Tu Reputación

Capítulo XXIX

Tu Reputación.

Yan_skyblue. 

Capítulo XXIX. 

 

Se vio frente al mayor dilema de su vida hasta ahora, nunca una decisión fue tan difícil pero debía comportarse como un hombre, ¡él no era un cobarde!. 

—Decídete Henry Olive Wesley. — se dijo a sí mismo mientras secaba sus manos sudadas en su pantalón. 

Debía pensar en quitarle o no el vestido manchado de sangre a su esposa para dormir y… si lo hacía, ¿debería hacerlo él mismo o llamar a una doncella para ayudarle?. 

Caminó de un lado a otro tratando de no hacer ruido pensando en el proceder, ¿qué hacer?, ya era demasiado tarde como para llamar a alguien, seguramente todas las criadas ya estaban dormidas y no deseaba interrumpir el sueño de nadie, trabajaron duro desde muy temprano, ¡¿qué debería hacer?!. 

Colocó los brazos en jarra derrotado, finalmente caminó hasta la cama y con nerviosismo la giró despacio para poder quitarle la ropa; sacó los botines uno por uno con la mayor lentitud posible, no quería su esposa despertara y le viera en semejante situación, pensaría lo peor de él, ¡lo odiaría!. Trató de calmarse, siguió el trabajo; terminó con los botones del vestido y desliza la prenda para retirarla, primero sacó las mangas asustado de moverle los brazos, luego bajó la falda hundiendo el colchón bajo la dama con las manos para no moverla demasiado, sudó como jamás en su vida hasta que llegó a los pies y pudo retirar la prenda, luego una por una las enaguas fueron removidas, agradecía Kate no había usado crinolina para darle volumen o la historia se tornaría demasiado complicada; suspiró de nuevo porque ahora era el turno de retirar el corsé y las medias; primero lo fácil, las medias, sintió un impulso insano de acariciarle las piernas mientras se las quitaba, estaba seguro sería lo más que vería de ella en toda su vida, su dedo pulgar se deleitó delineando las curvas de esas hermosas pantorrillas hasta los tobillos, no vio la sonrisa de su dormida esposa al sentir las cosquillas; fue por el último enemigo, el corsé, deshaciendo los nudos y soltando el cordel, una vez hecho la movió un poco para sacarlo y deslizó rápidamente hasta que lo sacó casi casi vitoreando ante el logro, podía llamarse a sí mismo experto en retirar ropa femenina, aunque jamás lo había hecho, es decir, después de su primera vez con Rubí nunca tocó a otra mujer por más subidas de tono que fueran las "charlas educativas" de la mujer prefería dejarlo para cuando se casara. 

Se inco cerca del borde de la cama, vio el rostro de su esposa y le dolió la distancia que aún había entre ambos, ella jamás le diría un té amo y sabía si algún día la tocaba probablemente Katherina pensaría en su verdadero amor Gabriel, era un dolor que debía de aceptar finalmente, le sonrió sintiendo que algo dentro de él se resquebrajaba, se puso de pie. La arropó hasta el cuello, iba a irse, Dios sabe que iba a irse, pero fue débil ante el llamado en susurros por parte de su esposa, ella dijo su nombre en sueños y cada parte de su cuerpo vibró, caminó hasta la cama, se quitó las botas, el pañuelo y el chaleco dejando la camisa y el pantalón, se acomodó al lado de ella con cuidado y por primera vez durmió casi de inmediato, no hubo pensamiento alguno que le atacara más que solo dormir junto a Kate, para siempre…

Despertó, sabía era muy temprano todavía, aún la habitación estaba en penumbras, pero si ella lo miraba allí tendría muchas cosas qué explicar y perdería su confianza; su mano apretaba algo suave, tenía a su esposa recostada en su pecho con una mano en su brazo izquierdo, las piernas de ambos estaban enredadas, lo peor fue que descubrió qué era lo suave que apretaba con la mano izquierda, ¡era el trasero de su esposa!. 

Retiró la mano de inmediato, sentía que quemaba, tragó saliva por ver que la camisa de lino que tenía su esposa se corrió mientras dormía y ahora podía ver una parte indecorosa perfectamente, soltó una maldición en su mente y vio hacia el techo sintiendo su sangre recorrerle el cuerpo y su corazón bombear cada vez más rápido, debía retirarse o no habría mañana para él. Se fue separando poco a poco deslizando su cuerpo, primero la pierna izquierda tocó el suelo y le siguió todo su cuerpo, la alfombra amortiguo su caída, tomó su ropa casi corriendo a la salida, parecía algún libertino que se colaba a la habitación de alguna enamorada por la noche para huir en la madrugada. Entró agitado a su propio cuarto y se tumbó sobre la cama sin poder conciliar el sueño de nuevo, solo podía pensar en ella, en Katherina, su dulce Katherina, en su cuerpo. 

Rose que comenzaba con su labor de llenar las jofainas con agua vio a su señor salir de la habitación de la señora vuelto un loco con parte de su ropa en la mano y no pudo evitar reírse, ¿Acaso no recordaba que había una puerta que unía sus dos habitaciones?. 

—El amor vuelve locos a algunos, definitivamente. 

*********

La duquesa se preparaba para comenzar el día, tenía muchas energías el día de hoy con una sensación de paz casi embriagante, preguntó a Rose cómo terminó en su habitación y la muchacha que recordaba lo que vio, dijo haber sido el señor quien la cargó y ella la encargada de desvestirla, no echaría de cabeza al amo por más extraño que fuera la señora no recordara haber pasado la noche con él, ¿o lo fingía por pudor?. En todo caso pareció tranquila y contenta con la respuesta, así que el asunto quedó olvidado. 

En el desayuno Henry estaba algo distraído, podría jurar rehuía la mirada de ella sonrojado casi hasta las orejas, eso le pareció extraño y tierno. Los anfitriones junto a Lydia visitaron al convaleciente mientras María lo alimentaba, conversaron y rieron hasta que el señor de la casa anunció no podía quedarse más tiempo, besó las manos de su esposa, su prima y se retiró. Las dos mujeres le hicieron compañía a Adam y le atendieron lo mejor posible, el caballero jamás pensó podría divertirse tanto rodeado únicamente de mujeres, pero así fue, ellas eran maravillosas y Henry realmente afortunado. 




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