Tú y Yo, amor eterno

Capítulo 29

Gustavo.

La última cosa que Ana dijo fue mi nombre. Parecía como si quisiera 
decir algo más, pero luego esos estúpidos medicamentos la llevaron 
directamente a la tierra de los sueños.

Al menos parecía tranquila y 
relajada. Besé sus labios suaves por última vez antes de que se pusiera en marcha. Ahora tengo que sentarme aquí por quién sabe cuánto tiempo, rezando y esperando escuchar el final de su sentencia. Sólo para que pueda verla por última vez, aunque sea para decirme que fuera a patear rocas y la dejara sola.

Al menos, si me está diciendo que me pierda, eso significa que lo hizo, que logró atravesar todo y está viva.
Pensé en lo frágil que se sentía bajo mi tacto. ¿Es realmente lo suficientemente fuerte como para atravesar una cirugía complicada?
No, Gustavo. No se puede pensar de esa manera, me dice mi cerebro. Cierro los ojos y me deslizo hacia abajo en la silla, apoyando la cabeza en mis manos y los codos sobre 
las rodillas. Esto no puede ser real. Estoy teniendo una pesadilla, y cuando me despierte, Ana estará bien. Tal vez me quedé dormido en la playa y todavía estamos juntos, en la orilla del agua, el sol caliente que cubre nuestros cuerpos y las olas frías deslizándose por la arena a nuestros pies.

-Me voy a la cafetería. ¿Quieres un café?. -Miro hacia arriba, y La Mamá de Ana "Laura" me está hablando. Espero no estar soñando con ella ahora.  sacude mi hombro, y me doy cuenta que estoy sólo mirándola-despierto-no soñando.

-Uh, no, gracias. -le digo mientras trato de concentrarme en el aquí y ahora.

Se encoge de hombros y toma una respiración profunda.

-Tienes que pensar en positivo, Gustavo. Ana va a salir adelante. Sólo sé que lo hará.

Quiero reír y llorar. No he dormido en casi dos días, y creo que estoy 
empezando a perder contacto con la realidad.

-¿Sabes qué, tienes razón. -Me pongo de pie, y los ojos de Laura se amplían por mi repentino movimiento. -El café sería bueno también.

Trato de sonreír, pero estoy seguro de que parece una mueca. Saco mi billetera y coloco en su mano el 
dinero y luego vuelvo a sentarme. Miro mi reloj para ver cuánto tiempo han tenido a Ana allá, parece que hubieran sido horas. Estoy sorprendido de ver que sólo ha 
sido alrededor de veinte minutos. El Sr. Parker está sentado unas cuantas sillas después de mí, con la cabeza inclinada en silenciosa oración.

Me gustaría poder pensar en algo que decirle, a los dos, para hacer esto más fácil. Nada se puede decir para que esto fuera menos difícil para nosotros. Puse mi cabeza en mis manos y dejé que mis ojos se cerraran. No es que sea capaz de dormir, no hasta que sepa que ella esté bien, mis ojos están tan pesados.

Puedo tomar algunas respiraciones lentas y profundas y sé que si no estuviera tan preocupado, podría conciliar el sueño en cuestión de minutos. Puedo oír a alguien 
caminando hacia mí y miro hacia arriba, esperando a Laura con mi café.
Se trata de una enfermera vestida toda de azul del quirófano, y se ve alterada. El Sr. Parker y yo saltamos a nuestros pies con sincronización, pensando lo mismo, esto no puede ser una buena noticia. La enfermera mira hacia atrás y adelante entre ambos lados de nosotros luego su mirada recae en mí.

-Gustavo. -dice ella, sonando frustrada.

Su cabello castaño está recogido 
cuidadosamente en un gorro quirúrgico, y una tarjeta de identificación recortada 
en el dobladillo de la parte superior, que tiene su foto y el nombre impreso en el plástico, Carmen.

-Sí. -murmuro.

Ella mueve su mano en un movimiento para que la siga y da un paso.

-Ana, no vamos a empezar con ella hasta que pueda hablar con usted.  
-dice Carmen lo suficientemente fuerte como para que Roberto pudiera escuchar. - Ella está agitada y molesta, así que tal vez usted pueda ayudar a calmarla.

Asiento con la cabeza y la seguí hasta puerta con la etiqueta Restringido.

- Necesito que vengas aquí primero.

Nos paramos delante de una puerta que conduce a una sala llena de lavaderos de acero inoxidable.
Seguí su ejemplo y me lavé todo el brazo hasta los codos por lo que pareció como una hora. De la nada apareció otra enfermera y me seco las manos y los brazos, luego me coloca unos guantes de látex. Cuando están puestos, me desliza una máscara sobre la cara y se va. Estoy de pie sintiendo que estoy en un programa de cámara escondida, sin saber qué hacer.

-Por aquí. -dice Carmen mientras usa la espalda para abrir otro conjunto de puertas. Por supuesto que la sigo sin saber lo que voy a ver detrás de ellas.

No estaba preparado para lo que sucedió después.

😱😱😱😱 feliz lectura

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