Bogotá, Colombia
1950
Annabelle
El ruido del cantar de los pájaros anuncia que ya es de mañana, me levanto lentamente de la cama y me echo agua en la cara para despertarme mejor.
El olor a café recién hecho por mi madre llega a mis fosas nasales y camino hasta encontrarla en la cocina.
Mis padres se encuentran sentados en un pequeño artefacto que podría llamarse "silla". Ambos toman pequeños sorbos de café de sus tazas blancas de porcelana.
Les dedico una sonrisa y me sirvo un poco del líquido caliente en una taza.
—Buenos días a ambos —digo.
—Buenos días, Annabelle —dice mi padre.
Me siento en una pequeña banca y tomo un sorbo de café. La mirada penetrante de mis padres me incomoda, un silencio incómodo se acerca y carraspeo.
— ¿Qué tanto me ven? —pregunto.
Ambos se miran entre ellos y dejan su taza en la orilla de la mesa. Mi padre se levanta y se sienta al lado mío.
—Hija, ¿Sabes? Te irás de la casa.
Abro los ojos como platos.
— ¡¿Qué?! ¿Por qué? —me levanto y tiro la taza al suelo, provocando que se quiebre en miles de pedazos.
—Te irás con una señora, nos ofreció mucho dinero por algo —interrumpe mi madre.
— ¡Esto es el colmo! ¿Cómo pueden hacerme esto? —doy un fuerte golpe a la mesa.
—Te irá de maravilla, ellos tendrán el control.
Tu nombre va a cambiar, Annabelle. Conocerás a varias personas, entre ellas, al amor de tu vida.