Tu Reputación.
Yan_skyblue.
Tuve que adelantar la publicación porque comunicaron que mañana no habría fluido eléctrico en todo el litoral donde vivo 😐 no sé si podré tener Internet o solo facebook y WhatsApp, mejor no arriesgar a quedarles mal.
Capítulo XXXV.
Dos semanas, esas dos semanas en que una promesa fue hecha y una pareja llevaba practicando para su primer baile en sociedad, dos semanas en que los sentimientos fueron acoplándose y afianzando poco a poco. El tiempo era sabio, el tiempo cicatriza las heridas, acrecienta las ilusiones y moldea los corazones hacia el romance. El cuarteto de cuerdas toca la pieza musical inundando el gran salón con las notas musicales.
—Lo haces mucho mejor. — halaga Henry juntando su mano con la de su esposa, la danza se le estaba haciendo más fácil cada día.
—Es porque tengo un gran maestro. — sonrió alejándose los pasos obligatorios al ritmo de la música.
Se acercaron de nuevo y giraron para alejarse viéndose a los ojos, todos sabían que había mucha atracción entre ellos, demasiada para ser ignorada incluso por ellos mismos.
Laura sonrió, ella y Lydia los ayudaban haciéndose pasar por otra pareja, la rubia estaba cansada y sus pies ahora quedaban muy apretados en los zapatos, pero deseaba ayudar a que Kate fuera el alma de su fiesta, merecía ser feliz cada día de su vida. Lydia suspiró pensando en la última carta que le envió su prometido hace diez días, decía que deseaba verla de nuevo y aunque contestó que ella no, realmente sí deseaba verlo también, sobre todo porque el marqués Howard se lo recordaba constantemente por el parecido físico.
—Espero seguir enseñándote cosas nuevas. — aprovechó de nuevo se juntaron en el centro y le susurró al oído.
Ella ahogó un jadeo, desde que lo vio desnudo sus pensamientos inevitablemente se dirigían hacia allí, cuando Henry dio la vuelta ella se centró tanto en las posaderas de su esposo que se asomaban redondas por el pantalón que chocó estrepitosamente con Lydia. Se sonrojó al verse en el suelo sobre la jovencita que reía a carcajadas, el duque se apresuró a auxiliar a ambas mientras Laura sonríe, esas miradas de Kate no eran para nada inocentes, parecía que su dulce hermana había descubierto el deseo carnal.
Hablando de deseo carnal…
Volteó hacia dónde estaba Adam muy entretenido riéndose del incidente, se veía muy bien vestido y arreglado, era apuesto, no podía negarlo; ya pronto podría irse y eso significaba que ella debía marcharse a Bath hacia esa propiedad de la que le habló. No sabía lo que el futuro le traería, pero hasta ahora lo único que se había atrevido a hacerle era acariciarle la espalda con su dedo, quizás nunca la tocara y agradecía infinitamente fuera así. Había aprendido la lección a puros golpes, el amor era una ilusión absurda reservado para unos pocos afortunados, además los hombres solamente buscaban una cosa en la mujer, ella ya no la tenía así que no corría peligro de perder nada más aparte de su poca dignidad y amor propio.
—¿Le gusta lo que ve?. — pregunta el irreverente caballero con una sensual sonrisa que podría derretir a cualquier dama.
—Por supuesto que no. — se volteó algo avergonzada, él notó que lo estuvo viendo demasiado.
Adam se puso de pie con cuidado, afortunadamente ya podía hacerlo y eso le beneficiaba, aprovechó que Henry estaba más ocupado en revisar que sus preciosas damas no estuvieran lastimadas para acercarse a la rubia de ojos preciosos, la rodeó con las manos entrelazadas atrás, se detuvo frente a ella, sabía sus ojos eran su mejor arma así que le gustaba ver a las personas de frente.
—A mí me gusta lo que veo.
—Le gusta mucho bromear, ¿cierto?. — su corazón se estrujó. No caería dos veces en la misma trampa, no más engaños y mentiras, si estando solos en su supuesta casa campestre trataba de seducirla debería decidir, convertirse en una cortesana por el bien de su bebé hasta tener suficiente dinero o alguna habilidad que le ayudara en el campo laboral o no permitir la tocarla y ver hasta dónde llegaba su benevolencia.
—Me atrapó. — levantó sus manos en señal de rendición, ella estaba cerrada a la posibilidad del coqueteo y prefería no insistir.
Laura se alejó de él dejando su claro olor a jazmín, Adam la miró, le gustaba mucho, pero parecía William la destruyó por completo porque en ella no había más que tristeza y amargura, no sabía si sería capaz de poderla ayudar.
—Me has jugado una mala pasada vida mía, porque decidiste enamorarte de otro antes de conocerme. — decidió volver a la silla y seguir observando a sus amigos bailar, sin duda la fiesta sería inolvidable.
—¿Te encuentras bien?.— Henry ayudó a su esposa a levantarse. —Te distrajiste, ¿qué pasó?. —
—Estaba pensando en otro asunto. — trató de no verlo a los ojos o sabía que se pondría más nerviosa. Dios, él la estaba desestabilizando por completo, no podía seguir así. Eran dos semanas en que no había parado de fantasear con el cuerpo y las posaderas de su esposo ni estando despierta.
—Fue divertido. — rió Lydia tomando la mano de su primo para levantarse.
—¿Quieren un descanso?. — propuso notando que Kate estaba algo extraña.
—Sí por favor. — la duquesa salió del salón apresurada dejando a su esposo más confundido aún.
—Creo que ya puedes oficialmente decir has enamorado a tu dama. — le susurra la señorita Durand a su atolondrado primo.
—Apremio ella lo diga o jamás lo consideraré cierto. — vio la puerta por la que salió casi un rato eterno. Necesitaba con cada fibra de su cuerpo Katherina algún día le dijera que lo amaba y deseaba la tocara.
—Si yo fuera usted excelencia — interrumpe Laura. —, no perdería mi tiempo en conjeturas e iría por ella. —
Henry dudó unos instantes antes de correr en busca de su pelirroja hermosa, la encontró en el saloncito para té dando vueltas mientras balbucea quién sabe qué.