Tu Reputación

Capítulo XXXVI

Tu Reputación.
Yan_skyblue. 

Capítulo XXXVI. 

 

Ver a esa mujer sobre su esposo quien parecía extraño porque apenas y podía abrir sus ojos balbuceando la misma frase fue terrible, su corazón se paralizó un instante por la impresión dio, dos pasos hacia atrás sintiendo que sus piernas le fallarían al igual que su cordura, luego el coraje se apoderó de Katherina, como en esos días de niñez en que era capaz de cometer los actos más primitivos. La rabia ardió intensa en su interior volviéndola un cúmulo de desprecio. 

—¿Por qué tocas a mi esposo?. — caminó hasta donde estaba el vestido de la sirvienta, se lo tiró con rencor. —Vístete y arregla tus cosas, quiero que te vayas de mi casa. — trató de calmarse, actuar a la altura de su título obviando esa maldita estaba sobre su marido, poco le duró. 

—¡Usted no puede hacer eso, no es nadie!. — alega la mujer molesta, le había interrumpido justo cuando iba a retirarle el pantalón a su patrón, ¡era el momento idóneo y ella estaba estorbando!. 

—Soy la esposa del hombre que estás ultrajando. — apretó los puños molesta. —Vete antes que cambie de parecer y te haga algo peor. — Henry movió la cabeza, apenas y la miró. 

—Kate, mi a… — sus ojos se cerraron lentamente. 

—¡No, ella no es su amor mi señor, debe verme solo a mí!. — le tomó el rostro entre sus manos, iba a besarlo, pero sintió un jalón en su cabello. 

—¡No toques a mi esposo!. — la duquesa le jaló de los cabellos tan fuerte que la tumbó en el suelo. —Verás por qué tenía la reputación de salvaje. — le cacheteo dos veces, una vez en cada mejilla con muchísima fuerza, Katherina Hamilt olvidó los pocos modales que poseía, su casi nula educación y hasta su nombre. 

Fue hasta la puerta, quitó el seguro gracias a la llave que seguía puesta pidiéndole se marchará, pero María no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente, no le importó su desnudes o su posición porque en su cerebro nublado por la ira únicamente existían las ganas de golpearla, eso exactamente hizo. Ambas mujeres comenzaron a pelearse como solamente quienes son de baja calaña lo harían, si alguien las veía eso sería el escándalo del año quebrando cualquier reputación. El hombre por el cual se cernía tanto alboroto apenas y estaba consciente, no podía ver bien y su cuerpo no le respondía para poner fin a tal espectáculo desagradable o al menos evitar su esposa se viera envuelta. 

Abajo, Lydia mueve su pie algo ansiosa por el chisme de saber si se reconciliaron o no, Adam rió divertido, se puso de pie se dirigiéndose hasta la salida. 

—Escuchar un poco no nos hará mal. — incitó, él no era de cotilleos, esa parte se la dejaba a Charles quien le informaba de cualquier chisme imaginable, pero esta vez tenía una curiosidad genuina. 

La señorita se levantó de sopetón, Laura iba a protestar de que espiar no era adecuado, sin embargo, ellos se fueron antes que pudiera siquiera abrir la boca, no le quedó más remedio que ir tras ellos esperando no los descubrieran, ella ya era experta en escuchar conversaciones, el detalle radicaba en que no dejaba se dieran cuenta, sus modales era todo lo que quedaba intacto. 

Escucharon gritos mientras subían los escalones y se apresuraron más, Adam abrió la puerta del cuarto donde provenía el ruido solo para ver a Kate sobre una de las empleadas dándole un puñetazo en el rostro, abrió los ojos de par en par, esa no era la señora tan angelical y frágil que conoció en las semanas como huésped, era como un animal del bosque. 

—¡Dios mío!, ¿qué es esto?. — grita Laura notando al duque semi desnudo y a la empleada completamente sin ropa tratando de quitarse a su hermana de encima. 

—Válgame Dios. — hasta Lydia se escandalizó apartándose, no podía ver a su primo en tales fachas. 

Katherina volvió a golpear a la empleada que no paraba de tratar de arañarle el rostro ni siquiera notando su presencia, estaba más ocupada golpeando a María evitando que sus uñas se le clavaran como para verlos. 

—¡Lydia, ve por ayuda, llama a los mozos, a alguien!. — pide Adam preocupado porque Henry parecía extraño y las dos mujeres no paraban. 

—Katherina, por favor. — Laura tentó ayudar, solo pudo sentir el cuerpo de Adán frente a ella y el ruido de algo quebrarse después. 

María logró zafarse de la duquesa, se arrastró por el suelo hasta una mesita de esquina, tomó el florero persa y lo lanzó con todas sus fuerzas en dirección a la mujer que odiaba tanto, la pelirroja se agachó a duras penas evitando el golpe, volteó para ver al marqués frente a su hermana protegiéndola con su cuerpo, hirvió de rabia, casi golpeó la pancita de Laura si no hubiera sido por el marqués de Bristol. 

—¡No te bastó con tocar a mi marido, ahora intentas matar a mi sobrino!. — le atrapó por los cabellos tirándole al suelo, volvió a golpearla con los puños hasta que sintió que alguien la tomaba por los brazos, pataleo logrando darle en la quijada a la infeliz. 

Howard la separó de la sirvienta mientras los empleados de las caballerizas, quienes habían corrido a todo lo que daban sus pulmones, se la llevaban y la mujer gritaba blasfemias frenética siendo arrastrada. 

—Ya pasó, ya pasó — dijo Adam tratando de calmarla. 

Laura se acercó, le tomó el rostro y Kate comenzó a llorar, tenía demasiadas emociones en su interior, estalló en llanto dándose cuenta de lo que sucedió, de que perdió el control, que su esposo y hermana estuvieron en peligro. 

—Estoy bien hermana — aclara la rubia. —, quédate con Henry, creo que te necesita. — le dio consuelo con un abrazo. 

La duquesa asintió tratando de regular su respiración y dejar de llorar, abrazó a su hermana para agradecerle, se dirigió a la cama donde Henry estaba tumbado. Adam recogió la ropa de la lunática mujer, un frasco rodó por el suelo hasta los pies de Kate, lo recogió sintiendo el inconfundible olor del calmante dado al marqués para su dolor y dormirlo, vio a su esposo sobre la cama y tuvo las respuestas que necesitaba, un alivio le recorrió entera. 




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