Tu Reputación.
Yan_skyblue.
Capítulo XXXII.
La dama estaba enamorada, lastimosamente no deseaba admitir que con solo un beso sus paredes se derrumbaron como castillo de naipes, no deseaba admitir Gabriel ya no estaba presente en sus pensamientos siendo desplazado por completo por un caballero medio rígido amante de la perfección porque eso implicaba algo nuevo, un amor que tendría cerca y lejos de su alcance por el resto de sus días, si tan solo Henry la amara igual.
La ventana era ahora su refugio, observó el horizonte enmarcado por una loma vestida en árboles y la luna resplandeciente al fondo, también su reflejo translúcido en el cristal el cual le gritaba volviera para besarlo hasta que le doliera la boca. Suspiro por milésima vez tocando sus labios perdida en el recuerdo de ese beso, Henry la beso, la beso… ¡A ella!, la había besado y no un beso soso como los que observó con sus padres, no, fue algo distinto y más íntimo, tierno. Fue precioso, suave, dulce y todas las palabras que se pudieran usar para describir lo que se siente ser besada con la delicadeza usada por su esposo, y ese era el problema.
—¿Qué fue lo que sentí?. — se preguntó dudando hasta de su propia existencia.
Un beso… un simple beso que sería nada más para conocer ese mundo prohibido ahora significaba algo más grande, significaba su corazón derritiéndose, ella temblando por tantos sentimientos intensos estallando en su interior como fuegos artificiales, significaba la boca de Henry contra la suya, significaba esa necesidad de algo más completamente indescifrable. ¿Significaba amor?, sí, definitivamente sí.
Caminó en camisón varias veces de aquí para allá buscando una respuesta a tal comportamiento que no fuera se había enamorado de su esposo, porque no sabía si era bueno o malo, llegó al mismo callejón sin salida, simplemente lo amaba.
Escuchó unos golpecitos en la puerta, temió fuera él hasta que escuchó la voz de su hermana, le dejó pasar aturdida, necesitaba hablar con alguien o iba a morir por tantas dudas y ella llegaba en un momento crítico.
—¿Qué sucedió?. — Laura se sentó en la cama palmeando a su lado para que su hermana le acompañara.
—¿Cómo sabes…?. — tomó asiento donde le indicaron nerviosa.
—Su excelencia entró a la habitación del marqués hecho un desastre, traía los cabellos como si una tormenta le hubiera pasado encima y el rostro tan acongojado. — vio la culpa en los ojos azules de Kate y supo no se había equivocado; algo pasó entre ellos. — Ahora dime lo sucedido. —
—Él...— apretó los labios, tenía miedo decirlo en voz alta porque sería real.
—¿Te dijo o hizo algo malo?. — le tomó las manos para darle apoyo.
Katherina siempre había necesitado un empujoncito para todo, algunas veces lograba ayudarla y otras no tanto. Como en el baile, cuando escuchó detrás de la puerta las palabras cobardes del duque sobre dejar a su hermana temió lo peor, su madre jamás permitiría Katherina se fuera de la casa en paz a un convento y debía hacer algo o eso sería un desastre, necesitaba hacer algo drástico que obligará a Wellington a actuar, él podría cuidar de Kate como ella nunca pudo por su miedo, así que se dedicó a decirle a varias señoras de lengua fácil sobre el escándalo, eso presionaría a Henry a casarse, si es que tan caballero era, su plan loco dependía de los escrúpulos del duque perfecto. Todo salió bien y ellos estuvieron comprometidos, luego llegaron los regalos que su madre le obligaba a quedarse y que ella guardaba con cuidado en su armario con la esperanza de cuando estuviera casada con William poder devolverlos a Katherina, después habló con Gabriel sobre el cumpleaños de Kate insinuando el duque no lo sabía, sabía el bobo egoísta iría a restregárselo en la cara entonces el duque buscaría un gran regalo para ella, un regalo que compensara los que ella misma nunca pudo darle excepto cuando le pedía a Robert llevarle florecitas a Kate en su habitación guardandolo como secreto de hermanos era de parte de ambos. El día de la boda usó toda su persuasión para convencer a su madre de no hacer nada peligroso contra su hermana mucho menos dejarla encerrada en algún lugar. Le dio pena ver a Kate caminando al altar con el vestido tan ridículo, pero al menos logró su madre no llegara varios escalones arriba. Henry aunque aburrido y estirado no era malo, solo rígido y para eso necesitaba la espontaneidad de Katherina, sin embargo el inútil la abandonó en su casa para huir a Hampshire, así que necesitaba algo drástico, habló con el mayordomo de la casa, una carta riesgosa, pero al final efectiva que lo hizo volver, tuvo miedo por los celos del duque, pero sabía él no la maltrataría y sus suposiciones fueron medio acertadas, todo fue justo para que Kate dejara de sufrir y alguien pudiera al fin protegerla. En su corazón, Laura sabía amaba a sus hermanos por más que su madre le obligó a odiar a Kate desde que nació, aunque siempre ése cariño permaneció encapsulado en una parte de su corazón sufriendo en silencio no poder hacer nada, tenía miedo, el miedo siempre la frenó, el miedo a su madre la ataba y la mantenía en la oscuridad, el miedo a sus palabras, a sus amenazas y a todo lo que le hizo para que fuera bella.
Apretó las manos de su hermana para darle apoyo, ese gesto le recordó a la menor Hamilt lo sucedido hacía tan poco y tembló, apartó las manos al límite de sus nervios, recordar los labios de Henry le estaba quemando el cuerpo entero. En ese momento tuvo que tomarse su tiempo sopesando lo sucedido porque estaba segura las piernas le iban a fallar y todavía no recordaba ni quién era, es que el mundo perdió sentido, cualquier cosa aparte de los labios de su esposo, sus brazos, sus ojos de nieve, sus sentimientos se desbordaron.
—¡Tuve miedo!. — exclamó jugando con un mechón de su cabello nerviosa. —Eran demasiados sentimientos, demasiadas cosas… tuve miedo porque lo que él me provoca nunca lo sentí, fue tan abrumador...— sus ojos se humedecieron. —Debe pensar soy una tonta.—