Estela
El olor del café no me hace ninguna gracia, cada vez más amargo con cada cucharada que le lanzó pero, aún así mi humor le gana a la bebida.
Las tres decidimos no abrir hoy la cafetería para poder descansar, cosa que aprecio pero, no quiero. Necesito y quiero algo con lo que distraerme. Ya perdí la cuenta de cuantas veces he pulido la estufa de la tienda. Puedo ver mi reflejo en este de tan limpio que esta.
Mi mente no deja de encarcelarme en aquel momento, tan desolado y realista, los escalofríos son tan amenazadores esta mañana. Tengo escalofríos cada que esa imagen se vuelve a reproducir en mi mente como un prisión de la que no tengo escapatoria, como un castigo el cual quizá pago por haber sido una idiota con el con anterioridad.
¿Me lo merezco? Muy bien, si lo admito. Pero no puedo negar que esta guapo pero ¿tengo una oportunidad? Quizá en los sueños y cuentos de hadas. Ese mundo no es mío y lo comprobé justo ayer. Tan de sus propias reglas, tan esclavizadora y en una donde es tan dura con los sentimientos de una persona. Soy sencilla aunque a veces trato de engañarme, me encanta levantarme y saber que hoy será un día donde podre conseguir dinero para seguir mi día a día, me encanta tener una rutina muy rutinaria que hago siempre y me encanta estar acostumbrada a esta. No me imagino tener que levantar mi columna más de lo común para tratar de que el peso de los pasillos no me aplaste con su magnitud.
Deseo que Asher tenga una buena vida con una de esas chicas, lo anhelo en alguna minúscula parte de mi... o bueno quizá eso me quiero decir a mi misma para que no se me erice tanto la piel.
¿Por qué? ¿Por qué este tonto corazón no puede quedarse callado y aceptar que el amor no es para él? El amor es demasiado fugaz a mi parecer, no lo he vivido nunca, nunca me he querido sentar para perder el tiempo con alguien para algo que lo más seguro será efímero.
Para mi el amor no es más que un lindo cuento para poder imaginar una vida junto alguien llena de maravillas. Pero la realidad suele ser otra, se ciegan a un punto donde la realidad los golpea en su mundo de fantasía, infidelidades, mentiras, engaños, manipulación entre otros.
Puedo al menos admitirme que me parece algo guapo Asher pero, nada grave ¿no?.
— Lea, Dios chica, vete a la cama. Eres un caso. — Refunfuña Less, apagando la luz de la cocina, dejándome a oscuras.
— ¡Less! — protesté persiguiéndola.
— Es la realidad Estela, sabemos que no estás bien. Y estás tratando de evitar confesárnoslo. — Responde Winnie observándome desde el sofá.
— No quiero hablar de eso. —Retrocedo un paso tratando de huir de sus miradas saqueadoras.
— Lea...
— Chicas, no quiero. Solo quiero evadir el tema ¿sí?.
A quien invento, me muero por desahogarme pero, no quiero decirlo, no quiero admitirlo. Es mi realidad, no quiero. Lo necesito pero, no lo quiero...
Me lanzó a mi cama personal y me hago un ovillo entre las sabanas tratando de tapar mi rostro enrojecido. Las lágrimas me amenazan por salir pero, no quiero llorar. No quiero hacerlo.
La sonrisa de Asher tan genuina con ella me tira de golpe en el alma, mi corazón se apretuja con fuerza como una mala pasada de infarto ¿Por qué esto duele tanto? El hace buena pareja con ella... se ve tan él y ella tan etérea como una verdadera princesa. No como yo, que solo pienso en cafés y negocio propio. No em interesa siquiera estar arreglada, no hay nada mejor que un moño medio hecho para que no moleste. No... es para mi.
Una lágrima roda por mi mejilla cuando lo pensé, la seco con la almohada tratando de limitar la emoción pero, las lágrimas siguen una tras otra. Las chicas se acercan al igual que Luli que ya se encuentra corriendo a mi regazo.
— Estamos aquí para ti, Estela. No importa si no nos lo dices justo ahora, solo quiero que sepas que nunca estás sola. — Confiesa Winnie con la voz temblorosa, ambas se acercan y me rodean en un abrazo.
Mi cuerpo se estremece ante el tacto de ambas, el corazón se me estremece con fuerzas y los sollozos se liberan de mi ser. No puedo parar de llorar, todo dentro de mi sale, cada risa, cada mirada, cada charla, cada encuentro, cada toque, cada cercanía... todo me cobra factura de golpe... esos ojos marrones de él vagan en mi mente sin cobrar renta, realmente.
El sonido de su risa, tan familiar que ahora siento que nunca la volveré a escuchar, yo ya no seré a la única a la que le de unas flores... no seré la dueña de su corazón porque alguien más lo será.
Pero no lo quiero admitir, siento que si lo digo o lo pienso en totalidad realmente se ira...