New York
1959
Marcus
A las 19:30 P.M. llego al aeropuerto de New York, las personas con sus maletas y apresuradas, mientras yo camino sin importar la hora en la que salga del aeropuerto.
Mis colegas de la base me esperan afuera y los saludo con un leve levantamiento de mano. Sonrío y dejo mi equipaje en la parte trasera del auto.
Me siento cómodamente detrás del piloto y el auto empieza su marcha. Sonrío y Teodoro me observa de reojo.
— ¿Qué me ves? —pregunto.
Teodoro quita su mirada de mi rostro y simula toser.
— ¿Está listo? —asiento.
—Al llegar cada quién debe inyectarse el líquido para no envejecer —sonrío—, necesito que todos lo tomen, más tú —señalo a Teodoro.
—No se preocupe, haré lo que me diga —me guiña el ojo.
La base de True se observa desde dos kilómetros de distancia, sus enormes paredes blancas de más de cuatro metros de altura y con una zona libre de personas de la ciudad.
La base de divide en diferentes partes: la zona de experimentos, la base en dónde se realiza las pruebas, el laboratorio, el cuarto creador, el área de efectos especiales, los cuartos, entre otros lugares.
El auto se parquea dentro de la base, bajo mi equipaje y entro al cuarto creador. Las personas me saludan y me siento en mi respectivo lugar.
—Manden a los muchachos a traer a Annabelle a través de la máquina, recuerden usar efectos especiales para que crea que somos de un año superior a mil novecientos cincuenta y nueve —asienten y marcan a los teléfonos de los muchachos.
— ¿Se plantea todo de una vez? —pregunta alguien a mis espaldas.
—Dime —contesto.
— ¿Cuándo se traerán a los otros niños?
—Esperen a mi llamado —sonrío—, por el momento sólo necesito a Annabelle, todo comienza con ella.
—Okey.
— ¡Todos a sus lugares! —grito—, a la cuenta de tres empiezan a darle vida a la base de pruebas —asienten—, uno...dos...tres.
Presionan sus botones y la base empieza a tomar forma, los edificios, las calles, los árboles, los hologramas, los lugares... todo es genial.
—Qué empiece lo bueno —susurro.