Tu Reputación.
Yan_skyblue.
Epílogo.
⚠️Este capítulo contendrá escenas explícitas, sugiero discreción.
SÍ DESEAN SABER SOBRE FUTUROS PROYECTOS LEER AL FINAL DEL CAPÍTULO LA INFORMACIÓN ESCRITA.
Henry era un ladrón, robó su ridículo, su relicario y su sombrero para ponerlos en su habitación como si fueran tesoros, robó su autocontrol, sus tristezas y sus miedos, se robó su corazón entero…
El sonido del agua y sus respiraciones es todo cuanto pueden escuchar. Henry se había ofrecido a lavarle el cabello cuando escuchó tomaría un baño, aceptó pensando en aprovechar esta oportunidad para seducirlo, ya estaba recuperado, el médico lo dijo, no harían nada malo porque estaban casados, tenía demasiadas ganas de él, no podía contenerse más así que, decidió esperarlo desnuda en la bañera llena de agua caliente y pétalos de rosas.
A diferencia de como lo creyó, él sonrió al notar su desnudez, se quitó la camisa regalándole un primer plano de su abdomen y brazos, llevó un banco al lugar justo donde podría cómodamente cumplir su palabra de lavarle el cabello. Katherina poco a poco cayó en cuenta de su situación, él estaba detrás sosteniendo su cabello, si se le ocurría moverse hacia adelante vería sus cicatrices, apretó los labios asustada de la reacción de su esposo.
—Inclínate, te tallaré la espalda — le susurró al odio con una voz tan ronca como seductora.
Olvidó incluso su nombre, obedeció y hasta que él ya tenía sus manos recorriéndole la espalda recordó sus cicatrices, dio un respingo aterrada; pasaba los minutos, él no decía una sola palabra, solo recorría con su dedo cada una de esas desastrosas cicatrices.
—Sabía de su existencia— al fin habló —, no pude verlas cuando estuvimos en la posada porque estabas usando un camisón.
—Lamento que sean tan desagradables— reposó su cabeza en sus rodillas viendo la ventana, afuera llovía a cántaros.
—Nada de ti me resultaría desagradable — se agachó para posar sus labios en la espalda de la dama, ella soltó un suspiro —. Borraré cualquier mal recuerdo, porque eres mi amada esposa ahora. — sus manos se dirigieron a sus pechos.
—Henry— las gotas de lluvia se resbalan por el vidrio de la ventana mientras las lágrimas ruedan sin control, últimamente lloraba mucho de felicidad —, gracias— cerró los ojos sonriente, él la amaba y ella a él, es todo cuanto necesitaban.
Al abrir sus ojos su loco esposo ya estaba en el otro extremo entrando en la bañera, la acorraló asaltando su boca mientras sus manos le recorren el vientre, parecía no le dejaría cuartel.
—Abre las piernas Kate. — lamió su lóbulo.
—S-si…
Su pierna izquierda terminó en el borde de la bañera, Henry entonces introdujo poco a poco uno de sus dedos haciéndola gemir, dobló el dedo en forma de gancho aún dentro de ella masajeando el clítoris con su dedo pulgar sin soltar su boca jadeando, de repente se separó, la miró agitado, los ojos de su esposo le dijeron en silencio que está noche finalmente sería suya, eso la hizo temblar de emoción.
—Necesitaremos la cama Katherina, en otra ocasión lo haremos aquí, pero la primera vez merece un lugar más delicado.
Ella asintió. Salió de la bañera, se colocó la bata corriendo a la habitación para peinarse y tratar de secarse el cuerpo, suspiró viéndose al espejo, él la amaba, él la veía hermosa, él la deseaba, ¿podría ser más feliz?. Camina hasta la puerta del balcón, retira la cortina y observa la luna redonda, suspira ilusionada… Esta noche consumarían su matrimonio, serían marido y mujer finalmente.
Katherina se abrió la bata, a estas alturas no tenía ningún complejo sobre su cuerpo estaba plenamente segura que era igual de bella como cualquier mujer. Se sonrojó de inmediato, pero no daría marcha atrás, dejó la prenda deslizarse hasta el suelo y mientras caía ella sentía su intimidad humedecerse aún más, esa sensación tan liberadora se parecía al orgasmo que su esposo le provocó aquella vez. El duque entró entonces con el cabello mojado, sin camisa y con los pantalones empapados los cuales se transparentaban, se quedó quieta esperando alguna reacción por parte de su marido a la vez observando descaradamente el bulto en su entrepierna.
Los ojos de su esposo se abrieron de par en par quedando una divina expresión de sorpresa en él que le pareció lo más lindo del mundo. Se acercó para llevarlo de la mano hasta la cama. Wesley solo pudo verla venir hacia él y tragar saliva, se apreciaba tan bonita y tan descarada así desnuda en su espera, no creyó que eso fuera posible, pero aquí estaba su esposa demostrando que esa extraña amalgama era posible, maravillosa; sintió le tomaba de las manos para dirigirlo a la cama. Kate, tal y como Laura le aconsejó, lo empujó sin usar mucha fuerza para que terminara sentado sobre el colchón, se sentó a horcajadas sobre él sintiendo la dureza de su esposo en su intimidad, lo abrazó por el cuello sonriente, como le enseñó su hermana. Había practicado frente al espejo mucho tiempo para parecer provocadora aunque logró verse tierna al final. La nueva marquesa de Bristol sentía que en su hermana menor funcionaría más la ternura que el parecer una mujer con sapiencia en el sexo y vaya que funcionó, Henry murió en ese momento para revivir en el paraíso.
—Kate— murmuró llevando sus manos a las caderas de ese ángel divino que abría sus alas, estaba tan embelesado —, la vida me ha regalado el amor hecho carne, hecho mujer…
Sus manos se aferraron a ella como si fuera a desaparecer en cualquier momento.
—Esposo mío, quiero que me hagas tuya, ahora...— le ordenó con voz temblorosa. Besó la boca de su esposo, apenas un besito casto para callar cualquier pero.
Él cerró los ojos controlando sus nervios… así es, los hombres también pueden sentir nerviosismo a la hora de hacer el acto carnal y el duque sabía su duquesa tenía ciertas expectativas de lo que debería sentir contando sus orgasmos alcanzados por la masturbación, bien, por ella haría cualquier cosa, se esforzaría porque fuera una experiencia que le llenara en todo sentido, sobre todo porque fuera algo tierno y no traumante como le enseñó Rubí.