Tu Reputación

Capítulo VII

Tu Reputación. 

Yan_skyblue. 

Capítulo VII.

 

Casa Hamilt. 

El gran salón de la mansión resplandece con luces de velas, las cortinas blancas y celestes cuelgan de las columnas, el piso fue preparado para que fuera adecuado para el baile, los jarrones de flores perfuman cada rincón y macetas de plantas exóticas adornan las esquinas; la mesa de ponche y bocadillos fue adornada para ser colocada en el salón adjunto mientras el comedor era montado cuando llegara el momento de la cena. 

Todo estaba perfecto, como la damita que sería agasajada. 

Era la presentación en sociedad de Laura Hamilt finalmente, a sus diecisiocho años -un poco tarde de lo normal- debido a la salud delicada de su abuelo. Katherina camina por el pasillo más pendiente de no ser vista por su madre o alguien que pudiera echar abajo sus planes de husmear en la fiesta, sabía que nunca podría tener la oportunidad de ver un baile ya que su madre amenazó con casarla con un tal Sr. Wickham cuanto él se decidiera antes de su presentación, un señor casi de la edad del abuelo Albert. Afortunadamente para Kate las esquinas poco iluminadas juegan en su favor, se quedó finalmente tras unas plantas en la esquina derecha del salón de baile donde podía observar a medias las parejas danzar. 

Laura se movía con gracia, parecía casi flotar, aparentemente flotaría toda la noche ya que la chica recibía propuestas por montones, para ese momento quizás tendría su cartilla llena. 

Muy a pesar de sus ojos castaños ella era considerada una belleza rubia apegada a los cánones para las damas de alcurnia, Laura poseía una piel de porcelana que la hacía resaltar, su figura era delgada aunque con curvas decente donde debería, sin una tan sola peca en su precioso rostro suave y angelical con una gracia fastuosa refinada digna de los mayores halagos, perfecta en toda regla, una beldad absoluta y quizás terminaría casada para el final de la temporada. 

Lastimosamente su hermana menor, la intrépida joven de diecisiete años que se escondía tras las plantas, era lo contrario a su hermana mayor. Katherina en estos años creció poco, era demasiado delgada lo cual le daba un aspecto algo escuálido, su piel pálida llena de pecas no era considerada hermosa, sus ojos azules no resaltaban mucho gracias a los colores que siempre usaba en vestidos, su cabello aunque ondulado era demasiado rebelde por lo cual los bucles rojizos se salían de cualquier recogido y por si fuera poco, tenía una reputación de torpeza que trascendía a la de su hermana mayor a pesar de todavía no haber sido presentada en sociedad; tales "cualidades" hicieron a Katherina darse cuenta que no se casaría nunca y tendría que ser esa tía solterona para los hijos de sus hermanos,  retirarse al campo con su madre hasta la muerte o recluirse en algún convento. 

Tres señoritas enfundadas en vestidos preciosos a la moda pasaron frente a su escondite. 

—Estoy segura que la mayor Hamilt terminará con alguna propuesta— dijo una de ellas. —, no puedo esperar a la presentación de la menor, eso sí será un chisme de ver...— las tres jóvenes que se hacían confidencias rieron al unísono. 

—¿Tan fea es?. — pregunta otra de las jóvenes. 

—Fea, poco femenina y torpe querida. — volvieron a reír. —Seguramente terminará por arruinar a la familia o protagonizará algún escándalo que deban lanzarla lejos. 

Las risas de las jóvenes se alejaban, Katherina contuvo las ganas de salir de su escondite para mostrarles cuán poco femenina podría ser, pero prefirió no arruinar la fiesta de su hermana y menos enojar a su madre, sólo de pensar en los castigos su piel se erizaba, así que prefirió irse. 

Estaba tan abatida que en lugar de encerrarse en su habitación pasó a la biblioteca de su abuelo para tomar uno de sus libros y leerlo mientras escuchaba la música del baile, quizás así olvidaría sus penas. 

Entró cuidando no tropezar con algo debido a la oscuridad, corrió una de las gruesas cortinas para dejar entrar algo de luz por las antorchas encendidas en el jardín. Subió a la escalera de madera, escuchando un crujido al cual no le prestó atención, para llegar a la última hilera del estante empotrado en la pared porque allí estaban los libros más interesantes; se estiraba tratando de alcanzar un libro  cuando escuchó la puerta abrirse, se quedó quieta en la escalera cuidando de no ser descubierta, si era su madre le golpearía porque le había prohibido bajar al primer piso, un nuevo crujido en la madera y dos personas entraron. 

—Por aquí. — dijo alguien de voz sedosa y femenina. 

La menor Hamilt sabía que era su hermana mayor, podía reconocer su voz tenue donde fuera. 

—Laura, nos estamos arriesgando, si alguien nos descubre...— 

Ahora una voz masculina la cual no lograba identificar. Tapó su boca ante el escándalo que se cernía a sus pies sin que pudiera hacer o decir nada o estaba segura que el incidente escalaría como en la reunión de hace años. 

—Will, si alguien nos descubre… — interrumpe la joven en tono seductor. —, solo tendremos que casarnos. ¿Acaso no es éso lo que planeamos?, me lo prometiste.— 

—Sí... sí— se le notaba nervioso —, pero no por un escándalo...— 

La pelirroja se estaba aguantando las ganas de gritar y sacar a ese joven, podría manchar el buen nombre de su hermana si seguían así. 

—Da igual cariño.— empujó a William hasta el escritorio lista para estamparle un beso. Si todo salía según su plan, pronto lo atraparía, aunque no era el candidato que su madre deseaba, ella lo amaba con locura, sería su esposa así tuviera que usar tretas como esas. 

Katherina casi suelta un jadeo por la impresión, estaba impactada. Jamás imaginó que su refinada y perfecta hermana diría tales cosas, se suponía era ella quien eventualmente deshonraría a la familia con sus modales salvajes. 

—¿Y si mejor vamos al jardín?, creo es menos probable que mi hermano nos encuentre. —  propuso el joven moviéndose a un lado para zafarse de la situación, él no buscaba eso. 




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