Tu Reputación

Capítulo XI

Tu Reputación.

Yan_skyblue. 

Capítulo XI. 

 

—La lluvia siempre me ha gustado, aunque no puedo permitirme jugar en ella como cuando era niña — se atrevió a mencionar ése detalle de su persona escurriendo su cabello suelto sin pudor alguno. —, sobre todo por mi salud. — soltó un estornudo al terminar. 

—Debería usar un pañuelo, madame. — contestó su acompañante sin prestarle mucha atención. 

Kate torció el gesto, esperaba al menos escuchara mientras ella trataba de hablar sobre sí misma, ¿no fue él quien sugirió conocerse?. 

Callaron, solo el ruido de la lluvia impactando el carruaje y la calle junto al bullicio del gentío les acompañaba, las ruedas rechinan y los cascos de caballos golpean el adoquín lleno de lodo y charcos. Katherina sonríe incómoda, sí, definitivamente su vida al lado del duque serían estos silencios cargados de sentimientos de aversión mutua, él nunca la respetaría como mujer ni como ser humano y ella nunca lo vería más allá de un hombre arrogante con título. 

—¿Cuándo volverá?. — fijó la vista en el guapo hombre pero cuya belleza se opacaba irremediablemente por su personalidad repelente. 

—Quizás la próxima semana, me gustaría llevarle al teatro. — 

El chaparrón realmente tronaba con fuerza, quizás lloverá todo el resto del día. 

—¿Alguna obra en específico?. — sus grandes ojos azulados parecieron brillar con interés. 

Henry pestañeo, por un instante sus lagos profundos le parecieron tiernos. 

—No he revisado lo que presentarán. 

Ella asintió con un deje de decepción muy obvio en el rostro, simplemente ése hombre era tan interesante como una pared. El carruaje se detuvo, ella casi corrió fuera cansada de tantos silencios para nada agradables, ni siquiera esperó que le ayudarán mucho menos despedirse cosa que desconcertó e irritó a Wellesley, golpeó el techo del carruaje luego de despedir a la carabina. Mientras el carruaje se movía entre medio de las calles, Henry pensó en su prometida, ella definitivamente arruinaría el trabajo de dos generaciones en su familia, volverían esos días en que el ducado Wellington fue sinónimo de desprestigio y escándalos. 

—No lo permitiré. — apretó sus puños. No deseaba lastimar a nadie, por tanto, debían alejarse. Suspiró cansado, Katherina y William le darían muchos dolores de cabeza. 

Regresó a casa cansado pidiendo no ser molestado, pero aún le faltaba escuchar a su hermano. 

—Vaya— William dejó la copa de vino, la décimo cuarta del día, en la mesita. 

Su hermano mayor caminaba con cara de frustración rumbo a las escaleras cuando lo divisó, estaba empapado y se veía lamentable. 

—Ahora no. — cortó por lo seco, subió los escalones enfadado quitándose el pañuelo del cuello y desabotonando la levita. Su irritación sólo se acrecentaría si le escuchaba hablar. 

—Parece que tu prometida tiene el poder de dejarte en ridículo incluso a ti. — carcajeo el menor desde el pie de la escalera. 

Henry se detuvo, volteó para verlo. A veces tenía unas ganas insanas de olvidar que el sujeto allí parado era su hermano y golpearlo hasta el hartazgo, se sobó el puente de la nariz calmando su furia. 

—Estaré en mi habitación, si madre pregunta. — apretó la barandilla calmando sus impulsos. 

Iba a irse, Dios sabe que iba a irse en paz, pero William deseaba realmente un golpe en su quijada, si no fuera así no habría abierto la boca. 

—No sabes lo mucho que me divierte verte de esta forma — sonrió socarrón. —, por tratar de encargarte de mí al final fuiste tú el del escándalo, ¡y ahora debes cargar con un espantapájaros de esposa por el resto de tus días!. — se mofó. 

—¿Qué dijiste?. — siguió apretando la barandilla, maldita se, su hermano le ponía muy difícil a veces el no golpearlo. El rostro mojado de la señorita Hamilt se formó en su mente, sus ojos que decían tristeza y sus manos inquietas, su olor a lavanda. Bajó los escalones hasta estar frente a su hermano. 

—Ya no eres tan perfecto, madre detesta a esa mujercita y cuando ella protagonice escándalo tras escándalo padre morirá al saberlo. Tú probablemente tendrás que llevarla de tu brazo como un lastre donde sea que vayas. 

—Retira tus palabras. — rechino los dientes tratando de contenerse. 

—Te mereces esto — lo señaló completo. —, ella será tu ruina y yo disfrutaré verte hundido en el desprestigio. ¿Sabías que es bastarda y se acuesta con su mejor amigo…— el puñetazo en su mandíbula lo lanzó al suelo. 

Henry se quedó viendo el rostro de su hermano con la ira aún palpitando en su corazón, pero más la confusión, sabía que su relación era tensa; no imaginó tanto desprecio, ¿por qué?, ¿por qué lo odiaba y por qué hablaba así de alguien que ni siquiera conocía?. 

—Lamento haber reaccionado como un animal, pero no vuelvas a hablar de esa manera sobre Lady Katherina. — subió los escalones sin voltear hasta llegar a su habitación, rogando no volviera a hablar o lo molería a golpes. 

Se quitó la ropa mojada y limpió su rostro en la jofaina tumbandose aún desnudo sobre su cama, la gotas de agua le recorren el rostro mientras ve el techo perdido en sus pensamientos. Ella no era su esposa aún y ya comenzaba a traerle problemas, sin lugar a dudas lo más sensato era dejarla en una casa de Londres mientras él se iba a Hampshire por un largo tiempo, quizás hasta podría solicitar una anulación o un divorcio después…

—No, no puedo humillarla así. — negó colocando su brazo en su frente. 

Se levantó para buscar otra ropa, no debía quedarse desnudo o pesaría un resfriado, mientras la lluvia caía inclemente, pensó en que Katherina Hamilt era un total misterio para él, solo entendía que aparentemente no le agradaba, no tenía modales y coleccionaba flores y hojas. Sonrió sin darse cuenta porque recordó aquella vez de niños en que se pelearon, su padre tenía razón, ahora ése recuerdo no le enfada a cómo antes, más bien le hacía reír mucho. Ya cambiado, decidió visitar a su padre para saber su estado, así huiria de sus pensamientos. 




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