Buenos Aires, Argentina
2000
Danna
Los rayos del sol entran por mi pequeña ventana, una ráfaga de viento entra y un cuadro con una foto familiar cae al suelo rompiéndose en miles de pedazos.
Me levanto de mala gana y recojo el cuadro, la foto quedó rota un poco por los vidrios. La rotura abarca a mi padre, dejándolo sin rostro.
Trago grueso y la dejo en mi mesa. Arreglo la cama y me lavo los dientes. Mi silueta en el espejo, mi facha, mi piel muy blanca, mi cabello hecho trizas y las grandes ojeras hacen que no aparente mi corta edad.
Arreglo un poco mi cabello con mis dedos y salgo del baño. Del guardarropa saco una pequeña maleta rosada, en ella meto ropa suficiente para sobrevivir un par de días fuera, en lo que True me da hospedaje.
Mi madre no debió firmar nada, no sabe en el lío que se ha metido desde hace años. True es peligrosa, una mente desdichada que busca matar a cualquier persona que se le ponga enfrente.
Cierro la maleta y la tiro por la ventana. Sonrió y salgo de mi cuarto, entro a la cocina y me sirvo un poco de jugo de manzana.
Mi madre baja despacio las escaleras y sonrío de lado al verla.
—Hola mamá, buenos días —saludo.
—Hola, Danna —sonríe.
—Saldré un rato al parque —me acerco a ella y deposito un corto beso en su mejilla—, vendré un poco tarde.
—Danna, eres muy pequeña para andar sola —pongo los ojos en blanco.
—La mamá de José estará ahí —sonríe.
—Entonces ve, cariño.
Salgo de la casa y tomo mi maleta. Río y camino sin parar. Sin tener un destino seguro, sin tener a dónde ir. Solamente huyo del peligro.