Tu Vida en la Mía

CAPÍTULO 12

New York

1982

Anna

La puerta del hospital se abre, ambos entramos corriendo. Mario, débil, pálido y casi muerto está recostado en la camilla.

Tomo su mano, la acaricio un poco y lo observo detenidamente. Un disparo en el estómago, dudo mucho de que sobreviva; sin embargo, sería un poco sospechoso.

La enfermera entra y nos pide que nos hagamos a un lado, inserta una aguja en la piel pálida de Mario y deja ir suero. Me tenso, detesto estar en un hospital, siento como si ya hubiese estado en uno hace muchos años.

— ¿Qué sucedió? —pregunto.

La enfermera me observa de pies a cabeza y sonríe. Su cabellera rojiza se mueve al momento en que una ráfaga de viento entra.

—Un tiroteo, fue víctima de ello.

Observo a Mario, su piel pálida me preocupa. Observo a la enfermera y un pitido hace que me sobresalte.

— ¡Haga algo! —grita Patrick.

Me quedo helada, estática y con la mirada fija en Mario. Su cuerpo ya sin vida en la camilla, trago grueso. No puede ser. Se fue, y ya no hay vuelta atrás.

— ¡Anna! —dice Patrick.

Niego y poco a poco empiezo a llorar. Patrick me toma del brazo y me saca del cuarto de él.

—Anna. Mírame.

La voz de Patrick se me es inaudible, mi vista está totalmente perdida sin ningún punto fijo. Las lágrimas no paran, me arrodillo y tapo mi cara con ambas manos.

— ¡No! —grito entre lágrimas.

—Anna, no se puede hacer nada.

A veces las personas que menos daño hacen son las que más rápido se van.



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En el texto hay: misterio, enfermedad, olvido

Editado: 14.08.2019

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