Reon me ayuda a subir a una de las camionetas del castillo, estos están totalmente blindados, polarizados por completo y con un emblema del reino al centro de este. Coloco con cuidado mi pierna en el asiento trasero del carro. El dolor de la rodilla quiere llegarme pero no se lo permito.
—Hasta mañana alteza, tenga buena suerte. —termina añadiendo el, yo asiento con una sonrisa, el cierra la puerta de la camioneta y se aleja dando el permiso para avanzar. Las camionetas de atrás avanzan una vez que la mía sigue a las dos de enfrente. Veo hacia atrás y allí esta el dando una reverencia al coche mientras este avanza.
Dejamos los apartamentos atrás, las calles tan largas, tan llenas de gente decorando cada esquina. ¿Qué se sentiría ser una de esas personas? caminando sin tener que saber que les espera un gran regaño nivel asesino en sus hogares.
El chofer parece tener la orden para llegar mas rápido de lo usual porque conduce rebasando todo carro que se le coloque, los demás conductores le dan el paso por ley. Todo completamente calculado. Algo me dice en mi mente que debe ser mi madre detrás de todo esto.
El carro avanza mas llegando a la colina donde se debe llegar para acceder con permiso especial. El carro se detiene frente el primer portón, coloca su rostro en una posición clara frente el reconocedor facial y el portón se abre dejándonos entrar, unos kilómetros mas logramos llegar al portón donde ya se encuentran los guardias, la entrada del castillo se ve claramente desde aquí. Les dan el paso y la camioneta estaciona frente a la puerta. Vistazo la entrada y como supuse hace un rato, ahí esta mi madre vigilando el vehículo con rabia. Entra una vez ve que se asegura que si estoy en "casa".
Saco mi cabeza del vehículo y trato de salir de dentro sin mover mucho la rodilla, un hombre de la servidumbre me ayuda a salir y me pasa unas muletas para caminar.
—Muchas gracias, ya puedes retirarte. —respondo con una sonrisa, este asiente y se despide con una reverencia.
Me adentro al interior del castillo, las muletas llenan los pasillos y cuartos de su sonido al hacer contacto con el suelo, llevo tiempo sin usar unas, así que me siento extraño al darles el primer paso a ellas y el siguiente a mis piernas. Levanto mi mirada y lo único que me encuentro es a la asistente de mi progenitora. Dejo salir un suspiro apoyándome en mis muletas, veo hacia arriba y trato de estirar mi cuello para dejar salir cualquier tensión.
—Alteza, su madre le solicita en su despacho lo mas antes posible. —asiento con mi cabeza y le dejo retirarse con una seña de mi mano.
Me dirijo a la derecha para poder llegar a su despacho, miro con desesperación las escaleras, las subo una por una con cuidado tratando de no caerme nuevamente, dos caídas ya seria demasiada mala suerte.
Me pongo firme frente a la puerta viéndola con frustración ¿Por qué me pasan estas cosas a mi?.
Abro la puerta con mi mano y la empujo con la parte baja de mi muleta, cierro la puerta con la muleta contraria y cuando regreso la mirada enfrente ya se encuentra la mirada fría de mi madre observándome con movimientos meticulosos. Ella no dice ni una sola palabra, solo activa el volumen de la televisión del lugar. Las noticias me llenan el oído con rapidez, es claro que es de mi, puedo escuchar como pronuncian mi voz una y otra vez, ella cambia el canal una y otra vez hasta que al final confirma de que realmente si, todos están hablando de esto.
—¿Me puedes aclarar la mente para saber que haces atrapado en esta situación tan rebelde? —mi madre silencio el televisor nuevamente sin apartar su mirada gélida.
—Un descuido de mi parte. —aclaro tratando de no mostrar ni una señal de sumisión ante su pelea de miradas.
—Un descuido fatal, Asher, un descuido de escandalo nacional.
—Un descuido que a cualquiera le pudiera suceder.
—No. Asher Lesia, tu no eres cualquiera, nosotros no somos cualquiera y nunca lo seremos, pero eres tan humanista que piensas que todo es gentileza y empatía.
—Madre. —insisto pero ella me hace callar con solo un gesto de la mano para darme a reconocer que ella aun no acaba.
—Realizare una entrevista mas tarde en el "Nacional Lesia." Y te prometo que si te sale la rebeldía de salirte del discurso que te daremos, te olvidaras de elegir a la doncella.
—¿Madre, en serio?
—Guarda silencio. —sus palabras son como cuchillos aventados a mi.
Yo asiento.
-
El discurso llega a mi oficina en una hora, abro la carpeta y logro darle un vistazo, son dos hojas completas de disculpas sin sentimiento genuino. Admito que me pase al correr de la nada cuando vi a los paparazzi, pero realmente no quería luchar con la multitud de personas en ese momento. Reviso la hora de la carpeta y su fecha, la entrevista será en cuatro horas, justo a las seis en punto, donde toda la familia se reúne usualmente a cenar y ver televisión.
Me dejo caer con dureza al sillón, estiro mi rodilla con cuidado como tanto me renegó Evelyn, la extiendo en mi mesa de centro para dejarla descansar. Me abruma esta situación, fue un descuido, lamentablemente a veces soy muy humano y cometo estos errores, pero solo porque soy un miembro que lleva el "Lesia" en su nombre dejo de ser ese humano que puede permitir errores como estos. Todos hablan del como hui pero ni uno preocupándose por mi caída, no se que me da mas gracia.
Extiendo la carpeta nuevamente y trato de leerlo.
"Buenas noches, amado reino de Lesia. Soy el príncipe Asher de Lesia y me dirijo hoy ante ustedes con la humildad que exige mi cargo y el profundo respeto que les debo como su servidor y representante nacional.
Me encuentro en la obligación de ofrecer mis más sinceras disculpas a mi honorable nación por el desliz cometido la mañana del presente martes, a las diez y cuarto, cuando actué de manera impropia al huir, con evidente falta de respeto hacia los paparazzis que me seguían, reconozco que mi accionar fue inadecuado y que ha podido reflejar de forma negativa la imagen de nuestro querido reino.