Tu Reputación

Capítulo XXXI

Tu Reputación 

Yan_skyblue. 

Capítulo XXXI. 

 

—¿Qué hace una mujer de cascos ligeros en casa de un duque?. —

Kate, su esposo y Lydia jadearon por tan escandalosas palabras. 

—Invitada de la Señora de la casa, no como otros zoquetes enclenques.— 

—Mejor estar tumbado boca arriba en la cama por una lesión, que por tener a alguien encima. —

Laura enrojeció, se puso nerviosa, pero no se dejaría de ese patán. 

—Si tan conocedor es de estar boca arriba es porque le gusta que las pocas prostitutas que le hacen el favor así le atiendan. — negó con la cabeza. —las pobres deben hacer todo el trabajo por el idiota bueno para nada que les paga. — 

—Entonces sí es prostituta, ya decía yo que una mujer sola en esas calles no podría ser otra cosa, aunque con esa lengua imagino se lo hacen sin hablar, quizás también sea porque una vez la han empalmado deja de hablar y comienza a gritar. —

Henry tapó los oídos de su prima impactado. 

—Quizás estaba allí por asuntos que a un fantoche con complejo de bufón maltrecho no le interesan. —

—Víbora tenía que ser, nada más ellas se juntan en las cuevas sucias destilando veneno y otros fluidos por igual. —

—Entonces— se acercó un poco a él haciéndolo temblar. —... debería saber que las víboras son peligrosas, modere su comportamiento con una. — 

—Ja, parece que le haré caso a usted, primero dejaría que me bese un hombre. — 

—Típico de tragavirotes inútiles, si le gustan los caballeros no debería sacarse las frustraciones con las damas, vaya a los burdeles especiales donde algún amanerado se sacrificara por la humanidad empalmándolo. — alzó una ceja feliz de verlo fruncir el ceño furioso. 

—¿Pero qué insinúa?, si me dice su tarifa le mostraré qué tan amanerado puedo ser bruja insolente. —

—Tirado en esa cama no se complacería ni a usted mismo, dudo mucho pueda usar las manos para limpiar el mástil, será zopenco. — 

—Mi mástil está mejor que sus pechos, los cuales casi se salen de ese escote de meretriz solapada que lleva siempre. —

—Mis pechos están tan firmes como aguados deben estar sus bo… 

—¡Basta! — interrumpe Henry. Él y Katherina estaban rojos ante tantas palabras y frases subidas de tono. 

La pelea entre los dos invitados de la casa duró más de lo que cualquiera hubiera deseado y no había más remedio que ponerle fin, era obvio si los dejaban sus insultos continuarían. 

Katherina estaba escandalizada ante la lista de improperios que escuchó de boca de su hermana, nunca pensó que Laura tuviera un vocabulario tan amplio en cuanto a palabras tan feas, ni hablar si su familia la escuchara, les daría un ataque cardíaco. En cuanto a Adam sabían que era un granuja y a nadie le impactó que su repertorio de insultos fuera pulido. 

Ambos se avergonzaron y a regañadientes aprobaron no volverse a insultar en presencia de personas respetables, Lydia casi que caía al suelo por reírse, era lo más cómico que vio desde que su primo se quedó viendo los pechos de su esposa aquella vez, ¡oh sí, lo había notado!. 

—Espero que ningún improperio haya quedado grabado en tu cabecilla prima. — advirtió Wesley molesto ante el penoso cuadro, esa era una casa de gente de bien, no una taberna. 

—Creo que no, primo adorado. — se tapó la boca disimulando su sonrisa, por supuesto que escuchó aunque le taparon los oídos, ya tenía un par de cosas más qué gritarle a su insoportable prometido. 

La duquesa finalmente presentó a su hermana lanzándole una mirada de advertencia al marqués y una de debemos hablar para la rubia, ambos se quedaron como buenos chicos tranquilos y callados prefiriendo dejar una tregua por el bien de la paz mental de duque y de lo que les haría si no obedecían a su esposa, una tregua que duró apenas minutos. 

Ya sabían lo descarado que era Adam, así que no les extraño escucharlo decir ciertos comentarios con segundas intenciones mientras los otros jugaban canasta, algo que hacía palpitar una vena en la frente de la dama. 

Mientras jugaban Laura cedió a su hermana y contó cómo se conocieron, omitiendo la parte en que estaba allí buscando a William por supuesto, y Howard le interrumpía cada dos palabras para dar su versión, así, les llegó la noche y la hora de cenar. Para la joven Hamilt fue nuevo comer en una habitación llena de gente, pero entendía su hermana lo hacía por el enclenque ese tirado en la cama. 

—¿Qué clase de caballero se cae de un caballo?.— dijo para defenderse en otra de sus discusiones que no se dieron cuenta cuándo empezó. 

—¿Qué clase de dama tiene una lengua como la suya madame?.— se burló. 

—¡Te mereces estar con la cabeza partida, lástima que no fue en los tanates!. — rugió molesta. 

—¡Laura!. — exclamó Kate entre impactada y divertida. 

Era realmente nuevo verla como realmente siempre fue su personalidad. Lydia ya no podía con las carcajadas y Wesley prefirió callar, esos dos ya no tenían remedio. 

Siguieron lanzando dardos hasta terminar la cena, Cuando los sirvientes entraron para retirar los platos, el mayordomo pidió pasar para entregar a la señora de la casa una carta de parte de su hermano, la otra era para Lydia quien se puso más que nerviosa ante el nombre del remitente, la tomó y se excusó antes de irse presurosa a su habitación. Henry hubiera querido preguntar quién le escribió, pero por esta vez le daría su espacio, ya mañana trataría de conversar con ella.  

—¿Podrías acompañar al joven Howard hasta que Rose venga?.— preguntó la duquesa a su hermana. 

—Si no tengo remedio...— vio la sonrisa cínica del hombre, le pareció muy varonil aunque fuera un completo bobo. 

—Duquesa Wellington— llamó el hombre. —, ¡no me deje a merced de esta mujer!. — 

—Joven marqués, por favor compórtese. — soltó una risita y se retiró seguida de su abnegado esposo quien solo podía tomarla del listón de su vestido. 




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