Tu Reputación.
Yan_skyblue.
Capítulo XXX.
¿A qué sabía la amargura?. El dolor oculto tras la arrogancia también lastima, las sonrisas falsas pesan y la soledad aunque se esté rodeado de personas con el tiempo resquebraja cualquier espejo, entre los cristales de la dama se encontraban su belleza, su amor, su confianza, su dolor y alguien que rompió algo más que su falsedad.
Laura entró en la casa observando aquí y allá disimulando su curiosidad quitándose los guantes y el sombrero, sonrió a su hermana de forma obviamente forzada, anunció estaba la tendrían por unos días; lamentaba no haber avisado antes, pero estaba cerca visitando a una amiga, se suponía solo entregaría un recado, pero decidió a último momento quedarse a hacerles compañía. Tanto Katherina como Henry achicaron los ojos viéndole como a un fenómeno circense, ¿para qué?, ella nunca se interesó en ninguno de los dos y ahora pretendía se llevaban bien.
—Mamá manda saludos.— mintió observando el pasillo que llevaba a las estancias, las escaleras, el otro pasillo en el lado opuesto que iba al comedor y la cocina. —Creo el abuelo te manda esto— sacó una carta de su ridículo sin mayor interés distraída sondeando la opulencia de semejante casa. La carta se notaba algo ajada, igualmente Kate la recibió con entusiasmo. —... espero no les moleste esté aquí. — tanteo el terreno con su cuñado batiendo las pestañas sintiendo el estómago revuelto. Reprimió todo como siempre lo hizo, como se le enseñó sintiéndose terrible tratando de no e a Katherina o cedería.
—Es un placer tenerla con nosotros— el duque trató de no arrugar el rostro por el disgusto, al menos su esposa tendría noticias de su querido abuelo. —, señorita Hamilt. —
—¡Nada de honoríficos!. — agitó la mano, se acercó al hombre. —Somos familia ahora, llámame Laura. — le tuteo con confianza.
—Yo insisto en las formalidades, Señorita Hamilt. — puso especial énfasis en el "señorita." Su rostro era como si hubiera comido un buen par de limones ácidos.
Ella chasqueó la lengua mientras se aleja buscando sus baúles, igual él también le fastidiaba. El mozo y el cochero los dejaron justo en medio de la entrada, reverenciaron y se fueron porque el carruaje era rentado. Kagome llamó a los empleados para llevar el equipaje de su hermana a la habitación que le asignarían, las hermanas se retiraron al saloncito mientras Henry prefirió ir con los mozos. Lydia vio el jaleo por la cantidad de baúles e interrogó a su primo.
—¿Quién nos acompaña?. —
—Acaba de llegar la hermana mayor de Katherina. — de nuevo su semblante agrio al mencionar a la dama.
—Veo, no es de tu agrado. — rió divertida, esa cara suya lo delataba a kilómetros. Wesley no sabía él era tan transparente como su esposa.
—Es una cacatúa insoportable con complejo de pavo real. —
—¡Por todos los cielos!.— casi se carcajea. —¿De verdad es tan mala?.—
—Ella y su madre hacían la vida imposible a Katherina, aunque realmente no sé qué tan lejos llegó Laura, lady Hamilt sí que pecó en contra de su propia hija. —
Lydia soltó un silbido poco femenino que su primo desaprobó, ahora entendía, así hasta ella la detestaría como detestaba a la señora Louise. Caminaron tras los jóvenes y encargaron a María limpiar una de las habitaciones para la huésped.
*********
La duquesa le indicó a su hermana entrar en el salón, ambas tomaron asiento una frente a la otra sopesando lo que dirían, la anfitriona no encontraba nada bueno que decir más allá de "Por favor compórtate o por favor vete", pero al no ser apropiado, quiso abrir la supuesta carta de su abuelo sin remitente o destinatario cuyo sello estaba roto. Los ojos café vieron el papel y de inmediato, Laura corrió para arrebatarle la carta de las manos, la menor se sobresaltó, su hermana no era de esa forma, siempre guardaba compostura.
—¿Qué sucede Laura?.— preguntó de pie muy intrigada. Desde que entró en la casa se le notaba nerviosa e incómoda.
La aludida se quedó paralizada, no podía contestar, le había entregado la carta equivocada a su hermana, eso significaba que la de su abuelo se quedó en el apartamento de soltero de…
—William. — susurra mientras le tiembla la quijada. Algo dentro de la pelirroja hizo clic, comenzó a preguntarse qué había tras ese nombre de un conocido casi completo extraño.
Inmediatamente, el corazón de la rubia se estrujó, tembló y las lágrimas, ¡esas malditas traidoras!, resbalaron victoriosas de haber ganado la batalla contra la joven. Katherina se acercó, le interrogó de nuevo sin otro resultado que más lágrimas, decidió entonces abrazarla para tratar de calmarla. Le destrozó el corazón ver a su hermana de esa forma, Laura era la correcta, la perfecta, la mujer fuerte, la dama sin alma. De repente se apartó de ella colérica dejando caer la carta al suelo, así que, no pudiendo con la intriga Kate la recogió y le abrió, de todas maneras el sello ya estaba roto desde antes.
—¡Todo esto es su culpa!.— gimotea destrozada.
La duquesa Wellington lee atónita línea por línea cada vez más asqueada y preocupada, no sabía cómo reaccionar ante lo que acababa de leer.
—¡Yo debería estar casada, yo debería tener una casa hermosa y sirvientes, pero dejé escapar todo eso!.— cayó al sofá derrotada. —¡TÚ DEBÍAS TERMINAR COMO UNA SOLTERONA ESTÚPIDA!.— patalea histérica. —¡Se supone que yo atraparía al heredero Wellington!.— tapa su rostro sintiendo el peso de sus acciones. —Pe-pe-pero lo co-conocí… — de nuevo regresaba ese defecto que tanto sufrimiento le costó reprimir.
"Querida Laura.
Esta será la última noche que te regalo, espero la hayas disfrutado tanto o más como las anteriores. En cuanto al bebé, has lo que desees con él, no me importa si lo abandonas en un río o lo abortas, no es mi problema seas tan idiota.
Att. Tu antiguo amor.
Pdt. Si te atreves a abrir la boca me encargaré de que no vuelvas a hablar más en tu vida. "