Tu Reputación

Extra 1

Extra 1 Tu Reputación. 

Yan_skyblue. 

Primer embarazo. 

Ocho semanas y tres días. 

Henry había notado que su esposa estaba algo enferma; en el desayuno no probó más que mandarinas y en el almuerzo casi vomitó sintiendo el olor de algunos alimentos, terminando ingiriendo nada más que hogazas de pan con algo de mantequilla que regresó unos minutos después. 

Corrió en su caballo en busca del médico preocupado de que su frágil esposa se haya enfermado del estómago, pidió a su madre y Rose cuidarla mientras él llegaba con ayuda. Ambas damas se miraron una a la otra compartiendo una sonrisa significativa ya intuyendo lo que sucedía con la preciosa nueva duquesa, pero primero debían comprobarlo. Olivia tomó su faldón y echó a correr escaleras arriba mientras Rose pedía en la cocina una papilla para la dama, si era lo que ellas sospechaban la comida suave sería lo mejor.

Lady Olivia llegó a la habitación donde una de las sirvientas terminaba de acomodar a la duquesa quien repetía su esposo exageraba y ella no estaba enferma.

La antigua duquesa pidió a la sirvienta dejarlas solas, Kate apretó los labios algo desconcertada por el rostro radiante de Olivia, ¿sabía algo acaso? Se sentó en la cama tomándole las manos en forma maternal. 

—Cariño, ¿cuándo fue la última vez que tuviste problemas femeninos?— necesitaba estar segura antes de ilusionarla.

—Oh, ahora que lo menciona su excelencia, creo que hace uno o dos meses... 

Olivia sonrió como sólo lo hizo pocas veces en su vida, apretó con ternura las manos algo frías de Katherina y sus ojos se humedecieron. 

—Apuesto mi vida a que tu problema no es una enfermedad cariño, estoy completamente segura. 

Kate ladeo la cabeza confundida, si Lady lo decía debía ser cierto aunque le daba curiosidad saber entonces cuál era el motivo de su malestar. Se quedaron calladas sostenidas de las manos, aunque para cualquiera los silencios podrían significar incomodidad, entre ellas esos períodos de mutismo eran algo que disfrutaban, eran esos en que Olivia le dedicaba suaves caricias maternales y Katherina se dejaba ser sintiéndose como una niña, sintiendo ese cariño que su verdadera madre le negó por razones egoístas y demasiado estúpidas a estas alturas. 

Entonces Henry irrumpió en la habitación agotado llevando al doctor entre sus brazos ya que el anciano señor subía los escalones demasiado lento a su criterio, ambas damas rieron para sus adentros y el médico comenzó su trabajo mientras la dama llamaba a su preocupado hijo y le pedía escucharla. 

—Ella estará bien— le sonrió. 

—¿Cómo lo sabes madre?— pregunta incrédulo. 

—Las mujeres sabemos de estas cosas, hijo.

Henry arqueó una ceja dubitativo, ¿a qué se refería?

—¿Ha sangrado normalmente su excelencia la duquesa?— preguntó el médico con su voz algo apagada; esperaba que su hijo se hiciera cargo de la botica una vez que regresara en un mes de sus estudios en Londres.

—Bueno— se sonrojó porque realmente su menstruación nunca fue regular, así que, casi siempre olvidaba si había llegado y cuándo, le era muy normal a veces no tener sangrado un mes completo. Su madre siempre se reía y le advertía que a causa de esto era tan fértil como la arena de un desierto —... hace dos meses, aunque podría ser solo uno... disculpe sea tan descuidada con el tema.

—Hace dos meses señor— contestó Henry muy seguro. 

Los tres pares de ojos se dirigieron hacia él, el duque se encogió de hombros. No diría en voz alta que su esposa se niega a tener intimidad con él cada que tiene su sangrado mensual por recomendación de las ancianas y que él sufre contando los días hasta poder volver al lecho de su esposa. 

Kate se sonrojó fuertemente ya entendiendo la razón de tales palabras, esos temas eran tan íntimos, era como decirle a su suegra y el médico que lo hacían todas las noches incluso a veces hasta en el día, ¡qué vergüenza!

—Comprendo su excelencia. 

La revisión estaba terminada, el veredicto era claro con los síntomas y la información recabada. 

—¡¿Qué tiene mi esposa doctor?!

Wellesley contuvo la respiración, el médico tomó aire, finalmente dijo las palabras que la pareja esperaba más no tan pronto. 

—La duquesa está embarazada su señoría, felicidades, están en buena esperanza. 

Olivia juntó las manos emocionada y sus dos niños traviesos se miraron paralizados por unos segundos interminables, luego de repente el fuerte hombre comenzó a derramar lágrimas corriendo hacia su adorada esposa, se incó frente a la mujer que no podía mover un músculo, la abrazó por la cintura y hundió el rostro lloroso en el regazo de Kate.

—Démosles privacidad, ¿desea un poco de té mr. Johnson?— preguntó Olivia conteniendo sus ganas de celebrar con ellos la llegada de su primer bebé, era mejor dejarlos solos por ahora.

El anciano fue tras la dama preguntando si habrían también galletas saladas. Rose llegó en ese momento con la papilla, Olivia le ordenó tocar, dejarla y retirarse. 

Cuando le dieron el permiso para entrar a la habitación encontró a un duque derretido por completo en el regazo de su mujer gimoteando mientras Katherina trataba de tranquilizarlo dándole palmadas en la espalda, ¿dónde estaba ese hombre imponente y regio que ella conocía desde la infancia?

Dejó la papilla en la mesa y se retiró, debía guardar el secreto de tal escena o la dignidad del señor estaría en peligro,  sería discreta al respecto. 

Katherina le pidió a su marido ayudarle a comer y él finalmente dejó de abrazarla. Le dio la papilla despacio mientras imaginaba mil y un escenarios a medida que el embarazo de Kate avanzara. 

—Te ves demasiado distraído — sonrió. 

—Estoy feliz Kate, estoy feliz— llevó su mano al estómago de su esposa quien soltó una risita. 

—¿Estás preparado?

—Definitivamente, lo estoy— asintió sin un ápice de duda —, solo temo por ti y tu cuerpo.




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