Después de veinte minutos de releer mi ensayo terminado, deambulo por la sección de referencias sólo para moverme. Nadie está en esta parte de la biblioteca, y tomo ventaja del silencio.
Me recuesto contra la librería y cierro los ojos. Me siento a punto de llorar y hablar consigo misma me mantiene tranquila. No me
gusta mucho. Gustavo es en todo lo que puedo pensar. Seguro, Félix está siendo dulce y debo estar disfrutando de mi último año en la escuela. Pero me siento atrapada en mi corazón y atascada en mi cerebro. Golpeo mi cabeza contra los lomos de los libros y suelto un suspiro.
-¿Está bien allí atrás, Srta. Parker?.
Abro mis ojos de golpe para encontrar a Gustavo parado junto a mí. Está sujetando un portapapeles en una mano y un libro en la otra. Cierro los ojos y tomo tanto aire como mis pulmones aguanten. No lloraré.
-Sí, Sr. Cooper.- respondo. Mira en torno suyo, y es obvio que estamos solos.
-¿Estás saliendo con Félix Lawrence?.-pregunta, acercándose.
Puedo oler su loción, así que inhalo tanto como mis pulmones pueden contener, inhalándolo.
Está usando una camisa blanca fuera del pantalón, con un chaleco marrón por encima; que va perfecto con la chaqueta marrón de pana y los pantalones vaquero oscuro, está logrando completamente el look de “sexy joven maestro”.
-Eso no es de su incumbencia, profesor. Y si me permite, ya tocaron el timbre.- me paro del suelo y salgo corriendo hacia la cafetería.
Qué es lo que le pasa, quien de cree que es para irrumpir en mi vida cada vez.
-Te estuve buscando en la biblioteca y no te encontré.- dice Félix con una sonrisa.
-oh, me senté más al fondo, necesitaba estar sola un momento.
-¿Quieres compañía ahora?
-Por supuesto, sabes que noe gusta comer sola.
Nos sentamos en nuestra mesa habitual, mientras comemos el almuerzo.
-¿Quieres ir conmigo, hoy al parque de diversiones?.
-Seria genial, hace mucho que no voy.- desde el verano para ser más exacta, con Gustavo.
-Bien, pasaré por ti a las cinco. Nos vemos luego, debo ir a clases.
-Hasta luego.- mi ultima clase del día es gimnasia, así como están las cosas este año reprobaré esa materia.
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-¿Quieres un algodón de azúcar?.- pregunta Félix, realmente se esta portando muy bien conmigo.
-Si, amo los algodones.
Mientras estamos aquí, nos subimos a todos los juegos. Es lo más entretenido que he hecho en estos meses. Mientras estoy sentada esperando a Félix, comienzo con unos mareos horribles, debe ser donde no he comida nada desde el almuerzo.
-Aquí esta, un algodón de azúcar para la niña mas dulce del mundo.- dice Félix mientras me besa la mejilla.
-Gracias, eres el mejor.- le respondo con una sonrisa.
-Te parece si nos vamos ya, esta oscureciendo y mañana tenemos clases.
-por supuesto, estoy de acuerdo vamos antes que mi padre venga a buscarme.
Nos reimos un rato, mientras caminamos hasta su coche.
-Gracias por el paseo, estuvo muy entretenido.
-Gracias a ti, tu haces mis días especiales Ana.
Una vez en mi casa me despido y camino hacia la entrada, mientras estoy abriendo la puerta. Me doy cuenta que Gustavo viene llegando junto con Erika a su casa. No lo pienso dos veces y entró lo más rápido.
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Gustavo
-¿Estas seguro, que quieres deshacerte de las cosas de tu madre?.
-Si, ya no las necesita y yo tampoco. Quizás a alguien en el hogar de ancianos les sirva.
-Eres muy amable en donarlas, yo las llevar directamente hacia allá.
-gracias a ti por venir por ellas, estas segura que caerá todo en el camión.
-Si, es muy grande ahora comencemos a meter las cosas en las cajas, antes que llegue.
Es difícil dejar ir las cosas de mi madre, pero ya no esta aquí y solo me recuerdan que estoy solo en este mundo.
Feliz lectura 😍
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