Tu Reputación.
Yan_skyblue.
Capítulo IX.
Esa mañana se sentía algo asfixiante, un poco antes de las tres de la madrugada cayó un pequeño aguacero en la ciudad atestado el ambiente de humedad, olores más allá del lodo, si no que podredumbre y sobretodo causando que los desafortunados que viven en las calles buscarán refugio en cualquier lugar para sobrevivir al frío. En el cielo las nubes de contaminación se ciernen apagando cualquier rayo de sol, este no sería un día hermoso y soleado como no los ha habido desde el comienzo de la revolución industrial.
Las cortinas grises del cuarto ocultan la escena triste dentro de la mansión Dacre, la de una joven sufriendo.
—¡MALDITA MAL AGRADECIDA!. — el grito llegó hasta la última habitación del segundo piso, lastimosamente el Barón salió de casi muy temprano sin anunciar nada dejando a Kate con su verdugo. —¡TE HAS ATREVIDO A PONER TUS OJOS EN EL FUTURO ESPOSO DE LAURA!. —
—Mamá, escúchame por favor — la pelirroja se hincó para suplicarle. —, no fui yo quien difundió el rumor, es más, no tengo idea cómo los invitados supieron lo sucedido y menos ese periódico. — las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos tristes.
—¡¿Crees que te voy a creer?!. — le jala del cabello que tanto odia, por recordarle a su patético esposo muerto. —Viste una oportunidad de que tu plan saliera bien y la aprovechaste, sabía que eras una arpía. — la soltó con fuerza haciéndola golpearse la cabeza con el suelo.
Katherina contuvo el dolor y las lágrimas, ya no valía la pena ni siquiera desgastarse por algo así, ella sabía que su madre no la perdonaría por haber sido ella y no Laura. Por favor Dios, que el duque siguiera rechazando casarse con ella o estaba segura su integridad física estaría en peligro. El primer golpe la sacó con violencia del estupor, luego llegó el segundo y uno tras otro hasta terminar incluso con los brazos moreteados. Louise se dirigió al armario de su hija para sacar todos los vestidos que tenía, los hizo pedazos con unas tijeras frente a la mirada aturdida de Kate, quien sólo moverse le dolía hasta en el alma.
—Le haremos ver al duque lo gaznápira y fea que eres, así se olvidará de ti, Laura podrá conquistarlo luego. — rompió el último vestido. —De ahora en adelante usarás los vestidos de una empleada. —
Tiró los girones de tela en el suelo junto a los otros, se retiró ahora para reprender a su hija favorita por lo ocurrido y pedirle a la institutriz de Laura regalarle algunos de sus vestidos más feos a Katherina, ella le compraría nuevos si cumplía está orden. Por su parte, la maltratada jovencita se arrastra entre los pedazos de tela hasta llegar a su cama, la sirvienta ya había corrido escaleras abajo en busca de un mozo para llamar al médico. El silencio se apoderó de sí misma, comenzaba a renegar del mundo entero cuando Robert entró sosteniendo en sus manitos algunas flores que recogió para su hermana, quizás así dejaría de llorar, ella las recibió con ternura.
—Por más que lo desees, nunca vas a arrebatarme la felicidad madre. — sonrió viendo las flores, su hermano se fue para no ser regañado.
Lady Hamilt entró al cuarto bien iluminado y adornado de su hija favorita, caminó hasta tomar asiento en la mesita de cedro donde casi todas las tardes tomaban té conversando de los pretendientes adinerados que Laura debía enamorar.
—Se supone que debías estar en la biblioteca con el duque, hija mía.— su dedo no dejaba de golpear la madera de la mesa, era obvio esperaba una buena respuesta.
—Entre en pánico, me fui — bajó la cabeza. No le diría jamás la verdadera razón era porque se enamoró a primera vista del hermano menor del duque, la reputación de libertino de William era más fuerte que cualquier fortuna, su madre no lo consentiría. —Lo lamento, madre.
—Te vi caminar a la biblioteca, busqué a Henry entre los presentes y grata fue mi sorpresa al notar él iba en dirección a la biblioteca — pausa tratando de relajarse. —, traté de distraerlo como prueba de que realmente te seguía y cuando me apartó supe tendríamos boda. Fui por tu abuelo y una vela para encontrarlos, pero no esperaba que fuera tu hermana.
—Ni siquiera sabía Katherina estaba allí
—Subestime a esa, pero no ganará la batalla así deba amarrarla y encerrarla el día de la boda. — llamó con la campanilla a la servidumbre, necesitaba un poco de té.
Laura suspiró, debía apresurarse en sus asuntos, no deseaba nada con el duque, sus sentimientos le pertenecían completamente a Will, él ya le había prometido pedir su mano pronto. Esperaba una respuesta a su carta de esta mañana, William la amaba, se casaría y serían libres.
*****
Albert Hamilt fue anunciado en el instante que la duquesa se recomponia del desmayo. Miró a su hijo con furia lista para arremeter, pero Henry le tomó de las manos.
—No puedo simplemente pretender que no ha pasado nada madre, eres mujer y entiendes las consecuencias de esto para ella.
—¡Esa niña es una torpe, ni siquiera sabe de modales, no posee dote ni cualidades, ni siquiera es bella! — se abanica con la mano a falta de abanico. —Ya me lo imagino en los periódicos, "La duquesa bobalicona", seremos el asmereir en cada reunión social por su culpa. —
—Debo recibir al Barón, lo llevaré con padre para concretar el acuerdo. Trata de calmarte. — se apartó de ella decidido a lanzarse a ése precipicio, no sería lo que esperaba pero ya sabía qué hacer para no manchar la reputación de la familia con esa mujer a cuestas.
—¡No te vayas Henry, no he terminado!, ¡Dios mío, mis nervios!. — las sirvientas correteando de un lado a otro buscando cómo ayudarla en espera del médico.
William solo contiene la risa, ese espectáculo era digno de cualquier obra teatral ridícula, salió del salón alegando a su madre que era para comprobar si el Barón realmente estaba en casa. Efectivamente el señor Hamilt subió los escalones junto a su hermano, él hubiera querido ir tras ellos para seguir riéndose de sus desgracias pero no podía ser obvio, en su lugar regresó con Olivia fingiendo importarle su estado.