Tú y yo en Marte.

Capítulo 2. Bienvenido.

Se estacionó en la plaza que ha usado en los últimos meses y tan solo soltó un suspiro apagando esa scooter inconfundible que ha tenido desde hace un par de años. Sus ahorros más la ayuda de su familia le permitió al fin comprarse un medio de transporte, y si bien su madre quiso convencerla de esperar un poco más hasta tener lo suficiente para un automóvil, los gastos e ingresos no eran tan equilibrados como para aspirar a tanto.

Retiró su casco en ese brillante celeste colgándolo del manubrio, del pequeño compartimiento bajo el asiento sacó su mochila y ahí mismo auxiliada del pequeño espejo arregló su cabello llevándolo en una cola alta que le despejó el rostro del castaño y largo cabello.

Frente al mismo espejo arregló el cuello de su camiseta de uniforme y tan solo suspiró, otro día de trabajo, otro día con los nervios ajustándose a su panza y con las miles de preocupaciones en su cabeza haciendo una fiesta como para estresarla un poco más.

Suspiró de manera pesada, se dio una rápida mirada en ese espejo que apenas le captó medio rostro y luego de acomodar la mochila llena de lentejuelas en la espalda, tomó su casco, las llaves de su preciada nave y buscó la entrada para empleados de aquel hermoso edificio.

Su saludo amable fue dejando sonrisas, por donde iba la fémina de cabello castaño saludaba alegre, agitando su manito donde el choque de las variadas pulseras que usaba parecía su propia música de fondo, suspiró cuando pasó hacia el amplio lobby del edificio de Decorx.

La primera vez que ingreso por la puerta principal de ese edificio se quedó pasmada y maravillada de su decoración, de la luminosidad y es que sin duda la misma entrada dejaba claro el trabajo exquisito de los dueños del lugar.

En la mesa amplia y moderna de recepción cuatro mujeres estaban reunidas y husmeando lo que parecía una revista, así que poco a poco se fue acercando a ellas, cuando su dulce perfume se aprecio en el aire una de las mujeres elevó  su mirada.

—Nyx, Nyx, ven, ven—pidió con rapidez, elevándose de su asignada silla—mira, ya dio a luz—le indicó.

Le abrieron el espacio a la joven empleada, quien tomó  la revista de farándulas, leyendo el reportaje que anunciaba que la actriz Paula Renaldy hace apenas tres días había dado a luz a una preciosa y sana niña en el hospital privado de la ciudad, acompañada de su novio y representante Raúl Gómez.

Nyx tan solo arrugó el rostro leyendo el artículo, claramente el abrupto evento que sucedió hace tres meses sigue siendo la comidilla del espectáculo, después de todo no solo involucraba a uno de los rostros jóvenes de la industria del cine, también a uno de los hombres más poderosos de la ciudad, Gonzalo de Santi, cuyo rostro compungido dando ese derechazo quedó plasmado en una fotografía que le dio vuelta al mundo.

Sin dudarlo dejó nuevamente la revista, ya cerrada en el mueble, pero otra de las mujeres la abrió para terminar de leer y ver las imágenes.

—Debería de darle vergüenza posar para las cámaras como si nada—soltó la recepcionista, Katty, quien solo suspiró cruzándose de brazos—y mírenlos ahí saliendo muy sonrientes y con la bebé en brazos.

—Y ahora son los novios—se quejó otra, Blanca, ella trabajaba en servicios generales, quien solo negó señalando la imagen—tuvieron que ponerse el título porque la prensa no los dejaba en paz.

—¿Y vieron lo que ella dijo en una entrevista?—consultó Patricia, otra de las recepcionistas, logrando la atención de todas—indicó que llevaba muchísimo tiempo estancada en una relación de poder, que temía de la fuerza y el alcance que tenía su antigua pareja, que, aunque no dio nombres sabemos quien es, para destruirla, a ella, su carrera y su familia.

—Estúpida.

Todas voltearon hacia Nyx cuando al fin soltó eso que tenía en el pecho, solo se alzó de hombros acomodándose la mochila.

—Lo es, es una sinvergüenza en realidad y por eso no le da pena posar ante las cámaras y andar haciendo entrevistas, victimizándose ante el público—suspiró pesadamente y tan solo negó—igual no deberían de estar viendo esto, uno porque si su jefe las agarra a todas nos ponen en la calle, así en fila—se señaló entre ellas.

—Él señor de Santi no ha visitado la empresa desde ese evento, hace tres meses que no lo vemos, imagínate que ni tú lo has visto—respondió Blanca, haciéndola suspirar.

—Quizás es mejor así.

—Sí porque cuando lo mirabas se te salía la baba—apremio de nuevo Blanca.

Pronto el grupito comenzó a empujar a Nyx hacia los lados, quien se defendía, pero los argumentos eran débiles, todas las empleadas que le dieron la bienvenida la primera vez y ahora la reciben de nuevo con más confianza, sin duda descubrieron que la entonces pasante, estaba perdidamente enamorada de su nuevo jefe.

Claro que algunas lenguas hablaron de que quizás los sentimientos fueron mutuos, pero el mundo de ambos en ese momento distaba demasiado, además que los dos tenían relaciones que parecían serias y fuertes, pero de alguna manera parece que una apuesta ha estado moviéndose en el aire a la idea de ese reencuentro que aún no se ha dado, entre una empleada y su jefe, ahora solteros, más maduros, pero ¿cargando los mismo sentimientos? Eso se iba a averiguar.

—Deberías de lanzarles una maldición—indicó Patricia, terminando al fin de leer el artículo, claro que ella además de leer lento, detalló las seis imágenes que el artículo a dos páginas poseía—por atrevidos y sinvergüenzas.




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