New York
1996
Las calles de New York, cómo siempre, se encuentran llenas de personas. La multitud que va de un lado a otro, ruido por doquier y automóviles con su locura por el tráfico.
Mi vida da un giro de 180° a diario, la mayoría de los sucesos que me pasan a diario, no los recuerdo. Se borran de mi mente.
Hasta que me di cuenta de que tenía un problema, pérdida de memoria a largo plazo declarativa. Una enfermedad que provoca que las personas olviden sucesos, hechos, personas y algunas cosas que se hacen a diario. Pero las cosas importantes de mi pasado se me olvidan, obviando a mi esposo y nuestra boda.
Los sucesos están intactos en mí. No se van, es como si tuviera un chip con esos sucesos en mi cerebro que no deja que los olvide.
—Amor. —Patrick se posa a mi lado y toma delicadamente mi mano, deposita un beso en ella y sonríe de lado.
—Hola, cariño.
—Es hora —asiento y cruzo mis dedos con los de él.
Ambos salimos de la casa y subimos al auto, el chofer arranca y nos dirigimos hacía aquello que revela mi futuro.
Lo que, en verdad, acabará con todo.