Las historias que nos cuentas a nosotros de niños están llenas de fantasía, actos imposibles y, a veces, seres completamente diferentes a lo normal. Y, claro, como buenas historias, también poseen algo de verdad.
¿Alguna vez te has preguntado si existe algo más allá de lo que tú conoces? ¿No has llegado a sentir que no conoces toda la verdad, como si existiera un mundo completamente nuevo escondido detrás de mentiras disfrazadas de verdades?
Si es así, déjame decirte que estás en lo correcto. Hay cosas que hasta el mismo pasado esconde del mundo.
Aquello que con el tiempo se olvidó y, por supuesto, con los años nadie creyó, es lo que logró que mi especie sobreviviera todos estos siglos. Ser diferente en un mundo inundado de personas que le temen a lo extraordinario, a lo especial, raro y único, es un infierno asegurado. La ignorancia de los humanos nos dio la oportunidad de prevalecer muchas generaciones más.
Es por eso que hoy todos los llamados "Hijos de la luna" viven su día a día haciéndose pasar por simples mortales, viviendo en ciudades humanas o en manadas lejos de los ojos humanos, en su propia civilización, como el lugar de donde yo provengo.
El lugar al que no deseo volver, no después de todo el dolor que pasó ahí.
Y la verdad, en mis planes no está la idea de regresar. Ahora, tengo una vida completamente diferente; Yo no soy la misma. Y si soy sincera, soy mejor de lo que pude haber imaginado hace años.
-Interesante...
Aquella voz logró sacarme de mi ensoñación. Miré a mi lado expectante; No sabía qué pensar acerca de los gestos del hombre a mi lado, parecía indiferente o muy serio, ni idea, y bueno, hace un buen rato había dejado de intentar entender a Dereck.
Él era un cubo de hielo andante, y nadie podía negarlo.
–¿Interesante? –dije incrédula–. Dámelo, pensándolo bien, no lo he terminado.
Intenté quitarle el ordenador de sus manos; Sin embargo, el muy idiota me soltó un manotazo. Obviamente lo miré ofendida.
–No me presiones –murmuró con los ojos en la pantalla. Solté un resoplido de molestia, pero esta vez me limité a no intentar volver a tomarlo.
Después de unos minutos, que sinceramente me parecieron eternos, él cerró el computador y se quedó con la mirada fija al frente, sin mirar a un punto en específico, con un gesto pensativo. Mis nervios aumentaron sobremanera; Este hombre sabía cómo jugar conmigo
Mientras el revisaba la novela como el experto que es, me dedique a observar a mi alrededor, la decoración de mi oficina seguia exactamente igual con el tiempo, las tonalidades blancas y negras, cubrían la mayor parte de la oficina, tenia un par de cuadros, diplomas y reconocimientos en las paredes, dirigí mi mirada a los grandes estantes de libros a mi derecha, no podia ser la dueña de una editorial sin ser amante de los libros, mi oficina era moderna y minimalista hasta cierto punto.
Todo lo que tengo aquí, tiene una función, un porqué.
Salí de mis pensamientos cuando Derek por fin se decidió a hablar.
–Su estructura es buena, la trama cumple con las expectativas y tiene un buen seguimiento. –Comenzó a mencionar, ya cada palabra los latidos de mi corazón aumentaban–. Es buena, me gusta.
Mi cara, puedo asegurar, era todo un poema; Sin embargo, con rapidez intenté disimularlo. Estaba emocionada, estaba muy claro, y tenía todo el derecho del mundo de estarlo. El queridísimo Alfa Jones, el hombre que tira el café si tiene más azúcar de lo que ordena, el que si cometes un error es un despido asegurado, el hombre que amaba la perfección en su trabajo, el más egocéntrico y poco empático que había conocido, le había gustado mi novela.
Sin embargo, no iba a dejar que viera mi emoción. No, no le iba a dar ese placer.
–Bueno, al menos ya sé que tienes buen gusto en la literatura –tomé el computador y volvió a abrirlo, fingiendo que buscaba algo en mi trabajo.
Escuché una fuerte carcajada a mi lado.
–Eres un libro abierto, Leah, es muy fácil ver tu emoción.
Idiota.
–Es que yo sí tengo sentimientos, no soy de hielo como otros –murmuré en voz baja. Él fingio no haber escuchado mi comentario.
Sí, era la dueña de una importante editorial en Nueva York, pero eso no impide querer una segunda opinión acerca de mis proyectos. Y, pese a que no me encantaba la idea, Derek Jones era el mejor en lo que hacía, y esa era una verdad innegable.
Lo miré brevemente; Parecía que quería decirme algo, sin embargo, tres leves golpes lo interrumpieron.
–Adelante –alcé un poco la voz. Una pequeña cabeza se asomó discretamente por la puerta.
Era mi secretaria. La pobre estaba realmente nerviosa; sus ojos iban de reojo a Dereck por momentos. Parece ser que cierto Alfa sabía cómo enloquecer a las mujeres sin importar la especie, algo admirable hasta cierto punto a decir verdad. Derek la miró con inferioridad un momento, luego desvió la mirada y la ignoró de una manera olímpica.
–¿Pasó algo, Keyla? –pregunté, terminando el incómodo silencio que se había formado.
Ella se recompuso, o al menos hizo el intento.
–Señorita Davis, recibió una llamada de la señorita Smith –dijo mientras me entregaba un papel–; Comentó que era necesaria su presencia en la fiesta de esta noche.
Miré lo que parecía una invitación con asco. Debía ser una broma de mal gusto. Pero conociendo a mi queridísima amiga, sin duda no lo era.
Solté un pequeño suspiro; Tenía que comenzar a esconderme de Sofía, si no, pronto toda mi agenda se llenaría de ridículas fiestas sin sentido. Miré de reojo a Keyla, parecía algo incómoda. Y cómo no, si el simio que estaba a la derecha la ignoraba como si no existiera.
Derek Jones era un hombre con poco carisma y demasiada indiferencia.
–Puedes retirarte, gracias –dije; mi voz parecía sacarla de una pequeña ensoñación.
Ella asintio, no sin antes darle un par de miradas fugaces a Dereck, quien se encontraba de espaldas bebiendo un trago. La chica estaba completamente flechada, eso no se podía poner en duda. Era una lástima, teniendo en cuenta de quién se enamoró.