Tu Sabor Amargo

Capítulo Cinco

Los demonios que habitan en mi cabeza

 

Mi corazón grita misericordia, pero tú no paras.
Él dice que te detengas, pero tú de todas formas lo apuñalas.


Pronto la herida se hará más grande.
Y me temo que no habrá nadie quién la sane.


¿Por qué  dejas que tus demonios me hagan daño?
¿Por qué no te esfuerzas en callarlos?


El espacio oscuro en tu alma no me deja respirar.
Siento cómo cada día me ciega y asfixia más.


¡Hazlo con tus propias manos!
¡Sumérgelos hasta ahogarlos!


Diles que tu odio deja muchas cicatrices en mi piel.
Diles que no es tu sangre la que les sabe a miel.


Cuéntales que he tenido que cubrir algunas partes,
Cuéntales que ya no me siento tan orgullosa como antes.


Porque no pude evitar que crecieran en ti.
Porque no pude lograr que te alejaran de mí.


¿Acaso no ven como la sangre se desliza por mi pecho?
¿Acaso no se aterran con mis gritos de sufrimiento?


Mi niña ha construido un muro inquebrantable.
Pero por razones no recomendables.


Pues el veneno de esas serpientes no curan.

Tristeza, amargura y dolor es lo que involucran.


Mira mis rodillas en el suelo.
Afónicas gritan por consuelo.


Apiádate de mi y  bríndale un poco de paz a mi cabeza.
Alumbra con tu perdón el lugar lleno de caos que me atormenta.

 

 

 

 

 

 


 




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