Tu Reputación

Capítulo XVI

Tu Reputación.

Yan_skyblue. 

Capítulo XVI. 

 

Por la mañana los Hamilt esperaban todo menos la visita - sin invitación- a la hora en que apenas terminaban su desayuno por parte de Gabriel Torton pidiendo una audiencia con Katherina quien, no entendía la razón de tan repentina visita si de hecho ellos asistirán mañana por la noche a un baile en casa del ducado de York, donde claramente podrían verse. 

El abuelo consintió la poco usual audiencia únicamente porque los ojos de su nieta le decían que ella estaba tan confundida como todos, pero tenía curiosidad. Le pidió a Louise no molestarlos y solamente contar con la presencia de la institutriz. Ordenó al mayordomo guiar al joven hasta su despacho, allí nadie les molestaría. 

Se hizo todo tal cual el dueño de la casa lo pidió, Laura y Roberto se quedaron afuera en el jardín, Louise se fue a descargar su malestar con las sirvientas de la cocina, por su parte el Barón subió a su habitación para descansar. 

Gabriel miraba sus manos nervioso, si ella se negaba terminaría casada con Henry y la perdería, estaba seguro de que la perdería; además, esos dos no podían llegar siquiera a llevarse bien, eran totalmente incompatibles. Henry era su amigo pero no le dejaría a Kate, no podían estar cerca ni conocerse… sabía que su amigo no era malo y su Kate veía ese lado de él estaría perdido, no podía imaginarla enamorada de alguien más que no fuera él mismo. 

Ella entró al despacho seguida de la carabina, tomó asiento en el otro sofá individual frente al joven mientras, la institutriz se quedó en la esquina cerca de la puerta. Gabriel vio a la joven mujer de ojos pequeños y cabello oscuro vestida casi igual que su amiga, no le prestó mayor atención y se centró en la pelirroja, la que le confundía, la que amaba como a una hermana, pero veía su rostro cuando besó a su prometida por primera vez, la que deseaba lo amara hasta el final de los tiempos. 

—¿A qué debo el honor de esta visita?. — preguntó de manera lacónica, la dama. 

—Sabes que odio las formalidades entre nosotros — le sonrió. —, mucho más el tono seco. — 

Ella se relajó, asintió creyendo que su conversación sería como antes, pero en tantos años algo se había desmoronado entre ellos, no sabía, pero era como estar en orillas opuestas de un profundo océano. La joven realmente no conocía al Gabriel sentado frente a ella, él adulto de ojos azules y cabello negro de piel medio bronceada, su vida se concentraba tanto en América que ya no sabía casi nada de él, no entendería el cambio hasta mucho después, cuando ese amor codicioso terminará lastimandolos a los cuatro, porque en él arrastraria a otros dos. 

—Kate. — colocó los codos en sus rodillas viendo el suelo. Debía escoger bien sus palabras. —Necesito pedirte algo. — 

—Si está dentro de mis capacidades, estaré encantada de ayudarte. — dijo algo preocupada. Él estaba demasiado nervioso, ¿había pasado algo malo?. 

—Quiero que rompas el compromiso con Henry. — finalmente, se atrevió a verle a los ojos. 

Ella pestañeó incrédula ante tal petición, era verdaderamente ridículo a estas alturas romper el compromiso, las consecuencias serían nefastas para ambas partes. 

—Eso escapa a mi control ahora, si me lo hubieras pedido el día del incidente podría haberte ayudado. — habló firme, tratando de imitar en algo el temple del duque Wellington. 

—Por favor Kate, escúchame, él no es bueno para ti… — apretó los labios. 

—Gabriel, lo que me pides es impensable. — 

El joven de ojos azules se puso de pie, caminó hasta ella y se agachó para tomarle las manos, la señorita sintió una punzada de tristeza, la institutriz trató de controlarse porque ninguno de los dos llevaba guantes y eso era escandaloso. 

—Serás infeliz a su lado. — habló viéndola casi con pena. 

Ella frunció el ceño, no necesitaba su lástima, después que se fue sin más sin enviarle una carta la primera vez a América, él era de quien menos deseaba esas miradas de lástima, es más, ni siquiera entendía por qué lo amaba y le justificaba sus desplantes siguiendo las órdenes de su prometida si era obvio él mostraba interés únicamente cuando ella se alejaba. 

—No puedo hacer nada al respecto, Gabriel. — realmente, de Henry estaba aprendiendo cómo sentirse tenaz y hablar con fiereza. 

—Escucha, serás infeliz a su lado. — insistió. 

—No puedo hacer nada. — repitió. 

 —¡Serás infeliz a su lado!. — gritó Gabriel fuera de sí levantándose furioso. Ella disimuló el susto que sintió. 

Katherina apretó sus labios, ¿qué debería decir? No estaba en sus manos detener esa boda, si huía, ¿qué destino le esperaba a su abuelo y el duque batiéndose en duelo por la deshonra?, ¿qué haría sin dinero ni estudios formales?, ni siquiera sería recibida en un convento sin la firma de su abuelo o su madre. Lastimosamente, para las mujeres era muy limitado el mundo, ¿por qué nadie pensaba en ella, en sus sentimientos, en lo que significaba esta situación para ella?. 

—Si no lo hago seré repudiada...— contestó tratando de calmar las punzadas en su corazón. Esta conversación llevaba algo intrínseco, era como el augurio de algo. 

—Si lo haces te arrepentirás para siempre. — se agacha y le toma las manos de nuevo. —Eres casi una hermana para mí, necesito que entiendas, para Henry serás como un mueble más en su casa. — 

—Si rompo el compromiso, ¿dónde debería ir?, ¿qué voy a hacer?, ¿de qué voy a vivir?— apartó sus manos de golpe ahora furiosa. —, ¿te casarías tú conmigo?. — preguntó ya sabiendo la respuesta, pero necesitaba escucharlo para finalmente enterrar ese amor que solamente le causaba dolor. 

Torton enmudeció y se alejó de ella, estaba ensimismado en sus pensamientos tortuosos, ¿qué podía hacer?. No podría ayudarla porque aún no se hacía cargo del dinero realmente, debía rendir cuentas a su padre y no deseaba romper con Margaret, ella le importaba mucho muy a pesar de que su matrimonio era una transacción y que no la amaba, además Kate era prácticamente su hermana… al menos eso creía, o deseaba creer. 




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