Tu Reputación

Capítulo XXXVIII

Tu Reputación. 

Yan_skyblue. 

Capítulo XXXVIII.  

 

William, como era de esperarse, no recordaba haber tratado de ultrajar a su cuñada la noche anterior. Se levantó muy temprano con dolor en todo el cuerpo especialmente la quijada y unas ganas terribles de vomitar, no pudiendo más descargó hasta la bilis en una bacinica, hubiera preferido reponerse de la borrachera y comer algo, pero prefirió salir de la casa rumbo a quién sabe dónde antes que siquiera cualquiera de su familia pudiera despertar. En el momento en que Henry abrió la puerta de la habitación de un portazo, solo se encontró con el desagradable olor a vómito y quizás orina, su hermano ya se había marchado. ¡Maldito fuera!, está vez iba a enviarlo al confín del mundo para que escarmentara, quizás intuyó eso, por tal razón se marchó. Prefirió volver con su esposa quien apenas despertaba, ese día irían a casa de Adam para interrogarlo sobre su supuesta boda con Laura Hamilt. 

Salieron cuando daban casi las doce rumbo al hogar del marqués, lastimosamente no estaba en casa y el mayordomo nada más les entregó una carta adosada a una invitación, grande fue la sorpresa al notar era la invitación a la boda de Adam Howard y Laura Hamilt en Bath, la carta apenas explicaba vagamente ambos estaban enamorados así que deseaban casarse lo más pronto posible. El duque aseguró debía hablar con ambos, necesitaba aclarar el tema, como no sabía en qué lugar de Bath exactamente estaban pidió al empleado de su amigo hacerle llegar una misiva. Entró al despacho de la casa para escribir rápidamente la breve carta y se la dejó al mayordomo. 

Regresaron a Apsley House luego de terminar sus últimas compras, Olivia estaba en el jardín sola revisando los rosales, Katherina se acercó a ella, desde su llegada sus conversaciones e interacciones siempre fueron con otras personas al rededor, deseaba conocerla mejor sin testigos de por medio. 

—Hemos vuelto, su excelencia. — dijo. 

La dama se volteó, sus ojos verdes se encontraron con los azules. 

—Me alegra muchísimo estén de vuelta. — contestó. No sabía que más decir, con otras mujeres tenía infinidad de temas de conversación, pero con ella no se le ocurría nada para hablar aparte de jardinería y el baile próximo y es que Katherina era tan distinta a las señoritas de sociedad que a veces se encontraba perdida. 

—Lamento que las cosas hayan salido mal y Henry se casara conmigo por obligación. Entiendo usted deseaba un buen matrimonio para él, como cualquier madre preocupada. — soltó con el corazón estrujado. 

Era uno de esos días sin brisa, nada más la quietud completa envolviendo el ambiente junto a las flores y árboles espectaculares mudos del momento, Olivia sonrió amable. 

—Siempre y cuando mi hijo siga sonriendo así, no tengo nada para reprochar. Como duquesa deseaba un matrimonio ventajoso y apropiado para Henry, pero como madre soy feliz viéndolo ser feliz, si esa felicidad eres tú, entonces no tengo nada que agregar. 

Ambas mujeres sabían que aunque fueran diferentes, tenían algo en común, amaban a Henry, un amor de madre y un amor de pareja tan especiales como inmensurables. Olivia le tomó la mano a la nueva duquesa, le pidió caminar con ella por el jardín mientras le explicaba como debía manejarse una casa, especialmente una tan grande como la de Hampshire, además de las responsabilidades que hasta el momento fueron suyas y de ahora en más cedía con entusiasmo a su nuera. Entre la conversación surgió la idea de ir todos a Hampshire para preparar el baile, idea que agradó tanto a Henry como al señor Wesley cuando la escucharon. Dos días después de la visita del Barón Dacre junto a Robert ya se encontraban subiendo a los carruajes rumbo a Stanley Saye. 

El baile estaba a la vuelta de la esquina, Kate, Olivia y Lydia organizaban cada detalle buscando belleza impecable. La duquesa agradecía contar con la ayuda y buen gusto de ambas, un gran alivio. 

El señor Wesley jamás se sintió tan bien en su vida, ni mejor atendido, su nuera, sobrina y esposa se encargaban de mimarlo e incluso Henry estaba más expresivo, sabía que un buen matrimonio le sentaría bien a su estirado hijo, lo supo desde que notó él guardó con cariño aquella carta de disculpa de la cual Franklin le contó. Sus días se fueron tan rápido como un pestañeo y en un abrir y cerrar de ojos ya faltaba apenas un día para el ansiado evento. 

—¿Enviastes todas las invitaciones?.— preguntó Lydia entrando al despacho viendo a su cuñada con una carta y un sobre en las manos. 

—Sí, con el tiempo de regla justo apenas, ya todos enviaron sus respuestas positivas. Estoy leyendo una carta del párroco Ajax, dice que gracias al donativo anterior arreglaron las paredes y compraron camas nuevas en uno de los orfanatos. — menciona alegre de poder ayudar. 

—Eres un ángel. — dijo su esposo, fue hasta ella para darle un beso en la frente. 

Katherina se sonrojó por la presencia de la señorita Durand, Las muestras de cariño frente a otra persona le ponían nerviosa; cambió de tema hablando a Henry sobre la carta que recibió de parte de Laura, él le hizo saber recibió una por parte de Adam. Les dieron una cursi historia sobre haberse enamorado durante la estadía en su hogar, el marqués se haría cargo del bebé e instaba a Henry a no asesinarlo y dejar a su sobrino sin futuro padre, Katherina rió divertida, eso sonaba como algo típico de Howard. Decidieron entonces dejarlos ser, pero estar atentos a cualquier contratiempo o habladurías, nadie debía enterarse de la verdadera paternidad del bebé o sería horrible para la pareja. En cuanto a William, pidió a Charles usar sus conocidos para dar con él, lastimosamente aunque el Conde había buscado por todo Londres aparentemente el hombre se fue quizás rumbo al sur en un carruaje rentado dejando infinidad de deudas las cuales llegaban a manos del duque quien, debía gastar una cuantiosa fortuna pagando tanto las deudas como callando las bocas de los aprovechados que reconocían al ebrio despreciable como un noble de apellido Wesley. Cargar con su hermano significaba para el hombre una preocupación constante, la cual ocultaba de su padre. 




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