Tu Reputación

Capítulo II

 Tu Reputación. 

Yan_skyblue. 

Capítulo II

La casa Hamilt estuvo de luto el tiempo pertinente dictado por la etiqueta, pero para el Barón la pérdida de su único hijo fue devastador tanto que su luto duraría el resto de su vida; fue como el día en que perdió a su esposa hacía ya veinte años. Albert se encerraba en su despacho de la mañana a la noche y si no estaba allí salía de casa a veces por días. Nunca descuidó sus asuntos, pero sí su persona. Ni la alegría de su nieta preferida, la más parecida a su difunto hijo, fue suficiente para apartar el negro que dejó la ausencia de Robert, tanto que apenas y la veía pero nunca se percató del sufrimiento de la pequeña Kate, ni en ése entonces ni después. 

Lady Louise en cambio, luego de guardar el luto pertinente, regresó a la vida social como toda una mujer liberada lista para disfrutar de las mieles que la sociedad tenía para ofrecer la cual fue detenida abruptamente por un nuevo miembro de la familia inesperado. Laura, la pequeña rubia de ojos castaños, era instruida por una institutriz para convertirse en la dama perfecta cuya madre le llenaba cada día su tierna cabeza de ideas y ambiciones, mientras Katherina era dejada de lado para vivir como un animalito sabiendo sólo lo básico en etiqueta gracias a su nana. 

Dos meses luego del incidente, Louise supo de su embarazo, eso alegró el viejo corazón del Barón quien esperaba con todas sus fuerzas fuera niño para heredar su título, ya no dejaría a sus niñas desamparadas a merced de su madre derrochadora o un familiar lejano malévolo. Para la dama, su embarazo sólo era el recuerdo de las últimas noches que pasó con su desagradable esposo, cuando el muy canalla la obligó a compartir su cama por el bien del apellido, quiso abortar con hierbas varias veces pero no lo logró, parecía que ese bebé miserable estaba aferrado a la vida como una garrapata. Decidió asesinarlo si era niña y dejarle vivir si era niño, así, el sexo del pequeño lo salvó de una muerte prematura. 

Cuando el pequeño Robert II nació, todos festejaron a pesar de su salud delicada, se convirtió en el sol del hogar con su cabello cobrizo y sus ojos castaños. 

La casa parecía volver a brillar, sobre todo para quien hasta ahora fue, la menor de la familia. Cuando su madre se descuidaba Katherina entraba en la habitación de su hermanito para verlo, era tan bonito. 

En uno de tantos días llegó visita nada particular, era una de varias que aparecían para hacer negocios o hablar de negocios con Albert Hamilt Barón de Dacre, pero ésta fue particular por una sola diferencia. 

El señor Torton apareció con su hijo único Gabriel Torton, el pequeño era tímido y escuálido pero con un fuego en sus tiernos ojos azules que te hacían pensar sería un hombre fuerte. La pelirroja lo miró mientras caminaba hacia la cocina en busca de caramelos. Así se conocieron formalmente Gabriel y Katherina quienes a pesar de tener ocho y seis años, congeniaron de inmediato haciéndose amigos de juegos y camaradas de aventuras infantiles. 

Se veían cada semana para jugar en una u otra casa, se contaban confidencias, peleaban para luego reconciliarse entre risas, se prometían amor eterno cuando crecieran y hasta llegaron a hablar con sus padres del llamado matrimonio que fue tomado como una mera broma, sobretodo por Lady Louise, quien deseaba el matrimonio de su hija mediana fuera con alguien repugnante para verla sufrir en nombre de su miserable padre. 

Los niños jugaban en el jardín trasero de la casa Torton cazando mariquitas en un soleado día de abril próximo al cumpleaños de Katherina cuando alguien nuevo apareció, un jovencito rubio de ojos grises el cual no les dedicó el más mínimo saludo, solo se sentó en una de las sillas de jardín colocadas cerca del rosal para leer un libro que a la niña Hamilt le pareció aburrido, ¿qué niño leía libros de colores tan aburridos en lugar de jugar?, Gabriel se le acercó ofreciéndole una de sus mariquitas atrapadas pero el jovencito le ordenó con arrogancia, dejar el animal en su lugar. 

—Eres un malagradecido. — reclama Torton viendo sus mariquitas atrapadas con tanto esfuerzo sobre el césped, ese niño le había golpeado la mano para que las dejara ir. 

Gabriel apretó los dientes molesto, iba a golpearlo pero su amiga interrumpió. 

—Te puedo dar de las mías. — consuela Katherina acercándose con buenas e inocentes intenciones. 

Inmediatamente sintió la mirada pesada del niño de ojos grises, la recorrió entera con una mueca de disgusto para nada disimulada. Su cabello enmarañado, sus pecas, sus ropas sucias, sus medias ya rotas, sus zapatitos lodosos, todo eso vio el joven Henry Wellesley, heredero del ducado de Wellington, uno de muchos niños que se obligan a crecer rápido para demostrarse a ellos y su familia honor al apellido, uno arrogante sin pizca de consideración ajena. 

—Las damas aún a esa edad deben ser prolijas y educadas — acotó severo. —, no cerditos en corral. —

—Eres un majadero. — Katherina dejó los insectos en el suelo para caerle a golpes al rubio ante la mirada atónita de su amigo. 

Henry se defendió lo mejor posible sin golpearla o su madre le reprendería si se enteraba. Para tener seis años y él diez la niña golpeaba fuerte, parecía un gato callejero rabioso, le arañó los brazos y le golpeó la cabeza hasta que el señor Torton y su padre interrumpieron al ser llamados por Gabriel. 

Los separaron, Katherina aún lanzaba patadas furiosa hasta que le pidieron con voz autoritaria comportarse, ella bajó la mirada sonrojada de vergüenza. 

El duque se rio notando a su pequeño heredero con las ropas sucias, pequeños arañazos y el cabello revuelto con cara de rabia. Henry era normalmente muy distante y meticuloso llevando el peso de su destino muy enserio desde que aprendió a leer, pero está niña pelirroja de ojos azules acababa de remover emociones en él, aparte de claramente golpearle más el orgullo que otra cosa. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.