Dos años más tarde..
Estoy parado sobre la tumba de la mujer que más he amado en este mundo. El día en que ella me dijo que no estaba sólo y que podría ser feliz sin ella, pensé que se estaba burlando de mi. Pero no, ella tenía razón conocí a alguien que me Dio su amor y su corazón ahora somos uno sólo, llevamos un año de casados y pronto seremos padres de unas hermosas gemelas. Amanda y Gabriela.
Si me preguntan que fue de mi vida. Les diré que deje de lado las clases y decidí ir a trabajar con mi suegro a su gran empresa. Aquel día que entre para ver a Ana en esa camilla viva y despierta, mis suegros me explicaron que jamás escuche lo que el doctor dijo. Ana había soportado tantas horas de cirugía y todos los episodios malos por los que tuvo que pasar y ahora está completamente sana y con su corazón totalmente fuerte.
Estamos delante de la tumba de mis padres, como cada domingo, Ana está sentada a mi lado y está hermosa con su panza de 8 meses de embarazo.
-creo que ya es hora de irnos, mis padres nos están esperando para comer.- mientras habla se le escapa un grito de dolor.
- ¿Estas bien?, ¿te duele algo?
- Creo que fue una contracción, no es nada.
-¿Estas segura? Deberíamos ir al hospital.
-No es nada en serio, esta todo bien es normal.
-Ok, vamos.
Mientras caminábamos hacia el auto, no deje de mirarla ni un segundo y me Di cuenta que hacia muchas caras de dolor.
-Princesa ¿estas segura que estas bien?.- pregunte preocupado.- creo que te orinaste.- apunte al charco que se hacía en sus pies.
-Eso no es pipi, se me rompió la bolsa.
-Oh Dios mío, necesitamos ir ya al hospital.
-si, ahora si debemos irnos llama a mis padres.
-No te preocupes vamos sigue caminando queda poco para llegar al auto.
Una vez arriba, maneje lo más rápido que puede al hospital, cuando llegamos nos reciben y la pasan directamente a la sala de pre-parto.
Una vez adentro decido llamar a mis suegros para que vengan.
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Ana
Estoy acostada sobre una camilla, me duele todo las contracciones son mucho peor de lo que me dijo la ginecóloga. Este dolor no se compara con nada.
Me tienen conectada a una máquina de monitores que constantemente muestran los latidos de mis pequeñas. Gustavo a entrado cada 20 minutos a verme, el pobre no puede más con mis cambios de humor, cada vez que entra y tengo una contracción lo culpo a el y lo mando al demonio.
Una vez que llega mi equipo médico estoy lista para la cesárea que lleva programada hace meses. Ya no puedo más, sólo quiero tener a mis bebés en mis brazos.
Me colocan la anestesia y me llevan a pabellón, mientras escucho como llaman a Gustavo por el altoparlante siento que ya no puedo más y comienzo a cerrar mis ojos.
-Bien comenzaremos con la cirugía si quieres puedes ponerte atrás mío o quedarte al lado de tu esposa.- escucho que dice la doctora. Luego de unos minutos de sueño ya estoy lista para la llegada de mis nenas
-Me quedaré al lado de mi esposa, gracias.
Gustavo se sienta a mi lado y sostiene mi mano, mientras con la otra me acaricia el pelo.
-Ya casi está princesa, eres una mujer muy fuerte.
Mientras hablamos de como serán nuestras hijas no me doy cuenta de cuanto a pasado ni que me han echo hasta que escucho un fuerte llanto de bebe y despegó mis ojos de Gustavo.
-Bien tenemos a la primera nena afuera, pueden pasarsela a su madre.
Una enferma pone a la bebé en mi pecho y comienzo a mirar, es tan hermosa mucho más de lo que imaginé.
-Amanda, bienvenida al mundo bebé. Soy mamá.- hablé mientras ella me apretaba un dedo con su manita.
-Es hermosa, como tu.
- acá está la otra pequeña.- dice la enfermera pasandosela a Gustavo.
- Son muy hermosas, princesa gracias por esta hermosa familia.
-Te amo Gustavo.
-Te amo Ana.
Luego de unos minutos intercambiamos a las bebes y comienzo a amamantar a Gabriela.
-Bien ahora las llevaremos para que puedan vestirlas, una vez lista se las llevarán a su habitación.
-Gracias.- decimos al unísono.
-Te dejaré descansar iré por tus padres y en un rato subiré a tu habitación.
-Si está bien, estoy muy agotada.
-descansa te amo.- dice besandome.
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Meses después.
Jamás pensé que mi vida sería tan perfecta, tengo el mejor esposo y dos hermosas hijas, mis padres volvieron a estar juntos y Lucía volvio hacer mi mejor amiga.
El día que estaba a punto de morir, no quería ser una carga para nadie. Por eso no acepte casarme con Gustavo, no creo que seria capaz de salir viva de la cirugía.
Luego de más de siete horas dentro del pabellón sólo quería ver a Gustavo.
Y cuando por fin pude hacerlo el se desmayó.
Podia escuchar como Gustavo lloraba, Sólo puedo imaginar su sorpresa cuando retiró la cortina de la sala de recuperación para encontrarme viva. No solamente viva sino despierta.
Cuando él despertó tras su desmayo, no vieron nada malo en dejarlo recuperarse en la cama al lado. tuve que quedarme en el hospital durante un par de semanas y luego fui declarada en buen estado de salud con un certificado.
No podía volver a la escuela enseguida, pero tenía un tutor de apoyo que le dio tanto tiempo como necesitaba, Gustavo. Mi padre Casi lo dejó vivir con nosotros. Cuando me senti recuperada y dispuesta, mi padre lo dejo llevarme a cenar, sabiendo lo que él estaba tramando.
Esa noche llegue a casa con una sonrisa permanente y un anillo de compromiso con un diamante de dos quilates. Me gradué ese verano, tal y como estaba previsto. Y a los dos meses después nos casamos.
La iglesia está llena con más de doscientas personas que han tocado las vidas de Gustavo y la Mia de alguna manera u otra, los doctores que trabajaron para sellar la rotura en mi corazón, la enfermera que me hizo seguir luchando, y tantos amigos
y familiares quienes estaban tan ansiosos de verme salir adelante como Gustavo y mis padres lo estaban.