mirándome con mala cara y por sus gestos sabía que estaba bastante enfadada.
Sofia Smith, mi mejor amiga y cara de la editorial.
Maldita sea con mi secretaria, debió avisarme.
Suspiré, sabía el gran sermón que se me avecinaba.
–Me podrian explicar, porque carajos has rechazado 10 buenas ofertas de inversionistas –me reprocho, con molestia.
–Oh, hola Lea, ¿como estas?, ¿Has estado bien?, ¿Que cuentas?–ironize, mientras me acercaba a mi escritorio–, Oh hola, si estoy bastante bien, ya sabes las cosas has estado criticas pero nada fuera de lo normal.
–Déjate de mierdas, Lea –reclamo mucho mas furiosa.
–No me agradaron.
Parece ser que ocupe las palabras incorrectas pues ahora tenia el presentimiento que tenia unas ganas inmensas de matarme. Tenía un don para sacar de quicio a la gente.
Nota mental. Comenzar con mi testamento, en caso de mi posible asesinato.
–¿No te agradaron?, por dios Lea, eres una mujer inteligente.
–Si, y es por eso que te digo que ellos no valían la pena.
Me miró, y dijo con un tono amenazante, algo que sinceramente me dio escalofríos.
–Lea, eres mi mejor amiga, pero si no encuentras un inversionista –murmuró, seriamente–, no habrá resultados bonitos, creeme.
Si mi mejor amiga tendía a amenazarme bastante, bastante diria yo.
–Bien –acepté de mala gana.
Tome mi carpeta de mi escritorio de una manera brusca y antes de salir le di una muy merecida mirada rencorosa, muy maduro de mi parte, lo se.
Esta seria mi primera reunión con un inversionista en aproximadamente un año, y me fascinaba la idea tanto, que no tenia ni las mínimas ganas de entrar, lastima, tenia que.
No quería acabar con la paciencia de sofía.
A unos pasos de la sala de juntas, solo rezaba que no fuera un inversionista inútil, ya estaba a nada de perder mi poca paciencia, era tan difícil que por obras del destino, un inversionista que valiera la pena, se presentara en mi pobre y amargada vida
A este paso parecía imposible.
Una vez entré, ya estaban ahí todos los presentes, a mi lado mi secretaria...
Vaya, parece que la pobre no tiene nombre.
M I S E C R E TA R I A.
Me tendió un archivo, donde estaban los datos del hombre con el que me reuniría, no alcance a leerlos, pues una masculina voz, me interrumpio.
–Buenos Días –dijo con un tono serio.
Alse la mirada con aburrimiento, no tenia ni las mas minimas ganas de fingir una sonrisa, sin embargo mis ojos se encontraron con una agradable sorpresa, ese hombre era sin dudarlo un dios, tenia un brillante cabello negro, facciones reluciente y unos hermosos ojos azules. vale, puede que lo haya mirado mas de la cuenta.
–Buenos días caballeros –salude con algo de cordialidad y les estire la mano a los dos hombres que había en la sala.
El otro hombre que hasta ahora solo me había mirado con nerviosismo, se paró a toda prisa y correspondió mi saludo, segundos después me soltó.
–Buenos días, señorita Davis.
Lo ignore, pues mi atención estaba centrada en el.
Estoy segura que por un momento el me reto con la miraba, analizaba mis expresiones, mis movimientos, no de una forma lujuriosa, no, de una forma calculadora, mordí mi labio inferior con bastante interés.
Esto sería muy divertido.
–Comencemos con la reunión –orde de una forma precavida, mientras tomaba asiento.
Quise decir algo mas, sin embargo una pregunta repentina e inesperada llegó como un rayo a mis oídos.
–¿Se cree capaz de llevar a la cima esta editorial, usted sola? –encaró, el témpano de hielo, quien por cierto me empezaba a crear una intriga bastante irritante.
La pregunta llegó tan inesperadamente que logró dejar plasmada, por suerte me recompuse rápidamente, no podía bajar la guardia.
–¿Disculpe?
–¿Cree usted que podrá sacar adelante esta empresa?
Oh, el hombre quería jugar, pues vamos a jugar, a mi manera.
–No.
Por un momento pude ver la sorpresa en sus ojos, sabía que no se esperaba mi respuesta, lo sabía perfectamente, y es por eso que era tan divertido.
–¿No? –me miro, me miro esperando que estuviera bromeando.
–No –repetí, con indiferencia –No creo que la voy a llevar a la cima, se que lo haré
Se mantuvo sereno.
–Posee mucha confianza, señorita Davis.
Quise reír, obviamente me contuve.
–Me sobrestima un poco, no soy el tipo de mujer que deja las palabras al aire.
–Puedo notarlo, Pero ...–se paró de su asiento, y se acercó lentamente hacia mi, cuando estuvo centímetros de mi cara dijo–, ¿que gano yo al confiar en su palabra?.
–Una agradable espera, para ver el resultado de todo –susurre, contra su cara– Esto es lo mas divertido del juego.