Tu Reputación

Capítulo XL

Tu Reputación.

Yan_skyblue. 

(Quisiera advertir que los finales no son mi fuerte, espero no decepcionar a nadie) 

Capítulo XL. 

 

La pequeña capilla brilla bajo los rayos del sol, los asistentes van llegando; apenas unas cuantas personas entre familiares y amigos cercanos de la pareja. Lady Felicia junto a Laura adornaron con flores silvestres de colores y telas vaporosas blancas, se dedicaron en demasía a adornar el altar además de poner ramos de flores en la entrada. Todos quedaron encantados, los pétalos blancos en el piso por donde pasaría la novia engalanan el suelo y en el techo las telas blancas. Un día de verano, un día común y corriente, pero tan significativo para todos aquellos corazones llenos de ilusión por ver cómo dos vidas se unen finalmente. No había una sola nube en el cielo, la brisa estaba calmada y fresca, los pajarillos trinan allá a lo lejos y las mariposas revolotean alrededor de las pequeñas margaritas que se revuelven por la brisa, toda una escena perfecta para alguna pintura romántica, una real grabada en las pupilas de cada invitado embelesado por tanta belleza natural para nada ostentosa, realmente tan lindo como la novia quien temblaba nerviosa en su habitación. 

Sr. Ian les recibe afablemente pidiéndoles tomen sus lugares. Poco a poco los asientos fueron ocupados llenando la capilla de bullicio, las pláticas volaban entre lo ansiosos que todos estaban a lo bello de los vitrales en la capilla, las flores con su aroma delicioso, el sol, las mariposas… 

Adam entró tomando su lugar en el altar para esperar a su futura esposa, más de una suspiró, el caballero estaba divino enfundado en un traje elegante negro, el cabello perfectamente peinado y los nervios los cuales no podía disimular, sobretodo porque no dejaba de jugar con sus mancuernillas de oro y jalarse las mangas de la levita en un acto poco apropiado pero tierno. Henry había hablado con ambos en cuanto llegaron a Bath, aunque ninguno lo dijera abiertamente cubriéndose con una manta del deber se notaba entre ellos podría nacer un amor especial, estaba contento por su amigo tanto como estaba decepcionado de su hermano. No podía negar siempre se preguntaba en qué falló cómo hermano mayor y mentor, ¿que pudo haber hecho diferente para llevarlo por un mejor camino?, ¿por qué nunca escuchó sus consejos?, por qué de tantas cosas.

Katherina tomó la mano de su esposo para estrujarla, estaba muy emocionada que apenas podía controlar sus nervios, ni hablar de sus lágrimas, él enredó su mano con la de su su esposa para apoyarla, debía admitir que la sensibilidad de su dama lo enamoraba cada vez más y más. Ella era tan tierna como salvaje, esa amalgama perfecta lo encantó desde siempre. Ahora entendía que desde aquel día en el teatro cuando sus ojos azules le miraron de frente estuvo perdido, perdió esa batalla ante ella aunque estaba feliz de sucumbir ante ese sentimiento milenario llamado amor, por ella estaba dispuesto a caer en cualquier incierto. 

Ya todos estaban en sus asientos expectantes por la ceremonia, el coro de monaguillos comenzó a cantar, los presentes giraron para ver a la novia en su ansiada entrada de la mano del abuelo Hamilt. Laura se veía radiante, el vestido era esponjoso de un color marfil con  encaje alrededor del escote hasta la espalda dando una sensación de mangas, llevaba un ramo de rosas de diferentes colores, el tocado era sencillo, al final no usó el velo cubriendo su rostro en un acto de gran significado para ambos, no deseaba ocultar nada a su futuro esposo aunque algunos invitados no lograron entenderlo. Todas las mujeres lloraron de felicidad. Henry abrazó a su sentimental esposa, ella le sonrió muy contenta y supo que debía darle otra boda a su luz, una en que las cosas no se den como en la primera, una en que no fuera el monigote ni la burla de nadie para mostrar lo bella que era, secó las lágrimas de Kate con un pañuelo enternecido, ella significaba el alba en su vida. 

—¿Te gustaría una segunda boda? — le sonrió. 

—Siempre y cuando tú seas el novio. 

La novia se acercó al altar, el Barón Dacre le entregó al marqués la mano de su nieta y se retiró para sentarse a observar con un nudo en la garganta la ceremonia, estaba feliz y triste, ya había pasado por lo mismo con Katherina, después de la conversación con Laura antes de entrar en la capilla entendió tantas cosas de las que tenía lo que le quedaba de vida para reparar, entendía se equivocó mucho con ambas en una u otra forma, como abuelo falló porque se concentró demasiado en las responsabilidades del título además en que su avanzada edad no le jugó a favor. Sintió en su mano el toque de su nieta Kate y no pudo contener las lágrimas, sus niñas eran adultas. 

Todo se tornó más natural cuando el sacerdote comenzó a hablar, las personas observan y escuchan encantados esperando la conclusión, el comienzo de dos vidas juntas. Más temprano que tarde  llegó el momento en que el párroco dice las ansiadas palabras por una persona presente. 

—Quien se oponga a esta unión, que hable ahora o calle para siempre — todos guardaron silencio, aguardaron por un rato, pero nada pasó; el sacerdote continuó haciendo una cruz para bendecirlos —. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, les declaró marido y mujer, puede besar a la novia. 

Los duques junto a todos los invitados aplaudieron contentos. 

Adam Howard colocó las manos en los delicados hombros de su ahora esposa, los nervios le traían medio distraído, la miró por unos segundos hasta que ella sonrió recordándole lo que debía hacer, él reaccionó, rápidamente se inclinó para besarla...

—¡Yo me opongo! — gritó alguien desde la entrada, algo tarde, pero finalmente interrumpió. 

Las cabezas se giraron para ver al intruso mientras la capilla volvía al silencio, tremenda sorpresa al identificar era William Wesley hecho un total desastre, traía el traje sucio, una barba de días, el pelo revuelto y probablemente estaba alcoholizado por la forma en que se movía, los caballeros presentes se pusieron de pie para tirarlo fuera de la capilla, sin embargo, el hombre sacó un arma de su chaqueta; la mano le temblaba, se notaba no podía coordinar, cualquiera podría salir herido con una persona en tal estado usando un arma, se escucharon gritos de pánico. Algunos  jadearon asustados, los hombres tuvieron que permanecer estáticos buscando un momento para poderle arrebatar la pistola. De un momento a otro el ambiente enternecedor se tornó de terror. 




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