Tú y yo

Capítulo 15

En un mundo en el que puedo elegir dos opciones:
1.Desahogarme con un amigo totalmente sobrio, o:
2.Desahogarme con un amigo totalmente ebrio.

Elegí la segunda opción y la resaca me asesina la cabeza cuando despierto. Extiendo mi mano para recoger un vaso de agua de mi mesa de noche porque inclusive la sed me pega cada esquina de la garganta como si antes de dormir hubiera corrido un gran maratón, reviso la hora y son las seis y cuarto de la mañana, no puedo dormir mas aunque me lo proponga porque el evento esta a la vuelta de la esquina y ahora estaré mas ocupado si debo planear un plan para intentar algo real con Estela.

Me arreglo la camisa de botones mientras camino con paso firme hacia mi oficina, entro y me dirijo automáticamente a mi repisa de vinilos y escojo uno colocándolo en mi tocadiscos, me muevo de un lado a otro con la melodía cómoda a mis oídos. El haberme desahogado anoche con Reon hizo que mis ojos se abrieran como si todo este tiempo hubiese estado con una venda en estos, tengo una nueva perspectiva y una valentía de la cual nunca había probado tanto. Me siento en mi escritorio y reviso con atención mis horarios programados en mi laptop. Realmente tengo casi todo el día libre gracias a Reon, lo malo es que mañana será un día ocupado sin mas que solo juntas y mas juntas ejecutivas...

Trato que las ideas lleguen a mi cabeza y atrapar alguna para idear algún plan pero es totalmente inútil, lo único que se asoma a mi cabeza son ideas absurdas que no funcionarían ni en lo mas mínimo, pero al menos tengo que idear algo para hoy, algo tiene que llegar en mi cabeza. Agarro mi horario en físico y empiezo a anotar sobre de el con grafito, empiezo a colocar mis horas libres en algunas salidas en acrónimos "D.E" que significaría "Diamond, Estela", para que no lo entienda la gente chismosa. Me siento un completo inútil ahora y lo único que puedo pensar es en Estela y un buen café.

Dejo salir un suspiro y cierro mi laptop, agarro un bolso que estaba en un cajón del escritorio y coloco dentro de ella una libreta, horario en físico, un grafito y embolso mi teléfono. Agarro una nota y escribo en ella: «Me ausento por unas horas por motivos del trabajo». La coloco donde sea muy visible en mi escritorio y me doy la tarea de escapar de esta oficina, salgo por la puerta de mi jardín y salgo con sigilo por el lugar habitual del laberinto. Corro como de costumbre agarrando la bolsa, cuando corro de esta manera me siento vivo aunque lo haya hecho incontables veces en mi vida. Es esa nostalgia la que me abraza cuando corro de esta manera como si de algún modo mi padre estuviese corriendo conmigo a mi lado mientras me susurra que no ría tan fuerte.

El clima de hoy no es tan invernal así que con mi ropa es mas que suficiente para mantenerme abrigado unas horas en el exterior, pero el programa de clima avisa que la próxima semana empezara el verdadero frio de Lesia, uno que con rapidez hace que nieve y esa es una de nuestras peculiaridades en épocas navideñas y uno de nuestros mejores atractivos. Me observo el cabello con sutileza en las ventanas de la cafetería y me asusto cuando una niña pequeña se acerca a mi para darme un abrazo, la madre de ella la intenta soltar con mucha pena.

Lo lamento mucho, alteza.. —responde aquella madre tratando de jalar con sutileza a su pequeña hija de su brazo.
—No se preocupe —respondo con una sonrisa mientras me agacho a la altura de la niña, esta me suelta apenas, así que la cargo en brazos para que se sienta mas a gusto. —Hola señorita ¿Cómo te llamas? —pregunte a la tierna niña mientras ella agarra con atención mi mano libre.
Amanda... —responde la niña viéndome con timidez, la misma expresión que su madre.
—Con su permiso le digo que su nombre es esplendido, señorita. —aquella niña no podía con la felicidad tanto que me hizo olvidarme de todo por un segundo.
—Ella lo adora como no tiene idea, majestad.
—¿Eso es verdad, señorita Amanda? —pregunto y ella asiente con una sonrisita. —Bueno, yo tengo que hacer muchos deberes ¡muy aburridos! pero puedo regalarte algo ¿Me lo permites?
—Majestad, no tiene que hacerlo... —responde la madre pero yo niego con la cabeza inmediatamente.
—Concédame su permiso, se lo ruego. —insisto y ella accede con aquella timidez.

Camino con la niña en brazos y llegamos con rapidez a un floristería, acerco el catalogo de algunas flores y se lo enseño a la niña.

—¿Cuáles son de su gusto, querida Amanda? —le pregunto con amabilidad y la niña sin pensarlo mucho casi con inercia señala unos lirios. Lo encargo y luego volteo a ver a la madre que veía con una sonrisa a su hija. —¿Cuáles son los que mas le gustan a usted? —pregunto y ella me ve con una timidez gigante.
—¡No tiene que preocuparse tanto, majestad!
—Por favor, insisto. —contesto y ella acepta con la misma timidez.
—También son los lirios, ella saco ese gusto por mi.
—No me a dicho su nombre, disculpe mi falta de modales. —señalo con la voz baja.
—¡No, para nada! me llamo Ana. —añade ella y yo sonrió.
—Un gusto conocerle, Ana.

En unos minutos me entregaron los dos ramos lo cuales sin lugar a dudas eran demasiado bonitos. Ambos ramos combinaban con sus atuendos.

—Este es para usted, querida Ana. —digo acercándole en ramo a ella. —y este otro es para la princesita mas pequeña, Amanda. —le acerco el ramo y ella sonríe olvidando cualquier mezcla de timidez, empiezo a dudar ahora a quien ama mas, si a el ramo o yo. La niña accede y me suelta con rapidez volviendo a lo brazos de su madre. —Fue un gusto, conocerles. —me inclino levemente sonriendo y ellas lo hacen de igual manera.
—El nuestro también, muchas gracias. —responde la madre mientras se retiran de la floristería.

Cuando ellas se retiran del lugar me acerco al encargando de la tienda y encargo una simple rosa roja pero con un listón amarrado en ella para que lleve un mensaje. No quiero darle algo muy dramático como de costumbre, quiero algo tan sutil como una rosa solitaria.



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Editado: 14.10.2025

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