Tú y yo

Capítulo 22

Asher

La rabia me consume hasta el ultimo nervio, cuando creo que ella no puede ser peor siempre hay algo que me confirma que es una persona que no entiende de límites.

Me llevo los dedos a la sien para frotarlos mientras trato de regular mi enojo.

—Alteza, le he estado buscando por todas partes. Debe seguir platicando con las princesas como ordeno su madre. —Suplica Reon, con un tono angustiado.

—¿Por qué estás tan angustiado Reon? —pregunto con cautela acercándome más a él pero, este niega con la cabeza tratando de disimular algo. Suspiro y exhalo para tratar de no perder los estribos, ahora incluso con el único a quien confío me esta guardando un secreto y no me lo desea compartir. Se lo sacare mañana y eso es orden para mi mismo. —Llévame.

Reon me acompaña por todo el lugar hasta llegar a la princesa Mary que se encuentra sentada en una de las mesas exclusivas para ellas.

—Es un gusto verle querida princesa. —saludo buscando su mano y ella la extiende permitiéndome darle un beso en este.

—El gusto es mío alteza. —anuncia ella con un tono tranquilizador.

—¿Puedo? —pregunto, señalando la silla a su lado. Ella siente con una sonrisa amable y yo procedo sentándome, me trago un suspiro de satisfacción cuando mi rodilla deja de palpitar con tanta destrucción. —Gracias por atender a mi abuela con tanta hospitalidad. —añado con una sonrisa.

—Alteza es todo un placer para nosotras tenerle en palacio. Es una mujer muy comunicativa y sin duda es la amiga más íntima de madre. No hay de que.

Dejo salir una risa meticulosa al escuchar el comentario de mi abuela, lo se, es una mujer muy complicada y caprichosa y mucho más cuando se le olvidan las cosas.

—No importa cuantos años tenga, su don es y será para siempre el de comunicarse y expresar su sentir. —digo con franqueza y ella asiente con una risa cuidadosa.

-

Las horas pasan y el comunicarme con la princesa Mary fue un completo éxito en cuanto no incomodarse, me levanto con respeto y le regalo una reverencia antes de retirarme. Cuando doy el primer paso para caminar trato de tragarme un gemido de dolor, ahí esta el dolor punzante de la rodilla otra vez, para recordarme lo idiota que soy.

—¿Alteza? ¿Se encuentra bien? —pregunta ella con visible preocupación, colocándose a mi lado en segundos.

—Nada grave, señorita. —aclaro tratando de recuperar la compostura, ella se aparta con lentitud y me deja ir en silencio.

Me siento agobiado de alguna manera, ese movimiento de la princesa alerto a algunos del alrededor, todos intercambian miradas y susurros continuos cuando paso a sus lados. Sigo mi camino para tratar de buscar una silla vacante pero, no hay ninguna mas que el trono. Prefiero seguir soportando el dolor que estar al lado de mi madre, seria lo mismo si permanezco con ella y sus regaños. Agarro mis mangas y las apretujo con disimulo para tratar de concentrarme en mis manos y mi sonrisa de monarca.

—¡Alteza, cuanto tiempo sin verle! —anuncia una voz cálida detrás mío, volteo y me encuentro a Estefanía ante mi.

—¡Señorita Estefanía, sus rizos se ven divinos! —añado tomando su mano para darle un beso.

—¿En serio? Eres el primero en decirlo, siempre el primero en todo ¿no? —suelto una risa cuando escucho su comentario, me apoyo en una mesilla para tratar de relajar mi rodilla.

—Claro, como cuando éramos niños y siempre te quedabas atrás en las carreras de equitación.

—Ahora he mejorado mucho, así que espero tengamos una encantadora revancha para reclamar mi lugar en Hípica.

—Sin duda, revisare si mi agenda esta libre para alguna practica y quizá tengamos esa amada competición, señorita Estefanía.

—Me encantaría y se que sonara atrevido pero, ya me conoces alteza. No es propio de una princesa pedirlo pero ¿Quisiera bailar esta pieza conmigo? —pregunta ella con una sonrisa, mi cuerpo se congela al instante, no puedo negarme porque se vera terriblemente mal y mas cuando ella fue la que me lo ofreció. Asiento por inercia y tomo su mano para llevarla al gran centro del salón, todos hacen espacio y como lo supuse: cambian la canción tranquila a una mas de salón real.

Todas las miradas se posan en nosotros, llevo mi mano a su cintura y la otra mano libre a la de ella. Ella no retira una sonrisa en su rostro mientras me ve, todo en nuestro alrededor se detiene, todos dejan los que estan haciendo para posar su atencion completa en nosotros. La deslizo de lado a lado con delicadeza justo como me enseñaron en la clase de baile real.

—Es usted muy buena en esto ¿practicaste? —añado con una risa cautelosa solo para nosotros.

—Muy gracioso, alteza.

Tomo su cintura con delicadeza para poder levantar su mano con naturaleza y darle vueltas con la lentitud requerida. Ella regresa a mi y no separo mis ojos de los de ella, una desesperación me sube por la espalda cuando deseo que la canción acabe. Por un segundo despego mis ojos sobre los de ella cuando le doy otra vuelta para poder buscar una mirada conocida en la multitud.

Estefanía regresa a mi con fuerza y pierdo el equilibrio por un segundo haciendo que cierre momentáneamente los ojos por el dolor que pincha detrás de mi rodilla. Todos sueltan un pequeño grito de supuesta preocupación. No puedo ser mas idiota, porque justo así me siento.

¿Todo bien? —susurra ella, queriendo detenerse pero no la dejo cuando trato de disimular el minúsculo accidente. La sigo moviendo con detenimiento, tratando de no apartar mis ojos sobre los de ella hasta que cada movimiento y sonrisa parezca mas romántico que el anterior.

La música se detiene y todos aplauden ante el baile romántico, me separo lentamente y le doy un beso en la mano a Estefanía, ella sonríe ampliamente y aprovecho para devolverle el mismo gesto. Enderezo mi espalda y veo a la multitud con un claro rostro tranquilo. Caminamos hacia delante con lentitud y entre la multitud encuentro aquellos ojos que me dicen mas que mil palabras, ella me regala una sonrisa agridulce que me pincha el pecho, una fuerza terrible me inunda y esa necesidad vuelve a mi queriendo correr hacia ella y cargarla como una verdadera princesa.



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Editado: 26.11.2025

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