CAPÍTULO 4

Buenos Aires, Argentina

2000

Anna

Volvió, todo aquel odio y dolor volvió. Pensé que a lo largo de estos años se iba a desvanecer, pero estuve equivocada. Mientras tanto, el caso acabó, el asesino cayó en la trampa y ahora paga por todo el daño que ocasionó.

Su risa, sus caricias, su cuerpo...he vuelto a la normalidad, sin nadie a mi lado. Mario se fue, para nunca volver.

Tú tuviste la culpa.

En realidad, yo no recuerdo nada de aquel accidente, ¿Por qué tendría la culpa? Si apenas sé mi nombre. Patrick, me hace mucha falta.

Danna, se fue, una señorita que prefirió irse de mi lado para no hacerse cargo de mí. Sin embargo, su carta de despedida fue clara, sincera y dolorosa.

Poso mi vista hacia la ventana, el sol empieza a ocultarse, los niños juegan tranquilamente por ahí. Vagos recuerdos de Patrick y nuestra boda aparecen en mi memoria provocando mis sollozos. No tengo trabajo por lo mismo, piensan que todo se me olvidará, e incluso el lugar.

Sobrevivo día a día gracias a un muchacho que me brinda de su ayuda, es muy atento y me ofrece muchas cosas para poder sobrevivir. Es como tener un hijo, pero no lo es.

—Anna, ¿Qué tal estás? —el muchacho entra a mi cuarto y me sonríe.

La corbata alrededor de su cuello, los tres primeros botones de su camisa abiertos, su olor varonil me recuerda a él, a esa persona que me hizo feliz por muchos años y fue arrebatado de mi vida sin excusa alguna.

—Hola, creo que bien ¿Vos? —sonrío de lado.

Se sienta a mi lado y toma mi mano, lo observo detenidamente, sus mejillas, su barba, él es todo lo que tenía antes.

—Muy bien, ¿Vas a cenar? —asiento lentamente con mi cabeza.

Me brinda ayuda para bajar y acepto. En esta casa no me hace falta nada, aunque a veces las vecinas suelen ser metiches. Tengo libros -los cuales no recuerdo su nombre, ni personajes-, un pequeño televisor y mi baño privado, todo lo que una persona quisiera tener.

—Mañana irás conmigo al parque, necesitas un poco de distracción —sonríe.

Suspiro y asiento, no recuerdo lo que hay a mis alrededores. Mucho menos el camino a ese lugar. Pero no pensaba en que ahí, me esperaba mi respuesta.