Tu Reputación

Capítulo XXXVII

Historia original 37.

Yan_skyblue. 

Capítulo XXXVII. 

 

Katherina tenía su cabeza recostada en el hombro de su esposo, se sentía muy segura así que no tardó en quedarse dormida hasta que sintió un fuerte movimiento, casi cayó al suelo, afortunadamente Henry logró estabilizar la evitando el golpe. Los tres corrieron las cortinas, no lograban entender qué pasó. El duque decidió salir a inspeccionar. 

—Quédense adentro, veré lo sucedido. — salió del carruaje dejando a las dos damas con intriga. 

—Espero no sea nada grave. — dice la duquesa, sus ojos se dirigieron al rostro hermoso de Lydia, estaba muy pensativa desde que el joven Hendrick anunció iría al baile. —Te agrada ese joven más de lo esperado. 

—Si no fuera tan arrogante, bien podría admitir mis sentimientos… — divaga. No podía negar hacía años entendió le gustaba mucho, algo que no podía compartir con él joven o su ego se inflaría hasta las nubes. 

La puerta se abrió antes que Kate pudiera agregar algo, Henry anunció tenían un problema con la rueda trasera izquierda por lo accidentado del camino, tendrían que ir en caballo hasta la posada más cercana la cual estaba muy cerca, quizás a unos veinte o quince minutos en caballo. El duque ayudó al fin a su esposa a salir del carruaje, le ofreció a su prima su mano también. 

No podía dejarlas en medio de la nada, así que lo más sensato sería llevarlas con él para mandar ayuda desde la posada, habló con el cochero y el mozo pidiéndoles aguardar en el carruaje, tomó dos caballos y subió a uno junto a su esposa, él otro fue para Lydia. Se fueron a galope, necesitaban llegar pronto o sería peligroso para los empleados, aunque estuvieran armados los ladrones rondaban en los caminos. 

—Debes sujetarte bien — le sonrió a su pelirroja esposa. —, lamento no hayas podido seguir las clases de equitación, tu yegua te extraña. 

—Con lo sucedido al marqués, volver a montar un caballo se me hará algo difícil. — abrazó a su esposo por la cintura, colocó su mejilla en el pecho del hombre que tanto amaba escuchando sus latidos acelerados, sonrió intuitiva era por ella. 

—Podemos esperar hasta que estés lista, dependerá de ti. 

Siguieron su conversación tranquila mientras el equino corre por el camino, Kate sentía la brisa en su rostro aferrándose a su esposo viendo el paisaje de una manera diferente, una más libre. 

Llegaron a la posada demasiado rápido para el gusto de la dama, Henry se encargó de dejarlas en una habitación regresamdo con ayuda donde se encontraba el carruaje varado. En su habitación, Katherina decidía si esperar a caballero sentada en la cama incitándolo o si esperarlo sentada junto a la ventana leyendo un libro para parecer más misteriosa; escuchó llamaban a la puerta y al abrir una maravillosa idea cruzó su mente, él no podría resistirse a verla así. 

Cuando el duque logró llegar, la posada estaba en completa paz, subió los escalones hasta el segundo piso cansado, iba a dormir hasta mañana seguramente, estaba seguro, pero su esposa tenía otros planes porque no esperaba verla en medio de la habitación dentro de la bañera muy tranquilamente tomando un baño, trago saliva nervioso, ¿Katherina estaría desnuda?, la sola idea le hizo suspirar. 

Se acercó, ella estaba de espaldas muy concentrada tradeando una canción mientras talla a su pierna colocada en el borde de la bañera, se agachó y le acarició lo que se asomaba de la espalda femenina, ella soltó un gemido para nada decoroso, se volteó. 

Henry notó Kate estaba usando un camisón, ella no estaba desnuda, y aun así su cuerpo vibraba. Katherina le sonrió tan angelical como siempre, él jamás podría imaginar tras esa sonrisa dulce había un plan para seducirlo. 

—Tardaste. 

—Fue algo complicado cambiar la rueda, afortunadamente lo logramos. — le acarició los mechones rojos que se escapaban del moño. 

Ella colocó sus brazos en el borde de la bañera, su mentón en ellos y sus ojos fueron directamente a los de su esposo, él la hacía sentir tan fuerte, tan llena de vida y tan feliz que sería capaz de escribir mil poemas en su nombre, deseaba decirle cosas bonitas siempre. 

—Contigo las cosas son más fáciles, más duraderas y más hermosas. — le dijo en un tono de voz tan suave como la seda. 

—Creo que al principio no fue tan fácil, pero ha valido la pena la perseverancia. Este camino accidentado hasta el final es bello, si ese final eres tú. — su dedo pulgar acarició el mentón de la dama. 

—Te amo. 

—Yo igual, por favor cuida de mi corazón porque te pertenece. — se inclinó para besarla. 

No esperó el jalón y terminar dentro de la bañera con ella, Kate reía divertida y él solo podía pensar en hacerle mil y un cosas las cuales únicamente conocía por las charlas con Rubí. Henry no podía acomodarse bien así que Katherina se levantó para dejarlo colocarse, los ojos de su marido dieron un vistazo descarado a cada curva de su cuerpo el cual se notaba a través del camisón mojado, le pidió sentarse entre sus piernas, ella lo hizo sintiendo de nuevo el bulto, igual que aquella vez en el sofá, trató de no hacer algún movimiento o gritar, quizás él huiria igual que ese día. 

—No te asustes, es… normal para un hombre — se le notaba demasiado nervioso. —, es normal… cuando está con la mujer que le gusta… — daba gracias ella no podía ver su rostro, estaba colorado. 

—Está bien. 

Continuaron así por mucho rato conversando hasta que el agua comenzó a sentirse fría, salieron y comenzaron a vestirse, Katherina tras la mampara para evitar la viera, aunque ella sí lo veía a través de las ranuras de los paneles. Se acostaron aunque poco les duró las ganas de dormir porque sus besos y caricias los llevaron a la lujuria. El duque besó los pechos de su esposa al fin a sus anchas hasta que ella tuvo miedo al sentir que su mano se colaba debajo del camisón directamente a su entrepierna que estaba algo húmeda. Por vergüenza Katherina pidió clemencia y él se la concedió poniendo todo de su parte para controlarse, bueno, al menos iban avanzando. 




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