New York
1996
Anna
A lo largo de varias semanas aprendí que no vale la pena llorar todo el día, debo seguir con mi vida y dejar que descanse. Mi cuerpo se relaja mientras tomo una ducha de agua caliente y despejo mi mente.
Enrollo una toalla alrededor de mi cuerpo y salgo del baño, seco lentamente mi cuerpo para luego cambiarme. Observo mi reflejo en el espejo, mi rostro sin vida, las ojeras se notan a simple vista bajo mis ojos. Los ojos hinchados por tanto llorar, el cabello alborotado.
Respiro profundo y cepillo suave mi cabello. Lo trenzo y me maquillo un poco. Luego, observo mi silueta en el espejo. Mi rostro cambia, el color regresa a mí.
Sonrió y salgo del cuarto para dirigirme a la cocina, saco algo fácil de preparar del refrigerador junto con jugo de naranja.
Me preparo dos sándwiches de pollo -que es lo más fácil- y sirvo un poco de jugo en un vaso. Agarro ambas cosas y me siento en el sillón marrón de la sala.
Enciendo el televisor y doy una mordida a mi sándwich. Pierdo la noción del tiempo y brinco al ver la hora en el televisor.
Las 14:54 PM.
El timbre de la casa resuena en todos lados, me levanto de mala gana.
— ¿Quién me interrumpe? —pregunto.
Al no obtener respuesta me acerco a la puerta y la abro. Una muchacha rubia, con ojos celestes me sonríe y observa de pies a cabeza.
— ¿Quién eres? —pregunto.
—Soy tu peor enemiga, Annabelle.