Tu Vida en la Mía

CAPÍTULO 7

New York

1996

Anna

Un día, dos días, tres días y nada. No hay rastros del asesino. Todos me culpan, yo no hice nada, al menos no recuerdo. No mataría a mi esposo, no podría hacerlo.

Me siento lentamente en el sillón y enciendo la radio. Las noticias, escucho la mención del aparatoso incidente ocurrido hace días. Una lágrima baja por mi mejilla, tomo una toalla y seco mi mejilla. Respiro profundo y me recuesto en el sillón.

—Él no —susurro.

Tú fuiste.

Claro que no, no mataría a Patrick. No podría, es el hombre que me amó, me apoyó en todo momento, es el hombre al que le debo todo y no pude hacer nada al respecto.

—Él no pudo irse.

Siento que más lágrimas brotan de mis ojos y les doy acceso a que salgan, corren por mis mejillas y lloro sin parar. Al final, me siento libre. Al menos, llorar ayuda mucho; sin embargo, es una muerte que nunca dejaré de llorar.

Danna, Buenos Aires.

Niego. Suspiro y seco mis lágrimas. La radio sigue haciendo ruido y la apago. Su muerte no se quedará así, la vengaré.

Me levanto y camino hacia la cocina, me sirvo un poco de agua fresca y le doy un sorbo. Encontraré al asesino, o al que provocó ese vacío en mí. Sin Patrick no soy la misma, él era mi todo, y esa persona me lo arrebató.



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En el texto hay: misterio, enfermedad, olvido

Editado: 14.08.2019

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