Tu Reputación

Capítulo XXI

Tu Reputación.

Yan_skyblue. 

Capítulo XXI. 

 

Los árboles de ciprés a cada lado del camino formando casi un arco que le impresionaron, también las montañas limpias junto al cielo despejado, los pajaritos trinando, los arrolló a lo lejos, las fuentes de la entrada y la enorme casa alzándose como una diosa de piedra color amarillento hacia el cielo, oficialmente la nueva duquesa de Wellington estaba impresionada. 

Los sirvientes les esperaban, todo estaba listo, pulcro y perfecto como su amo exigía. 

Katherina bajó del carruaje nuevamente evitando la mano de su esposo, caminó adentro donde todos los empleados les esperaban en fila, al verla entrar reverenciaron, ella los saludó jovial y ellos sonrieron aliviados que su nueva señora no fuera una noble demasiado rígida, porque tomando en cuenta lo cerio que era el joven Wesley no era extraño se casara con alguna mujer digna de ser retratada en un cuento de hadas como la malvada bruja. 

Henry le presentó al personal y pidió a Rose -una de las criadas más jóvenes- encargarse de ser la doncella de la nueva duquesa. Tomó a su esposa desprevenida por la cintura apegándola a su cuerpo, los miró con autoridad pero sin ser demasiado rudo. 

—La duquesa debe ser atendida como dueña y señora de esta casa. — 

Katherina apretó los labios impactada, le estaba dando el lugar que le correspondía a una esposa en toda regla, los empleados le reverenciaron claros en la orden, él les sonrió anunciando que debía ir afuera, llamó al mayordomo y al capataz encargándole todo con respecto a Kate al ama de llaves. 

Llevaron a la joven y los baúles a una habitación enorme decorada en azul rey con dorado, podría pensar que recargado, pero con los tonos blancos se acentuaba todo dando un aire en demasía elegante. Desde la cama a los muebles, las cortinas, el piso y los cuadros eran impactantes por su presencia delicada de muy buen gusto, nada ostentoso pero de una galantería solo reconocible de la casa en Londres del ducado. Tanta finura la mareo un poco, ¿estaba bien que ella ocupará semejante habitación?, el tamaño era tan grande como la biblioteca en casa de su abuelo. 

—Esta era la habitación de lady Olivia Wesley, de hecho ha sido la habitación de generaciones de duquesas. — dijo el ama de llaves, una anciana encorvada de cabello totalmente blanco con una verruga en la barbilla llamada Charlotte. 

—¿Dónde está la habitación del duque?. — preguntó nerviosa. 

—Al lado, ambas están conectadas por esa puerta. — apuntó a la puerta blanca en la pared norte. 

—Oh. — asintió. 

Debía trancar esa puerta, no podía confiarse de Henry en lo absoluto, quién le aseguraba una noche borracho se le antojara maltratar a su fea esposa; en cuanto Rose y la anciana ama de llaves abandonaron su habitación, corrió para ponerle seguro a esa malévola puerta la cual algún día le daría la oportunidad de confesarse. 

Una vez que logró relajarse, abrió las puertas que iban al balcón, caminó hasta el barandal de ladrillos recargando los codos en él, notó que la vista era directa a donde a lo lejos se levantaban los sembradíos de lavanda, eran apenas perceptibles, pero la fuerte brisa le traía el olor inconfundible de una de sus plantas favoritas. Vio abajo tres personas caminar por el jardín lleno de flores y césped, era Henry junto al mayordomo y el capataz, los tres conversaban de quién sabe qué, se acercó un mozo con dos caballos ensillados, ella lo vio subirse al equino color chocolate como un regio jinete y sintió envidia, ella nunca aprendió a cabalgar. Henry se alejaba a caballo junto al capataz, Katherina suspiró, mientras se alejaba él volteó a ver en su dirección y ella se agachó sin entender tal acción infantil. 

Llamaron a su puerta. 

—Adelante. — autorizó volviendo a entrar en el cuarto cerrando las puertas del balcón. 

La doncella entró, una muchacha de quizás no más de quince años con el cabello oscuro y la tez medio bronceada, tenía una sonrisa amable y sus ojos oscuros brillaban con una alegría inocente. Rose traía en sus manos un vestido algo pasado de moda, pero muy elegante color amarillo, lo colocó con cuidado sobre la cama y se dirigió a Kate quien estaba intrigada. 

—El señor ordenó traerle uno de los vestidos de la antigua duquesa, para que lo use en la cena de esta noche. — dijo emocionada, al fin las enseñanzas de su padre darían frutos, sería la mejor dama de compañía del mundo. 

—No tengo deseos de utilizarlo. — miró el vestido con desdén, estaba harta de ponerse la ropa de otras personas. ¿La quería molestar con eso?. 

—Lamento que sea usado. — se apenó la joven. — No lo tome como un insulto su excelencia, el señor realmente pidió traerle ropa, pero la dueña de la boutique del pueblo no ha recibido las telas, enviamos a un encargado por petición del duque esta mañana a resolver ese penoso asunto. — temió que eso la ofendiera, pero el duque se había excedido en demasía en sus peticiones a una pequeña boutique de pueblo. —Él ya nos reprendió por eso… 

Katherina suspiró, por su rechazo a Henry estaba afectando el trabajo de esa pobre chica, debía ser más considerada. 

—No me desagrada, me disculpo si mis expresiones te hicieron pensar lo contrario. — sonrió. 

La joven pelinegra exhala aliviada, llamó a dos sirvientas más para preparar la bañera tras la puerta azul con decorados en oro en la parte sur del cuarto, mientras la chica le soltó el largo cabello rojo a la señora de la casa, buscó los frascos que empleaba Katherina en su baño y corrió a medir la temperatura del agua. Con todo correcto, dirigió a la duquesa hasta la bañera, dentro, Katherina se relajó por completo sintiendo las suaves manos de Rose peinar su cabello acto que casi le hace quedarse dormida, la joven observó en el cuerpo delgado de Katherina el rastro de una vida de penurias pero prefirió callar. Le tallaron el cuerpo, la perfumaron con esencias de lavanda producidas en la propiedad, le vistieron y la joven doncella preparó un recogido austero por petición de la dama. 




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