Tu Reputación

Capítulo XXXIX

Tu Reputación. 

Yan_skyblue. 

Capítulo XXXIX.  

 

Las antorchas afuera iluminan los senderos y jardines de la parte oeste en la gran casona de piedra, área donde los ventanales deleitan con la romántica vista nocturna. Las telas de colores suaves adornan las columnas, los floreros estratégicamente colocados perfuman cada rincón, las tres enormes arañas resplandecen imponentes en el techo pintado con un fresco de un jardín paradisíaco, el piso estaba listo para el baile y la orquesta acomodada en el pequeño escenario tocando una melodía, mientras las parejas danzan en una actividad tan sana como llena de oportunidades, da vida a la velada. Los anfitriones en la entrada impecables luciendo felices recibiendo a los últimos en entrar mientras algunas matronas aconsejan a sus apoderadas, varias damas beben ponche o comen gelatina y uno que otro caballero huye del compromiso o se rinden felices a la alegría de la danza. 

El matrimonio deslumbró con su primer baile, un vals ejecutado de manera impecable en el que el hermoso vestido azul de la duquesa se movió al compás de su dueña, era hermoso. Aunque no para todos. 

Hoy, esta noche y precisamente ahora, sería cuando su plan tomaría forma. Gabriel no comprendía que su oportunidad de tener a la mujer que ahora creía amar se perdió entre sus propios prejuicios, él mismo antepuso las habladurías y la mala reputación de la joven a cualquier amor, sus sentimientos pudieron tan poco ante la posibilidad de tenerla a su lado con todo y chismes; mató su coraje y la su excusa de pensar era como su hermana enterró bajo tierra su destino junto a ella, su vanidad lo cegó, prefirió casarse con su prometida y ahora se dedicaba a hacerla sufrir golpeando el ego de la mujer al no dedicarle ni una sola mirada incluso luciendo tan hermosa, pero recatada con su vestido blanco de bordados. Ahora, entre el mar de invitados, Margaret observa desconsolada como su esposo se dedica a ir tras otra mujer invitándole a un baile mientras ella permanece sentada junto a Lady Edwyna y Lady Olivia conversando del exitoso baile y soportando estoica su corazón roto mientras las mirada de burla se plantan en ella como agujas. El amor dolía tanto como podía hacerte feliz, ella sangraba en vida colocando un nuevo clavo en el féretro que llevaría ese amor muerto mientras un conde enamorado moría de ganas de tomar su mano para pedirle huir con él al lugar más apartado del mundo. 

—Pronto — se dijo a sí mismo controlando sus impulsos —, pronto le mostraré un caleidoscopio de emociones, olvidará cada lágrima del pasado. Espera Margaret, espera por este amor que será tan tuyo como los peces pertenecen al agua. — se marchó caminando entre el mar de personas. 

El objeto de sus suspiros volteó, vio apenas su espalda sintiendo una punzada en el corazón, para la señora Torton ver a Charles era alegría, eran palabras bonitas y eran un par de labios indecorosamente sensuales, tenía miedo de su rechazo al saber su pasado, se lo diría cuando estuvieran en el otro lado del mundo, cuando no pudiera escapar de ella y dejarla tan sola como sus ganas de vivir, porque lo apreciaba tanto en el poco tiempo que llevaban compartiendo que su retirada por su pasado la destrozaría. 

Henry arrugó en entrecejo irritado, el pusilánime de Torton se atrevió a escribir su nombre en la cartilla de Katherina dos veces cuando claramente era totalmente impropio al no ser su esposo o de la familia inmediata de la dama, ella no quiso hacer un escándalo de eso y calló dejándolo ser por ahora, porque lo iba a reprender después, él no era así y debía respetarla como la mujer casada que era, le negaría el segundo baile rotundamente para dejarle en claro sus posiciones. Era demasiado escandaloso y demasiado descarado escribir el nombre dos veces en una dama sin ser su esposo, Henry lo sabía, Katherina lo sabía y él mismo Gabriel igual. Ninguno de los dos entendía lo que pretendía el hombre con tal acto descarado pero el duque no estaría dispuesto a permitir su esposa se viera envuelta en tal mal rato, si debía intervenir lo haría, llegaría incluso a terminar el baile todo por salvar la integridad de Kate. 

El calor de la fiesta aumentaba, la orquesta se preparaba para una nueva melodía, las parejas se colocan para comenzar la cuadrilla. Un carruaje para frente a la mansión, el empleado abre. William iba muy elegante ocultando tras las ropas finas y personalidad magnética la podredumbre de su endeble interior al ser incapaz de controlar sus vicios; entra en el salón caminando cuál pavo real llamando la atención, buscó con la mirada a Laura, debía estar en ese baile. Tenía ganas de cogérsela de nuevo, ella era la única que le aseguraba sexo más o menos pasable sin enfermedades de por medio, ya uno de sus compañeros de juerga murió por esas nefastas causas y el miedo le traía en la necesidad de buscar a la tonta que besaba sus pies por amor. Escuchó una voz conocida, detuvo su andar para tratar de acomodarse tras una columna, deseaba saber lo que decían, puesto que la palabra "Laura" voló a sus oídos como un pañuelo al viento. 

—Así es — dice Adam jovial en tertulia con un amigo —, ¡mi querida Laura y yo nos casaremos pronto! — el orgullo era palpable en cada frase —. Esperamos estar en buena esperanza de nuestro primer hijo lo más pronto posible, ella tiene demasiadas ilusiones de ser madre… — lo último salió de sus labios de una forma tan dulce que el menor Wesley casi hirvió en rabia. 

Los caballeros se alejaban y William no salía de su estupor, ¡maldita ramera!. ¿Cómo se atrevía a buscar otro amante e inventar que su hijo sería de ese imbécil?. Decidió entonces acercarse a alguna matrona chismosa para preguntar la ubicación de la futura boda. La mustia salió más astuta de lo que imaginó, lo reconocía, pero no dejaría su muñequita se escapara, iba a llevársela y encerrarle en algún lugar para que le satisfaciera a él y solo a él hasta que volviera a hartarse de ella. 




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